San Millán, cima más alta de Burgos, desde el Refugio Zarcia

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Reseña de la ruta en Adventoorer: San Millán desde el Refugio Zarcia.

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Hoy voy a subir el San Millán, y por fortuna ha amanecido un día espléndido. Soleado y con una temperatura perfecta. Parece mentira que ayer hiciera tan malo. Me alegro. Por lo menos, esta jornada veré por dónde voy.

Me acerco al pueblo de Santa Cruz del Valle Urbión, y desde allí me dirijo al refugio Zarcia por una pista larga y en buen estado. Aquí empiezo a andar.

Voy a subir por el fondo del valle, siguiendo el río Urbión, y a bajar por las cascadas. La subida se parece a la de ayer al San Lorenzo. Muy bonita, por bosques, junto al agua. Un paseo muy disfrutón, aunque hoy sin niebla.

El camino sube suavemente y sin descanso, hasta que sale del bosque a campo abierto. Por esta zona hay varias majadas, con sus cabañas correspondientes, tanto en la subida como en la bajada.

Al frente veo mi objetivo. El camino me dirige hacia una pedrera al fondo, que debe de ser el camino habitual de subida. Yo no voy a ir por ahí, porque quiero ver la Laguna de San Millán. No por nada en particular. Simplemente la he visto en el mapa, y me apetece acercarme. Así que me desvío un poco, siguiendo un caminito que no esperaba encontrarme, pero que ahí está. El sendero me lleva hasta una planicie herbosa que resulta ser la laguna. No hay ni pizca de agua. No sé si se ha secado definitivamente o es algo circunstancial de esta época del año.

Bueno, pues nada. Un poco chasqueado por la sequedad, me decido a seguir hacia arriba por aquí mismo. El camino ya ha desaparecido, pero es perfectamente posible seguir subiendo por las terracitas que van elevándose, y no me apetece intentar retomar la ruta de subida habitual.

Sin mayores problemas sigo hacia arriba hasta que acabo llegando a un sendero muy bien marcado que un poco más adelante acaba en la cima.

Desde aquí hoy sí se puede ver bien a lo lejos, y a eso me dedico durante un buen rato. El San Lorenzo se distingue claramente al este. Poco más soy capaz de reconocer.

Me sorprende la cantidad de basura que hay en las cimas de esta zona. En el San Lorenzo había un montón de cachivaches, y aquí, aparte del típico vértice geodésico elevado sobre una torreta, hay un antiguo pluviómetro, cruces, llaves inglesas y tonterías similares. Debe de ser una costumbre ensuciar la montaña con cualquier cosa que se tenga a mano.

Después de desahogarme despotricando un rato contra todo esto, haciendo gestos con el puño, empiezo el descenso. Voy por el cordal que se acaba en el Trigaza, allá a lo lejos. Según me acerco, me planteo llegar hasta él, pero no está tan cerca como pudiera parecer, y lo dejo para otra ocasión.

Salgo del cordal para ir bajando hacia la zona de las cascadas. Toda esta bajada me la esperaba más agradable, pero me resultó bastante penosa. Por la parte de arriba hay mucha vegetación, y atravesarla es un incordio. No debe de venir mucha gente por aquí. El camino que sigo es muy estrecho. En una ocasión meto el pie en un hoyo que no se ve, y me pego un tortazo monumental, cayendo todo a lo largo. Impresionante.

Después me encuentro con algún cartel que me dirige al bosque. Es muy bonito, sí, pero me cuesta bastante seguir el camino. Igual es fallo mío, pero según voy bajando por las cascadas, en algún momento me salgo del sendero y me enrisco un poco. Acabo retrocediendo sobre mis pasos hasta que reencuentro el camino correcto, creo que bastante poco señalizado. En ningún momento hay que meterse mucho por los barrancos. Siempre cerca del arroyo.

Otra cosa es lo penosamente que me graba la ruta el gps cuando voy por bosques. Tal vez tanto golpe como se ha llevado le ha hecho perder sensibilidad…

Baja que te baja, acabo llegando de nuevo al fondo del valle y engancho con el camino de subida cerca del fin de la ruta.

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