Cañón del Rio Santo Domingo. Valle de las cascadas

El Río Santo Domingo, uno de los grandes y bellos ríos de Antioquia. Este se une con el Melcocho para luego desembocar en el Rio Verde, que después de recibir las aguas del Rio Calderas se convierte en el gran Rio Samaná Norte, ese que se aprecia en la autopista Medellin Bogota luego de la entrada a San Luis, donde recibe también las aguas del río Dormilón.

El Río Santo Domingo es formado por un sinnúmero de cascadas que caen desde las altas montañas del Carmen de Viboral. El Valle de las cascadas corresponde al Valle de este río, el cual se puede recorrer a pie o a lomo de mula por unos agradables caminos y
potreros, donde se van apreciando, imponentes, muchas de dichas cascadas, a lado y lado del río.

Las Catalinas, Santa Barbara, Potosí, y la Esmeralda, son algunas de estas espectaculares cascadas, tal vez esta última la más emblemática y visitada.

Tuvimos la oportunidad este puente festivo de visitar esta zona y nos embarcamos en la aventura de llegar allá y devolvernos en nuestras bicicletas, partiendo desde nuestro hogar en el Retiro, disfrutar de ese lugar y luego devolvernos nuevamente en nuestras "mulitas de acero".

Fueron 3 dias, 3 jornadas muy exigentes, pero todas 3 igualmente muy satisfactorias, de las cuales relato un poco:

Día 1. Salimos desde el Retiro en nuestras bicis ya con el equipaje acomodado en ellas. Partimos pasadas las 8 am hacia La Ceja , luego seguimos a la Union y de allí buscamos la via al Carmen de Viboral, pasando por el alto de la madera, para luego desceder a la Chapa y desde allí subir al Boquerón y en ese punto desviarnos a tomar un bonito pero exigente camino que nos sacó a la Autopista Medellin Bogotá al nivel de la entrada de Cocorná, en el sector de la Hundida.

Allí bajamos por la autopista hasta la Piñuela donde tomamos el camino que nos llevaría a la Vega. Siendo un poco menos las 5 p.m. llegamos al lugar donde pasaríamos la noche, al mirador del santo domingo. Nos instalamos, conversamos con los anfitriones, Nestor y Diana, luego una rica cena para irnos a descansar, escuchando la lluvia que empezaba a arreciarse.

Día 2. Luego de una noche algo intranquila por el ruido generado por la lluvia en el tejado, que se incrementaba en algunos momentos, nos levantamos temprano con el canto de
las aves y el fuerte sonido del río. Nos organizamos, desayunamos y empacamos los fiambres que nos tenían ya preparados para irnos a caminar al valle de las cascadas. Una caminata de 17 kms por un terreno bastante exigente. Partimos hacia el sector de las
Catalinas para conocer un charco (el silencio) que nos habían recomendado, camino hacia la vereda Morros. Luego de disfrutar este espectacular sitio nos devolvimos un poco para retomar el camino a Santa Inés, que resultó ser un exigente ascenso para
encaramarnos al filo de una montaña donde obtuvimos una magnífica divisa; en un punto logramos apreciar unas 7 cascadas a nuestro alrededor, hacia uno y otro lado. A nuestra izquierda sobresalían las cascadas Potosi y la Esmeralda y a nuestra derecha las
Catalinas y Santa Bárbara.

En la escuelita de Santa Inés empezamos el descenso al rio. Durante dicho trayecto, luego de cruzar un pequeño arroyo, llegamos a un punto donde teníamos de frente, al otro lado del río, la cascada Potosí; allí, bajo la sombra de un buen árbol y con tan
espectacular divisa nos dispusimos a almorzar... no se que fue mas placentero, si el sabor de tan delicioso fiambre, la refrescante limonada que habíamos dejado congelando desde la noche anterior y aún se encontraba fría, la tranquilidad del lugar, el sonido del
agua, del viento, de las aves, el revolotear de las mariposas, la divisa, el horizonte que nos mostraba lo que habíamos recorrido y también lo que nos faltaba, el azulado cielo, la compañia... en fin, creo que la suma de todo.

Luego de este placentero momento y de un corto descanso continuamos descendiendo por un camino bastante pedregoso, siempre observando a la distancia, pero cada vez más cerca la cascada la Esmeralda, hasta que, completamente sofocados por el calor,
llegamos al río en el sector de la Represa donde hay un puente que permite cruzarlo para tomar al otro lado el camino para llegar a la Esmeralda. Antes de llegar a la cascada llegamos a la casa del predio donde se encuentra esta, allí nos refrescamos con unas frias cervezas para dirigirnos finalmente a este tesoro natural.

Esta cascada es impresionante; su altura, la fuerte brisa que se empieza a sentir al acercarse a ella, el fuerte sonido del agua golpeando las rocas, la sensación al ingresar al charco que se forma en la base es indescriptible...

Después de relajarnos y refrescarnos un momento en tan maravilloso lugar, emprendimos el regreso a la Vega por un hermoso camino con el rio siempre a nuestra izquierda y una vista espectacular durante todo el recorrido. Pasadas las 5 p.m. llegamos a la posada, donde cenamos, departimos un rato con los anfitriones, para luego irnos a descansar, para lo que nos esperaba el día siguiente, el regreso.

Día 3. Después de una tranquila y apacible noche, el canto del gallo nos despertó bastante temprano. Aprovechamos para hacer un poco de pereza en una hamaca, mientras contemplábamos el amanecer. Luego nos empezamos a organizar, empacamos los bolsos para acomodarlos en las bicicletas. Un buen desayuno. Guardamos los fiambres y la limonada congelada. Un poco de aceite a las bicis, revisamos aire y arrancamos.

Siendo las 8 a.m. dimos nuestro primer pedalazo.... el camino desde el principio fue exigente, no dio tiempo de calentar las piernas que traíamos resentidas de las 2 jornadas anteriores. Al cabo de 1 hora ya estábamos en la Piñuela. Salimos a la autopista y
bajamos unos metros para dejar rápidamente esta y tomar el camino del Ocho que bordeando el río Cocorná nos llevó a esta poblado. Llegamos allí pasadas las 10 en medio de un fuerte calor. Nos refrescamos un poco y continuamos saliendo por la via al Chocó, para luego llegar al Ramal en la via que conecta Santuario y Granada. El paisaje inmejorable durante todo el trayecto; pero el calor se sentía bastante fuerte también.

En el Ramal tomamos la vía a Santuario. En esta buscamos un lugar donde almorzar, llegamos al alto del Palmar para luego descender a Santuario . Allí tomamos la vía al Carmen de Viboral, luego a La Ceja para finalmente, pasadas las 5 p.m. llegar al Retiro a nuestro punto de inicio.

Finalizamos así, sin percance alguno, esta buena aventura. Una más para nuestro álbum de recuerdos.