Del refugio de Góriz a Ordesa por las clavijas de Cotatuero

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Monte Perdido desde el refugio de Góriz.

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Mi exGPS vuelve a fallar, afortunadamente por última vez. Con un rápido giro de muñeca, lo mando a paseo sin vacilar. De los tres días que he pasado por Ordesa, he podido recuperar solamente el último. En fin.

El objetivo esta vez es Monte Perdido, que fue mi segundo tresmil, años ha, cuando era joven e indocumentado. No he vuelto por aquí desde hace unos quince años. Creo que tampoco he vuelto a visitar el Circo de Ordesa desde entonces. Como siempre me ocurre, viendo lo espectacular que es este sitio, me pregunto por qué no he regresado antes. El tema del desastre del GPS ya me incita a volver pronto para tener la ruta completa. Además, el tiempo ha sido tan malo que casi no he podido ver nada de lo que hay alrededor. Así que espero visitar la zona pronto de nuevo. Luego la realidad será otra, pero por desear que no quede.

El primer día vamos a subir al Refugio de Góriz. Hasta ahora, siempre había llegado al refugio recorriendo el valle de Ordesa y por las clavijas de Soaso, pero esta vez subiré por las clavijas de Carriata o de Salarons. Y luego recorreré la Faja de las Flores, por donde no he ido nunca.

El día pinta muy mal. Es temporada de tormentas, y hoy la zona alta está completamente cubierta. Esperemos que aguante, para no acabar calados.

Desde el aparcamiento, retrocedemos un rato por la carretera para coger un sendero que sube a través del bosque. Entramos en la espesura a la altura de la Casa de Oliván, la antigua caseta de información del parque. El sendero que va a las clavijas no tiene pérdida. Está muy bien marcado.

Hay unos mil metros de subida hasta la Faja de las Flores. La parte que recorre el interior del bosque se me hace algo pesada, por la excesiva humedad ambiental. Sudo horrores durante toda esta parte. Se hace bastante agobiante. Una vez superados los árboles, la cosa mejora mucho.

Hay nubes a lo largo de todo el circo, y no se ve nada bien. De vez en cuando se apartan un poco, y algo se puede adivinar. Es una pena. Cuanto más subo, más impresionante tiene que ser el panorama que se ofrece. Pero casi no logro distinguir nada. Está claro que tengo que repetir esto.

Enfrente va apareciendo una enorme pared. Vamos acercándonos al circo de Salarons. A la izquierda superamos la cumbre del Tozal del Mallo, que desde este ángulo tiene una forma algo rara.

La fama de Ordesa es muy merecida. Es un sitio espectacular. Antes venía a menudo, pero siempre recorriendo el valle, así que todo esto que ahora tengo tan cerca lo veía desde muy lejos. Desde allí abajo me parecía impresionante, pero desde aquí arriba es todavía más alucinante. Unos paredones descomunales, que parecen infranqueables, pero que al final se pueden superar por una parte u otra.

Siempre he sentido admiración por cualquier tipo de pionero que explora zonas desconocidas. Me encantaría haber podido vivir la época en la que se empezó a subir por estos sitios, inventándose caminos a través de las paredes verticales para poder llegar a lugares que parece imposible alcanzar.

Ya cerca de la pared aparece un cruce. A la izquierda se va a las clavijas de Carriata, y a la derecha, a la Fajeta de Carriata. Hoy vamos por las clavijas, pero me quedo con las ganas de seguir la fajeta y ver por dónde sube. La veo luego desde arriba, y me parece una pasada el trocito de terreno por el que discurre.

Después de un bordeo junto a la enorme pared, acabamos llegando a las clavijas. Hay dos partes, la primera menos inclinada y la segunda totalmente vertical. No son demasiado complicadas, pero hoy la roca está mojada y subo con más miedo que vergüenza. Me ayudo de las clavijas y de la roca y de todo lo que puedo agarrar, y supero bien la primera zona. Tras un corto troche, a la derecha aparece la segunda sección. Aunque es vertical, hay clavijas por todas partes y están muy bien colocadas. Me resulta más cómoda esta parte. Cuidado con meterse una clavija en el ojo al impulsarse hacia arriba.

Ya estamos cerca de la Faja de las Flores. Queda solo subir un rato para entrar en ella. El recorrido por la faja no presenta ningún problema. El camino es ancho y cómodo. Aparte de un enorme nevero que todavía aguanta en un rincón y que cruzamos con más precaución, no hay nada reseñable.

Es una lástima que la niebla lo cubra todo. No se ve nada del valle, y desde aquí arriba el panorama tiene que ser una maravilla. Pero bueno, es lo que toca hoy. Bastante suerte tenemos de que no esté lloviendo a mares.

Tras salir de la faja, el resto del camino al refugio no tiene mucha historia, básicamente porque no se ve nada. Es chulo. Andar en estas condiciones, a mediados de mayo, no me disgusta. Es un día cien por cien invernal, y eso siempre me ha gustado. Pero también es agradable poder ver cosas.

Recorremos la parte alta del Circo de Cotatuero, por donde bajaremos a las clavijas pasado mañana. Salimos del circo por unas rocas demasiado heladas y resbaladizas para mi gusto, y tras un largo paseo, acabamos en el refugio. Por aquí está algo más despejado, y puedo acercarme a echar un vistazo al Circo de Ordesa. Qué bonito.

Poco más hoy. Cena y a dormir.

Al día siguiente madrugamos lo normal en estos casos. A primera hora desayunamos y salimos hacia el Monte Perdido.

El día está como ayer. Hacia Ordesa se ve algo despejado, pero hacia las alturas está completamente encapotado. El clima no invita a intentarlo. De hecho, a lo largo del día solo veremos a otra persona en la ruta.

A pesar de la niebla, el camino no tiene mucha pérdida. Desde el mismo refugio empezamos la subida, que no da descanso en ningún momento. Un poco más arriba empieza la nieve. No está demasiado dura. Ha debido de caer algo esta noche. Después de un rato, nos ponemos los crampones.

No disfruto demasiado de la subida. No se ve nada alrededor, y no hacemos más que subir y subir. Es bastante monótono. Aparte de algún pequeño muro que está algo resbaladizo y que cruzamos con cuidado, no hay nada memorable.

Pero no se me hace tampoco muy largo, y acabamos llegando al Ibón Helado antes de lo que pensaba. Hace tanto tiempo que hice el Perdido que no recuerdaba lo que se tardaba en subir.

A la izquierda debería estar el Cilindro de Marboré. Más o menos se puede adivinar su forma, pero vete tú a saber si es eso que creo que es, o está más atrás. A la derecha está el Perdido, y antes, la Escupidera. Se ve solo la parte de abajo.

Hacia allá enfilamos. La nieve no está dura, y es casi imposible resbalar, así que esta parte, que es la más peligrosa de la ruta, la superamos sin ningún problema, aparte del cansancio, que a estas alturas ya se va notando.

La subida también se me hace algo aburrida. Nada más que andar, sin saber ni a dónde voy, ni qué hay alrededor. Me habría gustado ver la caída que hay junto a la Escupidera, pero no hay forma de que se abran las nubes ni un poquito.

La nieve está incluso demasiado blanda, y el último tramo me cuesta bastante superarlo. Acabo llegando al colladito junto a la cima, y enseguida a lo que queda del vértice geodésico.

En realidad no hay vértice. Bajo la nieve aparece la típica placa que advierte de no romperlo, que es un delito, pero nada más. No sé si está roto, o lo van a cambiar o a quitar.

Pues nada, aquí estoy. No se ve nada y hace frío. No perdemos mucho tiempo y vamos para abajo.

Bajamos la Escupidera muy deprisa. Con la nieve en este estado no hay peligro. Llegamos de nuevo al ibón, y deshacemos el camino hasta salir de la niebla casi a la altura del refugio. Es prontísimo. Alrededor de la una de la tarde. No es una ruta demasiado larga. Tiene mucho desnivel, pero poca distancia. Y como no hemos parado apenas a mirar el panorama y no nos hemos entretenido nada, llegamos al refugio prontísimo.

Más tarde me acerco de nuevo hasta Ordesa a echarle un vistazo, por hacer algo por la tarde. Es un sitio precioso.

Otra cena abundante, y a dormir. No recuerdo cómo era Góriz antes de las reformas, pero ahora está muy bien. Habitaciones con ducha y agua caliente (te permiten cuatro minutos al día).

Y ya solo queda bajar de nuevo a la Pradera de Ordesa por las clavijas de Cotatuero. Toca de nuevo día invernal. Mucha niebla, frío, y escasa visibilidad.

Desandamos el camino del primer día hacia el refugio. Como pasó entonces, no sé por dónde voy ni qué hay alrededor. Veo unos cuantos metros a la redonda y poco más.

Después de un buen rato andando, llegamos de nuevo al borde del Circo de Cotatuero, tras algún paso un poco inquietante por las rocas heladas. Desde el borde del circo, giramos a la izquierda para ir descendiendo poco a poco hacia las clavijas.

En otras circunstancias, esta bajada me habría gustado mucho. Ahora no la disfruto demasiado, aunque cuanto más bajo por el camino, más va desapareciendo la niebla y se pueden ver más cosas . Ya en el circo, con buena visibilidad, cruzamos el río, que baja con fuerza. Tras algunas terrazas regadas con cascadas, acabamos al borde del cortado. Menuda caída hay desde aquí.

Nos equipamos con el material de ferrata y llegamos a las clavijas. Espectaculares. Me alucina que a alguien se le ocurriera montar este aparataje aquí, en medio de una pared vertical, hace más de cien años. Cazadores que querían subir al circo, cuentan. No sé si fueron cazadores o pastores, me es indiferente. Me encantaría haber visto cómo se las apañaron en aquella época para equipar este paso.

Hace algún tiempo pusieron un cable, por aumentar la seguridad. No ha sido mala idea. Supongo que habrá habido más de un accidente. Las clavijas son muy sencillas. Por sí solas son suficientes para cruzar la corta travesía con comodidad, pero claro, psicológicamente es muy peliagudo cruzar por aquí. Un paso en falso y adiós.

Pero enganchado al cable no hay ningún miedo, y se atraviesan alegremente. Da tiempo a hacer fotos y a disfrutar del paisaje. Tras la travesía horizontal falta un destrepe, también con clavijas pero ya sin cable. Es sencillo.

Una vez fuera de las clavijas, entramos de nuevo en el bosque. Solo queda un largo descenso a través de la espesura hasta llegar de nuevo a la pradera.

Una actividad fabulosa para subir una montaña que hay que hacer en algún momento obligatoriamente. El tiempo no ha acompañado nada, y el GPS tampoco. Estas cosas pasan. Habrá que repetir.

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