Muela de Montalviche (Sierra del Gigante)
near Montalviche, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Precioso día de montaña compartido entre los amigos Toposierra. Destino determinado año y medio antes que ha superado expectativas en todos los sentidos. Desde la dureza del terreno hasta las sensaciones sublimes de compartir hábitat con las colonias de buitres y de realizar un recorrido entre dos dimensiones, la terrestre y la aérea.
Fuerte desnivel, terreno duro, inestable, pedregoso, riscos verticales, panorámicas aéreas y la compañía de los buitres es lo que puede definir este recorrido.
Para afrontar el último tramo hasta el mojón de la cima es muy recomendable el uso de cuerda si la consideramos una actividad de montañismo. Hasta aquí puede haber algún tramo algo expuesto que se puede afrontar sin problemas extremando la precaución, pero aquí un error es sinónimo de muerte.
Viéndolo como un tramo de escalada, no tiene ninguna dificultad, es horizontal y con buenos agarres, aunque el sinónimo sigue siendo el mismo.
Accedimos al punto de partida desde Vélez Blanco tomando la pista que va a la casa forestal Coto de Montalviche. Continuamos por la pista sobrepasada la edificación y, en la primera curva pronunciada a izquierdas, la abandonamos por otra pista de frente para estacionar el vehículo en un ensanche 1,5 km. más adelante.
Iniciamos el recorrido atravesando un campo de almendros en dirección a la masa boscosa que circunda la base de la montaña. No hay sendero, todo el recorrido se hace campo a través. En algún tramo se quiere tomar alguna traza como referencia de algo, pero realmente el camino se elige interpretando el terreno.
Cruzamos el bosquete trasversalmente porque queremos rodear el Peñón del Águila por la cara sur. Entramos en terreno pedregoso, con tramos bastante inestables, yermo, con escasos ejemplares vegetales y pendientes del 40-50%, incluso superiores en un par de chimeneas. A pesar de ello, vamos avanzando con mucho ánimo algo en diagonal para suavizar la pendiente, aunque el efecto es mínimo, queriendo sobrepasar el eje de la arista cimera del Peñón. Vamos ganando altura rápidamente y empezando a dejar el barranco a nuestros pies. También a encontrar mojones que nos animan sabiendo que vamos por camino correcto. La subida se mantiene sin descanso. Llegamos a una cueva enorme donde el espectáculo que se nos muestra de los buitres planeando es exclusivo. Al fondo, Vélez Rubio a los pies del Castellón.
Nos queda poco para llegar a la arista cimera donde, en un primer tramo, el camino se hace bastante más llevadero. Accedemos a ella a través de una puerta, una brecha natural en la roca que nos abre un nuevo paisaje a nuestros ojos y, arriba, la meseta cimera que parece que cada vez se aleja más.
La pendiente de la arista se empieza a agudizar de nuevo por un terreno de rocas de mayor tamaño. En algún momento hay que ayudarse de las manos y también trepar.
Una zona de curiosas formaciones rocosas al borde de un gran abismo nos da paso a la meseta cimera. Nos da la bienvenida el libro de visitas que hay dentro de un buzón instalado al efecto. Hemos completado la dura pero sensacional ascensión.
Para llegar al mojón cimero sólo tenemos que cruzar el medio kilómetro de la meseta en la misma dirección de nuestros pasos, por terreno de lapiaz, horizontal. Nosotros anduvimos bastante arrimados al filo sur para sentir la sensación de vacío. Las paredes que coronan la cima son cortados completamente verticales. La amplia Comarca de Los Vélez parece pequeña desde esta atalaya.
La meseta muere en un istmo muy aéreo y expuesto, un cuchillo que, en diez metros, da paso a la cima (1.554 m.). El tramo se hizo con cuerdas, íbamos preparados para ello. Si no, dudo que alguno de los osados que cruzaron lo hubieran hecho, aunque nunca se sabe.
Cada uno debe conocer sus facultades y limitaciones y ser coherente con la decisión.
En el ambiente se siente mucha energía y la sensación de plenitud es grande, pero falta completar la aventura con el descenso.
Para ello decidimos, una vez finalizado el tramo de la arista cimera, evitar cruzar al otro lado de la brecha, y bajar esta vez al bosque por la cara norte del Peñón del Águila.
Desde aquí estamos viendo el coche. Y dicho y hecho. En un fuerte, rápido y castigador descenso por un terreno malo, de las mismas características que este tramo de falda en la subida, llegamos al coche celebrando con gran satisfacción haber completado este espectacular itinerario.
Tuvimos que obtener autorización administrativa para realizar esta ascensión en zona protegida de aves. Vimos mucho buitre, como he dicho, y águilas en zonas limítrofes.
Fuerte desnivel, terreno duro, inestable, pedregoso, riscos verticales, panorámicas aéreas y la compañía de los buitres es lo que puede definir este recorrido.
Para afrontar el último tramo hasta el mojón de la cima es muy recomendable el uso de cuerda si la consideramos una actividad de montañismo. Hasta aquí puede haber algún tramo algo expuesto que se puede afrontar sin problemas extremando la precaución, pero aquí un error es sinónimo de muerte.
Viéndolo como un tramo de escalada, no tiene ninguna dificultad, es horizontal y con buenos agarres, aunque el sinónimo sigue siendo el mismo.
Accedimos al punto de partida desde Vélez Blanco tomando la pista que va a la casa forestal Coto de Montalviche. Continuamos por la pista sobrepasada la edificación y, en la primera curva pronunciada a izquierdas, la abandonamos por otra pista de frente para estacionar el vehículo en un ensanche 1,5 km. más adelante.
Iniciamos el recorrido atravesando un campo de almendros en dirección a la masa boscosa que circunda la base de la montaña. No hay sendero, todo el recorrido se hace campo a través. En algún tramo se quiere tomar alguna traza como referencia de algo, pero realmente el camino se elige interpretando el terreno.
Cruzamos el bosquete trasversalmente porque queremos rodear el Peñón del Águila por la cara sur. Entramos en terreno pedregoso, con tramos bastante inestables, yermo, con escasos ejemplares vegetales y pendientes del 40-50%, incluso superiores en un par de chimeneas. A pesar de ello, vamos avanzando con mucho ánimo algo en diagonal para suavizar la pendiente, aunque el efecto es mínimo, queriendo sobrepasar el eje de la arista cimera del Peñón. Vamos ganando altura rápidamente y empezando a dejar el barranco a nuestros pies. También a encontrar mojones que nos animan sabiendo que vamos por camino correcto. La subida se mantiene sin descanso. Llegamos a una cueva enorme donde el espectáculo que se nos muestra de los buitres planeando es exclusivo. Al fondo, Vélez Rubio a los pies del Castellón.
Nos queda poco para llegar a la arista cimera donde, en un primer tramo, el camino se hace bastante más llevadero. Accedemos a ella a través de una puerta, una brecha natural en la roca que nos abre un nuevo paisaje a nuestros ojos y, arriba, la meseta cimera que parece que cada vez se aleja más.
La pendiente de la arista se empieza a agudizar de nuevo por un terreno de rocas de mayor tamaño. En algún momento hay que ayudarse de las manos y también trepar.
Una zona de curiosas formaciones rocosas al borde de un gran abismo nos da paso a la meseta cimera. Nos da la bienvenida el libro de visitas que hay dentro de un buzón instalado al efecto. Hemos completado la dura pero sensacional ascensión.
Para llegar al mojón cimero sólo tenemos que cruzar el medio kilómetro de la meseta en la misma dirección de nuestros pasos, por terreno de lapiaz, horizontal. Nosotros anduvimos bastante arrimados al filo sur para sentir la sensación de vacío. Las paredes que coronan la cima son cortados completamente verticales. La amplia Comarca de Los Vélez parece pequeña desde esta atalaya.
La meseta muere en un istmo muy aéreo y expuesto, un cuchillo que, en diez metros, da paso a la cima (1.554 m.). El tramo se hizo con cuerdas, íbamos preparados para ello. Si no, dudo que alguno de los osados que cruzaron lo hubieran hecho, aunque nunca se sabe.
Cada uno debe conocer sus facultades y limitaciones y ser coherente con la decisión.
En el ambiente se siente mucha energía y la sensación de plenitud es grande, pero falta completar la aventura con el descenso.
Para ello decidimos, una vez finalizado el tramo de la arista cimera, evitar cruzar al otro lado de la brecha, y bajar esta vez al bosque por la cara norte del Peñón del Águila.
Desde aquí estamos viendo el coche. Y dicho y hecho. En un fuerte, rápido y castigador descenso por un terreno malo, de las mismas características que este tramo de falda en la subida, llegamos al coche celebrando con gran satisfacción haber completado este espectacular itinerario.
Tuvimos que obtener autorización administrativa para realizar esta ascensión en zona protegida de aves. Vimos mucho buitre, como he dicho, y águilas en zonas limítrofes.
Waypoints
Comments (2)
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Lo mejor de esta ruta fue la compañía sin duda.
Recalcar que hay que ir bien equipado con calzado y bastón ya que te es de gran ayuda en la ascensión, pudiendo ser utilizado como piolet en algunos tramos.
Importante llevar agua suficiente y no escasa.
El tramo que nosotros, Toposierra, realizamos, es muy peligroso y si no se esta seguro de lo que se hace mejor no hacerlo, y no dejar que la emocion te lleve a cometer una imprudencia.
Eiiii, amigo. Muchas gracias por aportar estos pequeños detalles que, en ocasiones, como ésta, se hacen fundamentales a la hora de llevar a cabo el proyecto.
Nos vemos en el monte...