El Indio de Antequera (o Peña de los Enamorados). Cresteo Integral.

Divertido cresteo de todo el Indio de Antequera, en el que se usan tanto las manos como los pies. Absténganse si tienen problemas de vértigo o si no se encuentran cómodos trepando y destrepando.

Empezamos desde las cercanías de la vía férrea, buscando el puente del tren que nos ayuda a cruzar el Guadalhorce. La idea es encaramarse a la cresta que forma las plumas del indio. Para ello usamos una gatera de 3-4 metros de largo y menos de 2 de diámetro. Para llegar a ella hay que hacer una trepada de unos cuatro metros, con agarres, pero donde irás mejor si tienes piernas largas. Si eres ancho de huesos mejor buscar otra opción, pues no entrarás por la gatera y habrás trepado para nada, por lo que te quedará destrepar que siempre es más complicado. Superado el divertido agujero, nos aupamos a la primera cresta, la cual siempre tiene escapatoria a la derecha. No obstante, encontramos algún paso complicado, expuesto, sin un riesgo extremo, pero donde hay que poner los cinco sentidos para evitar problemas. La primera cresta termina en un falso collado. A partir de este comienza la subida a la cima, no tan escarpada, pero donde también hay que trepar. La parte final, con el geodésico a la vista, hay que hacerla también con mucho ojo. Desde allí arriba las vistas son preciosas, como no podía ser de otra forma: el Torcal, Horconera, Sierra de Loja, etc.

Bajamos un buen trecho, pero aún queda desnivel que subir, pues nos disponemos a recorrer toda la barbilla del indio. En esta bajada nos encontramos una cuerda en perfecto estado para librarnos de un tramo complicado. Una vez superada esta bajada, hay que hacer una buena subida de nuevo, con una pendiente importante, esta vez con más tierra que roca. Llegamos, para entendernos, hasta las fosas nasales del indio, desde donde comienzan a verse los tajos que después disfrutaremos en todo su esplendor. Desde aquí comienza la cresta de la barbilla, bastante más sencilla que la primera, la de las plumas. Recorrida entera la sencilla barbilla, nos disponemos a rodear toda la mole, pasando por las vias de escalada de la parte trasera de la nariz. Poco después encontramos una verera con la que subir el ritmo y volver a la ribera del Guadalhorce, a la vía y al coche.