Tajos del Nevero (3204 m) y Tozal del Cartujo (3152 m), invernal desde Borreguiles

Tenía yo pensado escribir la ascensión al Veleta realizada un par de días antes, hasta el día en el que subí al Cartujo pasando por los Tajos del Nevero. La trascendencia y el disfrute montañero no admite comparación. A pesar de ser el Veleta la tercera cumbre más alta de la península (3396 m) y probablemente la más fotografiada (se ve desde la Alhambra), y de considerarse además una de las rutas clásicas de montañismo de este país de marcianos en el que nos ha tocado vivir, a mi me pareció una sosería, exenta de las alegrías que me producen cumbres de mucha menor altitud.
Cavilando sobre esta pequeña desilusión que me produjo subir al Veleta, y de nuevo “atufado” por la cantidad de gente que había a pesar de ser un jueves y por tener que cruzar las pistas de esquí, y gruñendo para mis adentros, partí de la zona de Borreguiles adonde había llegado en telecabina, ahorrándome así repetir un aburridísimo paseo por las pistas desde Hoya de la Mora ( y de paso 3 kms y casi 200 m de desnivel...)
Desde el inicio llevaba puestas las raquetas, bonito juguete de montaña, ya que aunque había mucha nieve el día iba a ser caluroso y presentía nieve blanda y al final del día merengue total. Veréis en las fotos zonas de nieve marronácea,que se corresponde con nieve antigua, tintada con arena del desierto; la zona blanca se corresponde lógicamente con la que había caído hace 5 días. Iba en ésto pensando que iba a tener de nuevo un día de montaña algo sosaina, tanto que entre tanta pista dí alguna vuelta innecesaria, cuando tras pasar la teórica Laguna de las Yeguas ( invisible al estar helada y nevada), lugar de nacimiento del río Dílar (en árabe Reina de las Aguas) y cruzar la última pista de esquiadores y surferos llegamos a los Tajos de la Virgen y aquí cambia todo. Y todo es todo. Belleza y soledad abrumadora en un día esplendente viendo toda la cara Norte de los Tajos y así empezar a ascender con esa sensación que sólo puede producirte la montaña. Aquí me encramponé con la consiguiente sensación de seguridad que este maravilloso invento nos da en la montaña. No estaba la nieve lo sólida que hubiese deseado y además no había ninguna huella en todo el recorrido, y debo reconocer que me costó alcanzar la cumbre de los Tajos del Nevero, no porque hubiese ninguna dificultad técnica, sino porque los últimos 500 m tienen una pendiente media del 33% y uno se va haciendo mayor. Esta cumbre, con el Tozal del Cartujo y los Tajos Altos al E-SE y los Tajos de la Virgen y el Veleta al N-NO, forma la barrera que dió lugar en sus tiempos al circo glacial donde nace el Dílar, teniendo desde aquí por tanto una vista privilegiada de estas cumbres y de todo su cordal, y de mucho más allá también.
Nos dirigimos hacia un colladín que tiene la cuerda hasta empezar a ascender el Cartujo, encontrándonos antes un pluviómetro y poco después las ruinas del refugio de Elorrieta, denominado así en honor de Octavio Elorrieta, director general de montes en los años 30, época en la que fue construído con fines científicos para estudios en la cuenca alta del río Lanjarón. Aunque está en muy mal estado, siempre que veo algo parecido pienso que puede venir muy bien en alguna situación meteorológicamente comprometida.
Siguiendo la cuerda nos encontramos algún paso aéreo en el que hay que echar las manos, y en los que habrá que tener cuidado y mirar bien donde ponemos la bota. También hay un par de laderas, cortas en longitud pero de pendiente significativa (60%) en las que tendremos que usar con mucha seriedad los crampones, no siendo por tanto recomendable para quien no esté acostumbrado a ladear con ellos tanto con nieve blanda como dura, ya que encontraremos ambas, y el sopapo que nos podemos dar es importante.
Alcanzamos así la cumbre del Tojal del Cartujo, redondeada y con algunas piedras, y viendo enfrente nuestro los Tajos Altos, a los que pensaba llegar, pero de los que tuve que desistir por tiempo ya que el último telecabina salía a las 17 h y no me apetecía NA-DA bajar con nieve paposa por las pistas de esquí hasta Hoya de la Mora.
Volví sobré mis pasos y al llegar al collado de Elorrieta y en la cota de aproximadamente 3100 anduve sobre un km sin perder altura, habiendo aquí otra ladera, ya con la nieve blanda, donde habrá que usar con tino el material invernal. He marcado con un waypoint los sitios donde creo que hay que andar con más cuidado.
Desde aquí nos dirigimos a los Tajos de La Virgen para volver a descender hacia la Laguna de las Yeguas, donde la nieve estaba tan deteriorada que me volví a poner las raquetas.
Estaba tan feliz por una sorpresa de jornada tan bonita de alta montaña invernal que no me molestó coger directamente una pista que me condujo hasta el punto de partida.
La calificación siempre me supone un dilema; la he puesto moderada por los pasos descritos y por la necesidad de usar con corrección piolet y crampones.
Mi agradecimiento a Alsamuz por los consejos y el track.
Y si váis a Sierra Nevada, no os olvidéis del Tozal del Cartujo, es una alegría de montaña.