Zaragoza - Barcelona

Pequeña locura de dos días y medio hecha con mucho calor y viento en contra. El terreno es casi todo pista ancha, no necesariamente fácil de rodar; los guijarros, baches y arena fueron una constante.
Salgo de Zaragoza y callejeo hasta hacerme una típica foto con El Pilar de fondo. A partir de ahí tomo el anillo verde de Zaragoza hasta la Cartuja, donde tomo rumbo a Pina de Ebro. El río a mi izquierda mientras bordeo cultivos y atravieso pueblos; aunque intento no meterme por direcciones prohibidas, no siempre lo consigo. Es lo malo de seguir un track al revés; y es que voy siguiendo el camino de Santiago en dirección opuesta. Mira por dónde, al igual que pasa con el camino de Uclés, el sentido opuesto al camino de Santiago también es un camino de peregrinaje, en este caso, el camino Ignaciano. Así que no me faltan flechas rojas hacia mi destino.
En Pina de Ebro me desvío del río y ataco los Monegros. Tengo un viento en contra que parece lanzado por un calefactor industrial, y las pocas sombras que veo me sirven de una ayuda inestimable. Además cuesta arriba. Cuando veo a lo lejos una venta en la N-IIa acudo a ella como un perdido en el desierto acude a un oasis. Bocata, agua fría y a seguir... por desgracia, por el arcén de la carretera, llena de camiones. Afortunadamente, el tramo es corto y el arcén amplio. Ojo, me pasé el desvío y tuve que hacer un trozo de campo a través, está marcado con waypoint.
La subida acabó pero no el calor. por fortuna, cada pocos kilómetros se cruzan pueblos donde refrescarse, a la sombra, fuentes o directamente en los bares, incluso rellenar de hielos el camel. A la salida de Peñalba hay un tramo donde el barro puede hacer una mala jugada si es época de lluvias, está marcado con un waypoint. Si en Junio está lleno de maleza y charcos, cómo debe de estar en Otoño-Invierno... por cierto, justo ahí se cruza el meridiano de Greenwich.
Un arreón de subida más y llegamos a las puertas de Fraga. La bajada es de vértigo, la pista de estropea al principio y luego ya permite velocidades de vértigo; espanto en la bajada a conejos, muy numerosos todo el día, y a murciélagos. Y es que la noche se aproxima.
Ya en Fraga, tras una vueltecilla tonta para evitar direcciones prohibidas, la última subida hacia el campo de tiro, y a bajar hacia el polígono industrial, donde tengo la cama. Hotel Oasis, típico hotel de camioneros, correcto, se cena bien. ¿me pueden guardar la bici? Sin problemas... me la guardaron en la mismísima barra del bar.
Dia 2. Algo baldado por los 140 km tomo camino a Lérida. Una subida me mete en Cataluña y cada cruce está ya señalizado. Pisteando entre cultivos y naves industriales llego al camino natural del Segre y por ahí accedo a Lérida capital y su precioso parque.
La tónica del día, de momento, es una subida continua, casi plana pero subida, que se va endureciendo muy paulatinamente mientras atravieso pueblos entre cultivos de frutales y maíz. Pero al llegar a Cervera (donde me echo una siesta de las buenas) el terreno se escarpa ya en serio, y en St. Antolí la cosa se pone ya para arriba sin paliativos. Y cuando llego a un puerto de montaña de la N-IIa, aún hay que subir más... ya estoy metido en un bosque de pinos y encinas mientras la pista no se decide aún a bajar de verdad, unos repechos rompepiernas entre masías hay que hacer aún hasta llegar a ver Igualada. A partir de aquí el track que llevo tiene muy baja definición, lo que hace que me pierda camino del hotel que tengo en La Pobla de Claramunt. Hotel Robert, conoció tiempos mejores, un poco caro para mi bolsillo; al menos pude darme una vuelta por el pueblo antes de cenar.
Día 3. Dos rutas de 140 km seguidos dejan fino filipino al más pintao, así que yo, que no estoy en mi mejor momento, estoy delicadito. Mientras decido si me duelen más las manos o el culo el track decide que van a ser las piernas: unas rampas del 14 me meten en la montaña, creo que es la Sierra de la Monja, no es de extrañar la falta de vocaciones. Y me vuelvo a perder por seguir un track con tan pocos puntos. Afortunadamente, cambiando el mapa me resulta más fácil seguirlo. Y ya es sábado, si los días anteriores me había cruzado con tres peregrinos y cuatro ciclistas, hoy es otra cosa. De tal manera que, cuando al fin corono la pista, me pongo a investigar por una trialera que ni viene en el mapa. Gozosa, después de tantos kilómetros de pista, pero algo rota por las motos. Y cuando veo a cuatro locales tomando un sendero que más o menos lleva mi sentido, detrás de ellos que me voy. Y sale bien la jugada. Pero cuando me paro a hacer fotos me toca retomar el track, en este caso por la N-IIa otra vez; sin problemas, ya en Cataluña está desdoblada y todo el tráfico va por la paralela A-2. En estas cosas llego a el Bruc, a las faldas de Montserrat, y ya bajo de la montaña (casi siempre por asfalto, pena) hasta Olesa de Montserrat, al lado del Llobregat, donde me tomo un bocata.
Y es en la margen izquierda del Llobregat donde sigue mi camino, con un viejo compañero de esta ruta; el viento en contra, que hace dura lo que debía ser agradable bajada. Y encima me dejo ir por la carretera al principio, cuando hay un camino de tierra pegado al río; por suerte, lo tomo a tiempo de poder admirar el puente del Diablo. El camino se hace algo monótono hasta llegar a mi desvío, en St Joan Despí, donde ya alcanzo callejeando la estación de Sants.