Peña del Castro, Peña de Diego y Peña Camponuera desde Cucayo

Ascensión a tres montañas alineadas de oeste a este a modo de cresta. Aunque parecen cimas inaccesibles mirando desde varios puntos, tienen sus puntos débiles y no son tan difíciles de subir.

Salimos de Cucayo; precioso pueblo entre montañas al sur de Liébana. Siguiendo una pista en sentido noreste nos acercamos en primer lugar a la Peña de las Ánimas para bajar desde allí hacia las Retuertas.
Tras vadear el río, comienza una subida vertical y de muchos metros de desnivel hacia el Collado de Castro. Hay que ir buscando el mejor terreno, evitando la maleza y aprovechando los senderos del ganado. Atravesando el camino que viene de Bárago, y tras una última subida, nos pusimos al pie de nuestro primer objetivo: la Peña del Castro.
Para ir a buscar su cima hay que pasar por una pequeña cueva que se encuentra justo bajo la cresta y tras atravesarla trepar una pared de unos 3 metros, que es la única dificultad para alcanzar la cumbre.
No es una trepada sencilla, porque se trata de una pared con pocas presas y además están escondidas bajo los arbustos que crecen allí. Hay que fijarse bien en la subida, para luego poder destrepar sin problemas. Aunque no es un paso expuesto, no es fácil.

Una vez superado el muro, se alcanza la cima tras un pequeño paseo. Las vistas son espectaculares, aunque nosotros tuvimos toda la zona baja cubierta de niebla.

Tras descender de nuevo al collado, cogimos un sendero que se adentra en el bosque para ir hacia la Peña de Diego. Al salir del bosque hay que superar la ladera de la cara sur de la montaña (cresta alargada), hasta alcanzar el collado.

Para acceder a la cima hay que subir por la cresta, de este a oeste. En los primeros metros se progresa con sencillas trepadas, para salir a una zona menos vertical y cubierta de hierba. Desde la parte alta del "prado", enfrente nuestro, se ve un embudo muy vertical de hierba. Este embudo tiene en su parte baja una caída de muchos metros; para continuar hacia la cima, la mejor opción es descender el embudo con mucha precaución y volver a remontarlo por el otro lado. De esta manera, con una pequeña trepada final se alcanza la cima de la Peña de Diego.

De nuevo, espectaculares las vistas, aunque la niebla seguía cubriendo los valles y subiendo de vez en cuando hacia las montañas.

La última montaña del día (Peña Camponuera) es técnicamente la más fácil de las tres de la jornada: su cara norte es una ladera herbosa (con mucha pendiente en algunos tramos) y es por allí por donde se puede ganar la cima sin mucha dificultad y con varios accesos posibles. Aunque por otro lado, en la parte alta nos encontramos con la hierba alta y algo de maleza, lo que dificultaba algo la progresión.

En la vuelta hacia Cucayo no vimos un camino claro, lo que nos obligó a improvisar algunos tramos campo a través. Tuvimos la suerte de no encontrarnos con terrenos incómodos, pero seguramente haya mejores opciones.

La ruta es espectacular y el entorno solitario y precioso. Cucayo y sus montañas merecen mucho la pena.