Canuto del Alcazaba desde Hoya del Portillo pasando por el barranco del Goterón

“Yo digo que las estrellas le dan gracias a la noche, porque encima de otro coche no pueden lucir tan bellas; y digo que es culpa de ella, de la noche el universo, cual son culpables los versos de que haya noches y estrellas. Tarareaba en silencio a Silvio mientras intentaba dormir tumbado boca arriba queriendo capturar una estrella fugaz porque todo el cielo estrellado era mío a la vez que coleccionaba esos silencios tan abrumadores. Habíamos llegado poco antes de que entrara la noche, descubrimos que las corraletas estaban cubiertas de nieve y rápido nos pusimos a construir una nueva para poder dormir con cierto confort. Estábamos en el barranco del Goterón, uno de los parajes más bellos de Sierra Nevada, de grandiosa cascada e impresionante soledad.
Me dio tiempo de pensar en tantas cosas como estrellas podía abarcar ¿qué nos empuja a pegarnos una paliza de 36 kilómetros, dormir al raso y a la mañana siguiente meternos en el Canuto de la Alcazaba? No te lo puedo explicar, es un impulso interior irrefrenable, un deseo íntimo de satisfacer unas ganas diferentes de vivir, estar cerca y en contacto con la naturaleza, sufrir frío y calor, sentir, sentir siempre todas esas sensaciones que no las encuentras en tu cotidiana travesía.
Salimos a mediodía desde la Hoya del Portillo, nos dirigimos hacia Siete Lagunas que estaba sembrada de tiendas de campaña, nos encontramos a dos agentes de medio ambiente que nos indicaron que aún quedaban ventisqueros en el vasar y en el canuto de la Alcazaba lo que me hizo dudar del éxito de la aventura. Pasamos por el Yunque para por fin después de 16 kilómetros llegar al barranco. Por la mañana temprano comenzamos a ascender en dirección al puntal del Goterón para poder encarar cresteando el vasar de la Alcazaba y ¡sorpresa! No había nieve. Cuando llegamos al pie del canuto los semblantes de Johanna, Sonia, el Peri y el mío cambiaron, impacta ver esa mole brutal desde abajo. Paciencia y concentración, voluntad y valentía, tras dos horas de un más que complicado trepadero tocamos cima: euforia, felicidad, subidón de los buenos, quizás esta sea una de las respuestas a la pregunta inicial, hacemos estas “hazañas” porque nos hace felices, porque nos llenan, porque queremos percibir lo pequeños que somos ante las montañas, porque te acerca a los compañeros con los que compartes emociones y la intensidad del momento.
Es sencillo, si quieres puedes y nadie dijo que fuera fácil.
Bajábamos por el Colaero en dirección a Siete Lagunas con los deberes hechos mientras volví a tararear en silencio a Silvio “Estoy buscando una palabra en el umbral de tu misterio ¿Quién fuera Alí Babá?
¿Quién fuera el mítico Simbad? ¿Quién fuera un poderoso sortilegio?¿Quién fuera encantador?
Gracias Johanna y Sonia, veros en modo kañeras en estas rutas tan bellas y brutales dice mucho de vuestro coraje y forma de ver la vida. Gracias Peri, que gran descubrimiento, pronto intentaremos otras aventuras.