Eiger en zapatillas

Subida del tirón al legendario Eiger (3.970 m) desde el vecino valle de Lauterbrunnen a 800 (m s. n. m.), lo que arroja un desnivel positivo de 3200, a los que se suman 100 m más de un sube-baja, para dar un total de 3.300 m (el track marca mal, como suele).

He elegido llevar zapatillas porque más del 95% de la ruta es roca. En el resto hay verglas y algún pequeño resto de nieve vieja. Para estos pasos me pongo crampones en las zapatillas y lo hago más lento de lo normal (ojo: crampones de verdad, de alpinismo, los de correas). La zapatilla es flexible y hay que saber pisar. El resultado global compensa por la enorme seguridad que ganamos en la roca. Por supuesto hay que ver la meteorología y fijarse en las temperaturas. En cuanto a las zapatillas en sí, eran unas chirucas de 60 pavos sin capa tecnológica intermedia para amortiguar (no vamos corriendo), pero con una adherencia extraordinaria, que era lo que se necesitaba.

La cara oeste es la más accesible del Eiger, pero no tanto y ni siquiera hay refugios intermedios. No había rutas en Wikiloc así que la he afrontado en plan explorador, me he sentido como un montañero decimonónico. Luego hablaré de la dificultad de hallar el sitio bueno.

El lugar es extraordinario: patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO.

Hasta los 2.300 m es un entorno civilizado, con campiña, los trenecitos suizos escaladores y hasta una estación de esquí con un complejo hotelero, pero de una belleza abrumadora. Por eso he puesto waypoints "Vistas", para subir fotos: hay cascadas que brotan de los glaciares, praderas, bosques, cumbres nevadas, paredones verticales, vaquitas, cabañas de ensueño... Y la permanente presencia de los tres grandes: El Ogro (Eiger), el Monje (Mönch) y la Doncella (Jungfrau).

Después, el Reino Mineral: 1.700 m de la gigantesca pared oeste del Eiger.

Hacerlo desde Lauterbrunnen, además de las ventajas estéticas, permite aparcar el coche gratis en el parking de Trümmelbach, el atractivo turístico de las aguas subterráneas provenientes de los glaciares (de hecho, prácticamente todo el recorrido atraviesa la cuenca hidrográfica que desemboca en el lugar de partida, o sea, toda la nieve de la pared que subimos acaba ahí). En Grindelwald es una locura aparcar. Además el lugar es una maravilla. Lauterbrunnen significa "aguas ruidosas", el valle dispone de 72 cascadas. Por contra solo añade 200 m más de desnivel. Por supuesto está la opción de coger un trenecito o los remontes, pero no es lo que yo buscaba. Si se va a subir montañas, se va. Por último, las vistas buenas del Eiger son las del complejo hotelero, donde está la estación Kleine Scheidegg. Allí se siguieron históricamente todas las tragedias de la Norte.


Y VAMOS CON LA RUTA Y SUS DIFICULTADES


La primera parte civilizada está bien señalizada, con sendero perfectamente definido.

Después hacemos la ferrata Rotstock, ferrata muy fácil, pero que nos sirve para Ir cogiendo el temple a la verticalidad. Se hace sin equipo ferratero porque si no se tiene seguridad para hacerlo en libre, mejor no seguir hacia cumbre, ya que está peor.

Luego empieza una pared que no acaba nunca. En general es grado II/III, con mucha piedrecita. A medida que se va subiendo, se pone ligeramente peor. La pared está entre tumbada y vertical. Si te caes, no te matas, pero igual vas dando costalazos durante 100 metros hasta que paras en algún rellano. O sea, es una pared a la que no hay que perder el respeto durante 1.700 m de ascensión. Si pierdes la concentración, hay un accidente serio. Sin embargo, se van encontrando multitud de zonas con suficiente horizontalidad para descansar y relajar la mente.

Al principio está hitada. De repente he visto una cuerda a lo lejos y he tirado recto, olvidando los hitos. Hay que trepar y cuanto antes se comience la fiesta, mejor. Más vale probar las sensaciones de la roca abajo que intentar aprender arriba. La roca es calcárea, poco áspera por la erosión de la nieve. Está estructurada en capitas inclinadas hacia abajo, es decir, que no permite agarrar el resalte entre capa y capa. Aun así, se puede progresar agarrando cositas porque está lo suficientemente tumbada como para que te tengan los pies en cualquier lado. A la bajada he seguido los hitos, así que a elegir.

La cuerda permite el paso de una chimenea muy vertical. Tiene waypoint, el más importante porque es el paso de un murallón inexpugnable (bueno, a la derecha hay paso, pero si los suizos han puesto una cuerda, es este el sitio oficial). Hay que tirar de brazo unos 20 metros.



Arriba se dulcifica la pendiente y se ve algún hito que nos lleva al filo de la arista.

La parte de la arista es como el resto de la pared, pero se hace mejor porque está más limpia ya que no se acumulan las piedrecitas traicioneras que te hacen resbalar. A cambio, a veces vislumbras el patio de la norte, con lo bueno (la estética) y lo malo (vas acumulando estrés).

Después, tras pasar un monolito (solo con interés visual) y una chimenea con un nevero, aparece verglas y decido pasar hacia la cara sur, siempre más soleada. A la vuelta comprobaré por los rápeles preparados que es el camino bueno.

Vuelvo a la arista por la ventaja comentada: es más limpia. De todas formas, a medida que se sube, cada vez está más sucio y más inclinado. De hecho los rápeles están por el engorro de destrepar estos tramos resbaladizos más que por su dificultad técnica.

Aparece algún muro más. Son todos tumbados, pero los llamo así por ser algo más verticales que el resto. En realidad los he preferido porque están menos rotos. Tienen waypoint con foto para apreciar la dificultad, pero no son waypoints claves porque a lo largo de la trepada cada uno elegirá esos u otros, según lo vea.

Y llegamos a cima, muy pequeñita, realmente acaba en punta.



Como decía, a la bajada, que se ve todo mejor, he seguido la línea de rápeles. Así he comprobado que prácticamente he ascendido por el sitio bueno.

Ya para descender a la estación, me he encontrado una zona con cuerdas para los que bajan de la ferrata Rotstock. Resulta algo irónico, pero es más difícil este tramo de cuerdas que la propia ferrata (son fáciles los dos).

Y después enlazamos con el camino de subida.

Quizá la mayor dificultad sea el peso de la mochila en relación a la velocidad de subida que necesitamos para hacerlo en el día.

REQUISITOS PARA HACERLA CON SEGURIDAD

Lo básico: estar aclimatado y con buen rodaje de piernas, pues aunque reduzcamos ruta con el trenecito o el remonte, siempre van a quedar los 1.700 de desnivel positivo. Tener experiencia en alta montaña. Llevar equipo completo, crampones, piolet, equipo para rapelar, equipo de vivac. Comprobar la meteo muy especialmente, pues es un monte que arriba no tiene nada de nada para guarecerse.

La clave: lo más importante es saber orientarse en paredes verticales y andar suelto destrepando. Quitando justo el inicio donde hay hitos, después la pared no da pistas, parece todo igual y hay que ir decidiendo todos los pasos durante cuatro-seis horas. La bajada, como he dicho, tiene rápeles preparados. Destrepando se va más rápido, pero es algo a lo que todos no están habituados y además los rápeles no cubren toda la pared, quizá el 20% solo, no sé, lo que sé es que no te libras de destrepar zonas sucias y expuestas.



El mayor RIESGO: el verglas en la parte superior y caída de piedras.

VIVACS
El trayecto pasa por varios vivacs. Si se quiere afrontar en dos etapas, la zona buena para vivaquear es una roca plana enorme que hay en Rotstock y 50 m más arriba, dirección al Eiger, donde hay agua del glaciar, que he marcado con waypoint, también importante porque debido al frío de altitud, la pared es más bien seca.