Cresta de Sanchacollons desde el embalse de la Sarra ( invernal )

Los picos de Sanchacollons junto a los picos de la Forqueta de Piedrafita, Musales y Garmo Carnicero, forman una barrera rocosa natural que cierra la cuenca del embalse de Respumoso por su vertiente S. Esta limitada al SW por el collado de Musales y por el paso de la Cubetilla al S.
A pesar de ser una zona muy transitada debido a su proximidad y accesibilidad desde la localidad de Sallent de Gállego, la rota y descompuesta cresta de Sanchacollons no tiene un calado especial entre la comunidad montañera que se acerca por la zona, quizá por el fragmentado firme por el que hay que transitar o por la cercanía de las impresionantes moles rocosas que a escasos metros, superan la friolera altura de los tres mil metros. El caso sea cual fuere hacen que este itinerario pase absolutamente desapercibido. No obstante, la panorámica de la que disfrutaremos y la soledad que nos brindará la ruta será un auténtico deleite para los sentidos ya que su magnífica ubicación le otorga el honor de ser una privilegiada atalaya desde la cuál podremos observar como la cadena axial pirenaica se secciona en tres importantes divisorias o pasos como los de Musales, Forqueta y Pondiellos.
Conocida la ubicación y orografía del desafío al que nos vamos a enfrentar, emprenderemos la marcha hacia nuestro
objetivo avanzando por un frondoso y serpenteante sendero que desde el embalse de la Sarra asciende de manera inequívoca por la Majada del Cambillón hacia el Barranco de Sanchacollons donde se encuentra ubicado el Chalet del Ingeniero, antiguo refugio de montaña al que van a confluir los diferentes itinerarios de la zona y punto clave de nuestro track.
En esta primera parte de la ascensión y con el fin de evitar, en la medida de lo posible, las interminables lazadas que efectuará el camino a nuestro paso, deberemos prestar, especial, atención a los dispersos hitos que apostados por el vasto firme nos permitirán acortar tan engorrosos zigzagueos.
Dejada atrás la área boscosa, el camino se adentrará por un sinuoso y singular paraje rocoso donde la nieve y las fuertes pendientes comenzarán a hacer acto de presencia. Así que poco a poco y tras una, fugaz, parada en la que aprovecharemos para calzarnos los crampones y poder progresar con seguridad, reanudaremos la marcha hacia el siguiente punto señalado en el mapa que no es otro que el, anteriormente, citado Chalet del Ingeniero.
Una vez en las proximidades del vetusto refugio, deberemos abandonar el evidente trazado que nos llevaría hasta su puerta, tomando una empinada ladera que con rumbo E y fuerte inclinación nos irá internando hacia la zona conocida con el nombre de La Cubetilla.
Superada esta tediosa ladera y con las imponentes cumbres de Sanchacollons asomando en el horizonte por primera vez, ya podremos observar, con una relativa distancia, el recorrido que deberemos de seguir para hollar sus escarpadas cimas.
Sin perder mucho tiempo, más que lo justo para poder abrigarnos en condiciones, emprenderemos la marcha hacia nuestros objetivos avanzando por una amplia y nivosa explanada, siendo conocedores que los imponentes paredones del piramidal y esbelto Puy Arcol que luce con una elegante majestuosidad, custodian la entrada al canal de La Cubetilla.
Una vez alcanzada la parte baja del canal, tendremos ante nosotros la parte más dura de la ruta puesto que deberemos superar la nunca desdeñable cifra de 400 metros de desnivel en apenas un kilómetro de distancia. Este tramo, carece de ningún tipo de dificultad técnica para superarlo ya que hablamos, tan sólo, de una amplia pala, pero no por ello deberemos confiarnos y extremaremos las precauciones, aún más si cabe, en su parte final puesto que conforme nos vayamos asomando al collado de La Cubetilla la ladera ganará, ostensiblemente, en verticalidad.
Tras haber conseguido rebasar la agotadora canal, nos hallaremos aupados en el paso de montaña de La Cubetilla, desde el que nos separarán escasos 200 metros para ganar la principal y más altiva cumbre del macizo de Sanchacollons. El trecho hasta alcanzar el hito cimero que jalona en lo más alto, aunque exento de dificultad aparente, surca un tramo algo aéreo, el cuál nos obligará a estar concentrados para poder superarlo.
Una vez en la cima, el esfuerzo se verá, gratamente, recompensado porque a pesar de que el día se había ido cargando de nubosidad, pudimos atestiguar que nos encontrábamos en uno de los mejores balcones del Pirineo. La panorámica 360° que se llega a alcanzar es digna de ser mencionada, desde los cercanos tres miles del sector de Respomuso y Bachimaña, hasta los abruptos macizos de Partacua y de los Valles Occidentales.
Uno se quedaría eternamente en la cumbre enumerando las montañas que se llegan a identificar, pero todavía teníamos por delante la parte más atractiva y causa principal de nuestra visita a este emplazamiento, el cresterio de Sanchacollons.
El tramo de arista, de casi un kilometro de longitud, surca el macizo en dirección este oeste atravesando la cima más septentrional de Sanchacollons y desembocando en el afamado collado de Musales.
La cresta sin llegar a presentar grandes complicaciones, es a tramos algo aérea y expuesta. Si a todo esto le añadimos el esquisto rojo tan fragmentado de su composición y los tramos de hielo y nieve con los que nos toparemos, harán que está singular aventura gane en emoción y vistosidad. Lo que quiero decir con todo esto es que para recorrerla, al menos en época invernal, se requiere un mínimo de destreza y conocimiento del medio por el que nos vamos a mover.
Así que sin más preámbulos nos lanzaremos a recorrer esta entretenida arista con firmeza y precaución, a sabiendas que un mal paso o un tropiezo puede tener fatales consecuencias. Tras sobrepasar la cima norte de Sanchacollons, existe la posibilidad de abandonar la cresta a través de un empinado canal que desciende vertiginosamente hacia el fondo del valle, pero nuestro afán de hacer la arista integral nos llevó a continuar avanzando por el mismo filo. Para nuestra sorpresa y ya visualizando a escasos metros el collado de Musales, pudimos comprobar cómo el cresterío rompía su continuidad impidiéndonos el paso. Ante esta tesitura, la única alternativa que teníamos para poder alcanzar el, cercano, paso de montaña, era la de perder unos metros dejándonos caer hacia la vertiente Sur. Este improvisado movimiento, resultó ser un acierto porque tras realizar un ligero flanqueo, conseguimos alcanzar el collado sin ningún tipo de problema.
El gran ambiente alpino que nos transmitió la arista, junto a las adrenalínicas condiciones en la que se encontraba se podía plasmar en nuestros felices rostros por lo que decidimos realizar un más que distendido y merecido descanso, dando buena cuenta de unas ricas viandas.
Tras la prolongada parada y con las horas del día empezando a jugar en nuestra contra, emprenderemos el descenso hacia el punto de partida perdiendo altura por el clásico camino de ascenso que lleva a coronar el Pico Musales. Durante el trayecto surcaremos por las proximidades de la cubeta glaciar de Ibonciecho, que en esta ocasión y debido a las últimas nevadas y bajas temperaturas se encontraba totalmente camuflado por un tupido manto blanco.
Dejado atrás el icónico ibón, la ruta se encaminará hacia el Chalet del Ingeniero y ante la ausencia de sendero evidente por el que transitar, tomamos la decisión de llegar hasta él de la forma más directamente posible. Desconocemos si el trazado elegido oculta bajo la nieve algún tipo de sendero, pero la realidad es que nos llevó hasta la pintoresca caseta en un abrir y cerrar de ojos.
Desde el refugio de montaña, podremos vislumbrar, unos metros más abajo, el rastro de huellas que unas horas antes habíamos dejado a nuestro paso, por lo que tan sólo deberemos aproximarnos hasta ellas y continuar su trazada, la cuál nos devolverá al embalse de la Sarra.
Afortunadamente, todavía existen lugares y picos, que se mantienen solitarios y olvidados dentro de nuestro querido Pirineo y es por ello que recomiendo, encarecidamente, esta ruta ya que tanto lo parajes por los que discurre como las magnificas panorámicas que ofrece, nos harán ver desde otra perspectiva aquellas otras cumbres mucho más demandadas.