Torreón y Hermanitos, de la Central del Chorro al Refugio del Travieso

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Torreón y Hermanitos, de la Central del Chorro al Refugio del Travieso.

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Es la época de las Perseidas, y venir a Gredos a verlas es una excusa tan buena como cualquier otra para darse una paliza en la Sierra de Candelario.

Vamos a cruzar la Sierra de este a oeste, aprovechando para subir las cumbres más famosas de la zona y remojarnos donde se pueda.

La noche del viernes hacemos vivac junto a la Central del Chorro. Se llega atravesando Solana de Ávila en dirección a Zarza, y saliendo por la pista que aparece a medio camino. Luego hay que seguir las líneas de alta tensión y se llega a un aparcamiento con espacio para varios vehículos.

Ahí mismo echamos los sacos, con la intención de ver alguna estrella fugaz. Pero por mi parte no hay ningún éxito. Si de día soy talmente medio topo, de noche soy topo entero. Al cabo de un rato de mirar y mirar, y no ver nada, decido intentar dormir. Tampoco se puede decir que lo consiga, porque no paro de enredarme en el saco. Y con tanto movimiento intentando escapar, no hago más que resbalarme por la ladera. Tengo que gusanear continuamente para no acabar bajo el coche. Algo acabo durmiendo, pero me levanto molido.

Mala cosa, porque la ruta es larga y bastante dura.

A lo lejos se ve la tubería que baja a lo loco desde la Laguna del Duque. Hacia allí vamos, directo por las rocas. Hay hitos de piedra, pero el camino es evidente. Creo que hay un camino alternativo a este, que seguramente esté impracticable cuando las rocas están húmedas. Hoy se camina estupendamente.

En poco rato se alcanza la laguna, enorme, donde está prohibido el baño. No pasa nada, aún no hace mucho calor y la subida se lleva bien. Aprovecho para echar un ojo al refugio no guardado que hay aquí mismo. Bastante sucio, pero con suficiente espacio para varias personas.

Rodeamos la laguna por la derecha, con la vista fija en el barranco del fondo, hacia donde hay que ir. Por allí baja el arroyo Malillo, que desagua en la laguna. Hay una nube encerrada en esa zona que no me gusta, pero que afortunadamente acaba por desaparecer.

Según entramos en el barranco, este se va estrechando y estrechando. En un momento dado hay que trepar un rato para subir a la parte alta. Trepadas sencillas y sin peligro.

El camino sigue más o menos cómodamente. Por aquí baja el arroyo, y en el terreno puede haber trampales donde meter la pata si no se va con cuidado. Hay que tener un poco de ojo, por los esguinces y por el barro.

A estas alturas ya hace calor, y la subida está siendo cansada, así que se agradece parar un rato a darse un chapuzón en la lagunilla de Hoyo Malillo. Agua muy fría y muy refrescante. Demasiado. No aguanto mucho tiempo dentro.

Pero es una gozada quitarse el calor de encima, y salgo del agua repuesto, listo para las últimas subidas, un poco bruscas. La primera por una canal herbosa y algo vertical, que se ve desde lejos, y la segunda, más corta, por piedra. Con un último esfuerzo, llego al cordal.

Ya ha pasado lo más duro, pero queda muchísimo por andar todavía hasta llegar al Refugio del Travieso.

De momento vamos a echar un vistazo a la Canal de las Agujas. Está cerca, y es bastante llamativa. Con nieve tiene que ser terrorífica. Ahora mismo se puede recorrer sin mucho problema, pero es muy muy vertical.

Hoy el objetivo es el Torreón. Mañana, de vuelta, subiremos el Canchal de la Ceja.

El único problema para llegar es superar el Tranco del Diablo, un paso equipado con una cadena. Agarrándose con fuerza y apoyando bien los pies no hay mayor problema para bajar. Justo detrás está el vértice del Torreón, elevado en una torrecilla.

Nunca he entendido bien el problema que hay con la otra cima que hay aquí al lado. No sé si alguien la considera más alta o algo así. Pero como está aquí mismo, se sube también, por si las moscas.

Antes de bajar del cordal nos acercamos a los Hermanitos. Las otra vez que estuve por aquí no me dio tiempo a subirlos, pero hoy sí. Primero el Hermanito del Este, que es el más peliagudo. Hay que hacer una trepadita por el frente. No es demasiado complicada, pero tiene su aquel. No bajo por el mismo sitio, sino que rodeo por el lado este, por una pequeña terracita tras la que hay que dar un salto algo expuesto.

El Hermanito del Oeste no tiene ninguna dificultad y pilla de camino hacia el sendero de bajada. Pedrera arenera medio resbaladiza. Cae directo al río Cuerpo de Hombre, donde me doy el segundo baño del día. Esta agua está algo menos fría que la de la lagunilla de antes, y el baño es rejuvenecedor. Maravilloso.

Esto es lo mejor para coger fuerzas para la calcetinada que queda ahora. Porque el refugio está a siete kilómetros de aquí todavía, y se hacen eternos. Enfilamos hacia la Plataforma del Travieso, en una ligera subida que a estas alturas es bastante dolorosa. Al cabo de mucho rato la ladera empieza a bajar, y la cosa mejora bastante.

Desde la plataforma se puede bajar por el duro asfalto, o atrochando por un sendero, que es el que seguimos, claro. Se ahorra mucho camino y la carretera es espantosa.

Al llegar al refugio tengo las rodillas muy bien, lo que me sorprende. No me duelen ni me molestan. Eso sí, las plantas de los pies me hierven. Pero el refugio, u hotel de montaña, que no conocía de nada, está muy bien equipado, y la ducha me repone lo suficiente como para sentarme a cenar muy a gusto. La cena es extraordinariamente generosa, imposible de acabar, y muy rica, y la cama me sabe a gloria después del vivac.

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