Travesía y ascensión al Cotiella

Pura roca, puro bosque, puro prado y pura agua, sin transiciones ni medias tintas, una larga tregua en la conquista del recinto amurallado del Cotiella, los arboles aguardan sin prisa la rendición de la piedra.



Justo al asomar hacia el Ibón de Plan, llama la atención como el Paisaje del Cotiella tiene segregados sus cuatro elementos: roca, bosque, prados y agua. Sus formas y colores, claramente diferenciados, no se mezclan, y las transiciones se resuelven en una línea. Es un lugar solitario, fuera de las rutas convencionales del Pirineo. El hecho de no alcanzar por poquito los 3000 metros de altitud, y situarse en la franja del Prepirineo, no ayuda en absoluto a su conocimiento. Particularmente, la impronta que me marcó la primera visita al Pirineo Aragonés, fue los paisajes que dominaban el GR 11, y el Cotiella, quedaba muy lejos. Sin embargo, fue un antiguo mapa que compramos en aquellos días hace mas de 10 años, el que me animó finalmente hacer una visita para tres días no completos. Esto y su descripción en la publicación de “Ascensión a las 100 cumbres más Bellas del Pirineo”, de la que recuerdo hacia especial énfasis en la sequedad de la zona, su naturaleza caliza y sus aspecto desértico.

Al igual que en los libros, me gustan las aventuras que comienzan desplegando un mapa en la mesa de un salón. Me llamó la tención su aspecto diferenciado del resto de montañas próximas, y dos de sus circos glaciares claramente diferenciados. La travesía que diseñé se basó en primer lugar en las fuentes de agua escasas en la zona, y el Circo de Armeña, punto focal al que mi mirada se dirigía siempre que miraba el mapa. Sobre el terreno también me llamó mucho la atención la Ribereta, por encima del Ibón de Plan.

Finalmente resultó un recorrido circular completo, de inicio y fin en el pueblecito de Saravillo, usando para la aproximación al Ibón de Plan el GR 15. Tres días de los cuales solo usaría la tarde del primero y la mañana del último.

No arriesgué mucho y con acierto, al no echar crampones y piolets, solo la tienda vivac que me resultó útil todas las noches de la travesía, así como un par de reservorios de agua que llevarían los perrillos en sus mochilas, ya que tras el refugio de Armeña tenía previsto no encontrar ningún punto de agua. La aproximación por el GR 15 hasta el refugio de Lavasar, evita casi por completo la pista que termina en el mismo, y transcurre por bosques densos de pinos y boj, para llegar al encantador paraje donde se sitúa el Ibón. El Cotiella se muestra aquí claramente, y nos da una idea de lo que nos espera en la siguiente jornada. En el segundo día nos trasladamos al Circo de Armeña por el Collado del Ibón. Aquí encontraremos un refugio, de buena calidad y bien cuidado, al que prestamos especial atención de su situación para una posible retirada en un día lluvioso que amenaza empeoramiento, donde las nubes bajas también iban a resultar un problema añadido para la orientación. Iniciamos el ascenso directamente hasta el Collado de Cotiella a medida que el día se aclara para bien y de aquí pasamos a la cabecera del valle opuesto que con comodidad al principio y alguna trepa al final, permiten alcanzar la cumbre del Cotiella. Descendemos rápidamente al Cluo Gran, un karst de gran extensión cuyo relieve es engañoso, y donde empezamos a buscar un lugar donde pasar la noche. Un par de charcas de lluvia de la noche anterior nos permiten inesperadamente repostar agua, y que prudentemente tratamos con pastillas potabilizadoras. Finalmente ponemos la tienda vivac en una hermosa dolina con vistas. Al día siguiente bajamos por un sendero cada vez más claro a medida que avanzamos y que nos lleva al refugio de Santa Isabel. Desde aquí, y unos metros más abajo localizamos el inicio de un sendero que evita la pista que llega al refugio, y que enlaza de nuevo con el GR 15, en sus últimos metros antes de llegar al pueblo de Saravillo.

Las montañas del Macizo del Cotiella son de paisajes claros y rigurosos. La serenidad que suelen dar los bosque y prados típicos del Pirineo desaparecen repentinamente cuando la montaña decide elevarse. El Circo de Armeña es decididamente áspero. Transcurre por pedreras y karst rocosos en completa ausencia de prados, bosques y agua, aspecto que me recuerda en parte a algunas de las Sierras del Sur de España. Una grata sorpresa.