Torre de los Horcados Rojos (2.506 m) y Cabaña Verónica, invernal desde El Cable

Quiso el Dios de la Montaña otorgarnos entre unos días de tiempo pésimo las horas justas de un sol esplendente para hacer una bellísima jornada de alta montaña invernal en el macizo central o de Los Urrieles en Picos de Europa. No sería capaz de describir la sensación de regreso a la alta montaña, mi hogar sentimental, tras tantos meses de hastío provocados por un virus que se mata con jabón Lagarto y que la pésima gestión de la clase política mundial ha convertido en una muy dolorosa pandemia.
Salimos por tanto lo antes que se puede desde El Cable, que son las 10 de la mañana, horario siempre este tardío para cualquier montañero, pero tal vez comprensible para un servicio que entre semana, tal y como lo hice, no sube a nadie antes de esa hora. Digo entre semana, y como tal elegí el día , para evitar las hordas que suben los festivos al Cable, así como en lo posible las procesiones hasta Cabaña Verónica. Jamás había visto este refugio sin nadie, ni jamás había llegado hasta él sin ninguna huella, lo que a la vez que nos alegraba la marcha nos hacía la progresión más lenta, ya que estaba la nieve bastante blanda, y huella nientis nientis. Es curiosa la diferencia entre seguir un camino o huella en la nieve, a ir por nieve virgen o terreno sin senda, camino, vereda o calzada; no sólo vas mucho más rápido al no tener que estar orientándote constantemente, sino que, al menos para mí, la fatiga mental, tan importante en la montaña, es mucho menor.
Seguimos pues la indicación de Cabaña Verónica que nos encontramos en la horcadina de Covarrobres a menos de un kilómetro de El Cable, donde está la bifurcación que en el otro sentido nos llevaría a los Puertos de Áliva. Es casi gracioso que en todas las rutas que he leído, que son muchas, pone que hay que seguir la desviación del letrero de Horcados Rojos, letrero este que no yo no ví por ningún lado, estando en esa dirección únicamente el de La Verónica. Desde aquí, si miramos de izquierda a derecha tenemos una muy curiosa vista, dándonos cuenta como la topografía y la distancia hacen no solo que cambie el aspecto de la montaña, sino que parece que se han movido; aunque bueno, igual lo hacen. Vemos Peña Remoña, Torre Salinas, Torre de Llordas, Pico de La Padiorna, San Carlos y Torre Altáiz, en ese orden. Un poco más adelante , a nuestra izqda, los lagunas de Lloroza, parcialmente heladas, y limitando la pista por la derecha, la pared oeste de Peña Olvidada, que realmente lo está, ya que a pesar de ser una preciosa mole de piedra nadie ni la menciona, supongo que al tener en mente las cumbres mucho mas glamorosas que van a ir apareciendo. En media hora, y viendo ya al fondo del valle La Torre de los Horcados Rojos, nos plantamos en La Vueltona, a 1940 m de altitud , y donde todavía vemos una pintura del PR por el que andamos. En la lejanía, y sabiendo donde está, vemos un puntito brillante: la cúpula metálica de Cabaña Verónica, resto de una batería antiaérea del portaaviones USS Palau, y que por unos de esos maravillosos zigzags que da la vida y que hacen grandes a las personas (Conrado Sentíes promotor e ingeniero, Luis Pueyo arquitecto y Mariano Sánchez Madina, montañero y primer guarda) hacen de ese refugio uno de los más queridos por todos los montañeros, y que tiene entrañable hasta el nombre, Verónica, una de las hijas del artífice del proyecto. Desde aquí quiero hacer también el pequeño homenaje a este maravilloso refugio que siempre rindo cuando lo veo.
A partir de ahora nieve constante, y blandita de momento, así que andando por donde mejor nos parecía (y no debió ser mala elección porque algunos grupos que fueron a la Verónica más tarde siguieron nuestra huella) y tras una estupenda sudada llegamos al colladín que deja a nuestra izquierda Cabaña Verónica y a la derecha el collado de Horcados Rojos, que era por dónde teníamos que pasar, pero, cosas del sentimentalismo montañero, la Verónica era como un imán, y no pude resistir hacerle una pequeña visita, y maravillarme no solo por la astucia e intuición de quienes la pusieron ahí, sino también por las imágenes que a todos los que hemos estado ahí se nos quedan grabadas en la retina, el Madejuno, Tiro Llago , Torreblanca Tiro Tirso y LLambrión al Oeste, al Norte el inconfundible Tesorero, al Noreste La Torre de los Horcados Rojos y Picos de Santa Ana.
Desde aquí al collado de los Horcados Rojos seguimos sobre nieve blanda, pero sin mucho sufrimiento, ya que sabemos lo que va a aparecer dentro de nada tras el Jou de los Boches…y el Urriellu, y tras de él, la sierra de Cuera, y tras ella, el Cantábrico

Y desde este precioso collado empezamos la ascensión a La Torre de los Horcados Rojos, afortunadamente ya con nieve dura, y por dónde mejor nos parecía, lo que como se ve en el track nos llevó a una pequeña confusión de unos 20 m a partir de la cual una pendiente de hielo, corta pero con mucha inclinación nos hizo desandar los susodichos metros y ascender por el camino “bueno”; lo digo porque sin nieve es más que probable que el camino no vaya por ahí, sino que creo que va zigzageando más al Norte, siendo el nuestro algo más duro, pero también más directo. En cualquier caso, no tiene mucha pérdida. Con nieve aquí es imprescindible el manejo correcto de piolet y crampones para subir (y sobre todo bajar) con seguridad. Pues con dichos artilugios y haciendo algún zigzag (que uno se va haciendo mayor para subir “to parriba” con nieve dura y algo de hielo) subimos los 660 metros que separan el collado con la cima de los Horcados Rojos con un desnivel de 200 metros y una pendiente media de casi el 30%
Y como suele ser habitual cuando piensas que estás arriba ves que falta un poquito, en este caso un poquito que tiene el único paso algo complicado, al ser estrecho y tener bastante patio a ambos lados; con tranquilidad se pasa bien y en nada estamos arriba del todo.
Siempre escribo que no preciso de la postal para subir una montaña, y que desde luego esa no es la razón por la que lo hago (puedes hacer una postal más bonita desde un avión), pero también es verdad que a veces, como en este caso, es apabullante, y te quedas embobado y con los pelos como escarpias recorriendo con la mirada y como canturreando la visión de 360º de picos de Europa que esta maravillosa cumbre te permite disfrutar, sería tedioso enumerar todas las cumbres que se pueden ver desde aquí, pero el nombre, aparte de la curiosidad, es lo de menos. Es de una belleza indescriptible para un yayo montañero que no sabe escribir, y que , aunque supiera, tampoco sabría transmitir la sensación que la montaña produce

El regreso lo hicimos por el mismo sitio teniendo como curiosidad la visita de unas chovas piquigualdas que , habituadas a compartir las viandas con los montañeros aparecieron en cuanto sacamos el pan.
El descenso antes de la Vueltona se nos hizo algo pesado al estar la nieve ya muy blanda, pero se andaba con mucha alegría saboreando el gran día de alta montaña en soledad en un paraje tan bello como el macizo de Los Urrieles de Picos de Europa.
En cuánto llegamos a El Cable…se puso a llover.
Un privilegio

NOTA: La ruta sin nieve/hielo no tiene dificultad. La calificación de moderada es por la necesidad de usar correctamente piolet y crampones