Peña Altura desde Bielsa ( invernal )

En pleno corazón del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, entre el municipio de Bielsa y la zona más meridional del valle de Pineta, se encuentra una importante barrera montañosa conocida como la Sierra de la Sucas o Zucas.
El nombre de esta serranía, individualizada del macizo de las Tres Sorores por el collado de Añisclo y colindante con el sector de Escuaín, quizá no nos resulte del todo familiar, pero si hablamos de la inconfundible silueta de las Tres Marías (Zuca Punchuda, Zuca Roncha y Zuca Plana) que son los principales picos que la conforman, todo pirineista que se precie, conocerá el macizo al que me estoy refiriendo.
Esta estructura alpina, esculpida sobre calizas cretácicas y eocénicas presenta, especialmente, por la vertiente N, un modelado muy abrupto como consecuencia de la excavación glaciar ejercida por los hielos cuaternarios pero suavizandose en su avance hacia las sierras interiores, donde discurre la actividad que a continuación describiré.
La Peña Altura, ubicada al W del municipio de Bielsa y a medio camino de la conocida población de Tella, conforma junto a la Pala Montinier y al Puntal de Bachaco la estribación de la mencionada Sierra de las Sucas.
Este angosto enclave, que va cediendo altura conforme avanza hacia la vertiente sur del Valle de Pineta, está formado por extensas áreas boscosas que trepan por las faldas de las montañas entre grandes barrancos, los cuales anteceden a los pequeños, pero impresionantes, circos glaciares, donde se guarecen las rocosas cumbres.
Una vez conocida la ubicación y la orografía de este bello paraje, nos ceñiremos al track y tras haber pasado varios días en esta pequeña localidad del Sobrarbe, el punto inicial de la ruta lo fijaremos en el ayuntamiento. Siendo la zona más frecuente para comenzar su ascensión, el extenso parking que se haya en la entrada S del pueblo.
Así que con la mochila preparada y con un nublado día de montaña por delante, emprenderemos la marcha hacia nuestro objetivo, descendiendo desde la plaza mayor donde se ubica el consistorio, hacia el cauce del río Cinca que surca en dirección Oeste/Este la villa de Bielsa.
Nada más superar el lecho del río por un vetusto puente, giraremos a nuestra derecha de la marcha para tomar el sendero GR-19.1 que nos encaminará hacia el famoso paso de montaña del Portiello de Tella.
El inicio del sendero, se hace inmerso por una zona muy umbría, donde una abovedada senda conformada por bojes, avellanos y musgo, nos irán adentrando hacia La Man Pacina, denominación como se conoce a la vertiente S del Valle de Pineta. El balizado camino, nos regalará en su avance una espectacular estampa tanto del entramado boscoso por el que discurre, como del impresionante embalse represado de Pineta que visualizaremos en el fondo del valle.
Una vez superado este enrevesado y tedioso tramo, que en ocasiones nos habrá dificultado el avance, la senda dará paso a una zona algo más abierta y al amparo de los grandes pinares y abetales, tan característicos de la zona, iremos ganando altura por la serpenteante falda de la montaña, hasta las inmediaciones de la borda pastoril de Musulié.
La ganancia en altura en esta primera parte de la ascensión será significativa por lo que aconsejaría tomarlo con relativa calma, ya que el desnivel que nos restará hasta hollar la cumbre, todavía será, más que, considerable.
Alcanzada la vieja cabaña de Musulié, el camino, que nos dará una ligera tregua tras tan fatigoso comienzo, se adentrará por una pista forestal en dirección al Barranco de Montinier. Al cabo de unos 800 metros del transcurrir por la pista, deberemos estar atentos a nuestra izquierda de la marcha, para visualizar el cruce de caminos, que surca hacia el Portiello de Tella el citado barranco.
Desde este punto, la nieve comenzará a hacer acto de presencia, por lo que realizaremos una breve parada en la que aprovecharemos para calzarnos los crampones y reponer algo de energía.
La subida a partir de este momento y ante la ausencia de cualquier tipo de huella para su seguimiento, ha sido un tanto farragosa, puesto que al no ser un recorrido muy transitado en época invernal, la cantidad de nieve acumulada nos ha hecho tener que intuir el camino a cada paso que dábamos.
El comienzo del ascenso, discurre por un encajonado sendero que se va abriendo paso entre la espesa vegetación circundante, ganando altura, ligeramente, por la pradería de la Estibeta de Montinier. Conforme vamos dejando atrás la zona más rocosa o esa sensación fue la que no dió puesto que el tapizado manto blanco que lo envolvía todo, ya no nos dejaba atisbar ningún resquicio de piedra, el camino nos llevará a un área algo más despejada, donde empezaremos a contemplar los primeros ejemplares de pino negro y desde la que podremos vislumbrar los imponentes cortados de las pétreas cumbres. Así que con esta única referencia y esquivando en la medida de lo posible el arbolado, continuaremos ascendiendo por la ladera de la montaña que nos llevará, hasta la planicie donde se encuentra el bucólico refugio de Montinier.
El solo hecho de haber subido hasta este refugio, ya compensa en si la excursión, puesto que la idílica ubicación en la que está edificado, justifica, con creces, el esfuerzo realizado.
Tras inmortalizar tan bello enclave, proseguiremos el camino hacia la, ya, visible Sierra de las Zucas, siguiendo unas desdibujadas huellas de raquetas que, para nuestra sorpresa, se habían quedado impresas en la tupida nieve.
Siguiendo el rastro, alcanzaremos en pocos minutos una terraza superior, donde se ubica un pequeño abrevadero desde el cual, tendremos una bonita panorámica del circo glaciar que forman Peña Altura y el Mallo Gran, separadas entre si por el conocido Portiello de Tella.
A partir de este punto, comenzará la parte más dura de la ascensión ya que deberemos superar una larga pala de casi kilómetro y medio con desniveles que, en ocasiones, superarán el 40%.
La traza que desde el refugio ascendía hasta el abrevadero y que por momentos nos había alegrado la jornada, acabará por difuminarse en el manto nivoso, haciéndonos afrontar la subida hacia el collado de Tella de una forma, totalmente, intuitiva.
Buscando los pasos más cómodos y menos expuestos a caídas, comenzaremos ganar altitud por la falda de la montaña, viendonos obligados en un momento dado de la ascensión y debido a que la pendiente se agudizará notablemente, a cambiar uno de los bastones por el piolet por si en algún momento dado, su uso se hiciera necesario.
El progreso, en un principio, lo acometemos por el centro de la pala pero según vamos ganando altura, las cargadas cornisas donde se encuentra la visible salida hacia el collado, nos hace desviarnos hacia nuestra izquierda, buscando un punto de fuga algo más accesible. El ligero desvío que realizaremos, fue todo un acierto ya que la comoda salida que escogimos, nos depositó a medio camino de nuestro objetivo principal.
Alcanzado el Portiello de Tella y tras tán titánico esfuerzo realizado, decidimos hacer una pequeña parada para nutrirnos adecuadamente y así poder afrontar, con las energías renovadas, el escaso medio kilómetro que nos separará de la cúspide de Peña Altura.
Por el incómodo y frío viento que azotaba en el collado y ante la posibilidad de quedarnos helados si permaneciamos más tiempo parados, emprenderemos la marcha hasta su base, recorriendo, rápidamente, una amplia ladera que se descuelga hacia la vertiente S de la montaña.
Llegados a la pared, las dudas de como ascender hasta su punto más alto comienzan a aflorar, puesto que la prominencia a la que está elevada la cumbre, difería por completo a la impresión que mostraba en la lejanía.
Para afrontar su ascensión y debido a las condiciones climáticas tan poco inusuales en las que íbamos acometerla, tuvimos que sopesar los pros y contras de las alternativas existentes para hollarla.
La primera de ellas, consistía en bordear la base del promontorio por su vertiente S, avanzando por una estrecha faja y ganar la cumbre por su cara E, donde la montaña va cediendo altura, pero las reseñas que habíamos leído antes de iniciar la ruta, desaconsejaban por completo esta propuesta, debido a que en época invernal era algo expuesta.
Descartada esta, la segunda de las opciones que manejabamos era la más directa y se basaba en ascender hasta la cima por una fisura que se desprende de la falda W y aunque su dificultad, en principio no debía plantear problema alguno, los pasos de escalada de II grado por una pared completamente helada, nos hicieron, también, declinar la idea.
Así que si nuestra intención era acceder a la cumbre, tan solo nos quedaba una opción y aunque tampoco era una posibilidad que nos seducía por completo, la idea de abandonar nos hizo optar por esta última alternativa, la cual, nos llevará a rodear la base de la montaña por su vertiente N, hasta alcanzar una desprendida arista que tras varias trepadas, de mínima complicación, nos depositarán en el vértice geodésico que jalona la cima.
En el tramo hasta alcanzar la arista, habrá que extremar la precaución al máximo porque sin llegar a ser comprometido, es algo expuesto, necesitando de los dos piolets para poder progresar con seguridad.
Las vistas desde la cumbre no han sido todo lo satisfactorias que uno hubiese deseado, puesto que el estado nuboso del cielo que nos ha acompañado durante toda la jornada, no nos ha permitido disfrutar en plenitud del magnífico balcón en el que estábamos asomados.
Aun con todo y pese a no dominar por completo la zona por la que nos estábamos moviendo, conseguimos reconocer cumbres tan importantes como las de La Munia, Robiñera, Punta Fulsa, Punta Suelza, Pico de l'Orbar, Peña Solano, Castillo Mayor, Peña Montañesa, Sestrales, Punta Lierga, Pala Montinier, etc.
Tras las fotografías de rigor que atestiguaban la ascensión, iniciaremos el camino de vuelta retornado sobre nuestros pasos manteniendo especial atención, tanto en el tramo que nos llevará hasta la base de la cima, como en el descenso de la pala de acceso al Portiello de Tella.
Ruta altamente recomendable a la vez que muy exigente físicamente, ya que su transcurrir apenas nos dará tregua, obligándonos a realizar un gran esfuerzo para hollar la modesta, en cuanto altitud, cumbre de Peña Altura,
Destacar también los diversos parajes por la que discurre, puesto que la idílica ubicación de la cima, sus grandes áreas boscosas y su imponente circo glaciar, harán las delicias de todo montañero que este dispuesto a acometer la ascensión.