17-6-2020 Ctra. M-611-Camino de la Cruz de Toribio-Capilla S. Blas-Cº Cruz Toribio

Camino de ida y vuelta para acceder al Parking de la Capilla de San Blas.
Para acceder en coche se coge la desviación de la Ctra. de Soto del Real a Miraflores, en una explanada frente a un gasolinera. Se accede por el Cº Cruz de Toribio siguiendo las indicaciones de la Hacienda Jacaranda, y una vez pasada ésta hay que continuar un poco más arriba de la Ermita, hasta un pequeño aparcamiento. La pista está decente hasta Jacaranda. A partir de ahí empeora.
El Hueco de San Blas, también conocido como Hoya de San Blas, es un valle de montaña situado en la cara sur de la zona central de la sierra de Guadarrama (perteneciente al sistema Central). Este enclave natural se sitúa en los términos municipales de Manzanares el Real y de Soto del Real, en el noroeste de la Comunidad de Madrid (España). Este valle está encajonado entre La Pedriza, que queda al oeste, la línea de cumbres de Cuerda Larga, que hace de límite septentrional, y la montaña de La Najarra, que es la montaña más oriental del citado cordal de montañas.
El valle se orienta de noroeste a sureste adaptado a una fractura de dirección norte noroeste-sur sureste, tiene una longitud aproximada de 5 km y en el fondo del mismo está el arroyo del Mediano, un afluente del río Manzanares. La máxima altitud del valle está en la cima de Asómate de Hoyos (2242 m), que está en el extremo noroeste del paraje, y la zona más baja está en el entorno de los 1000 metros. Muy cerca de esta cumbre hay un pequeño circo glaciar llamado Hoyo Cerrado, uno de los pocos que hay en la vertiente meridional de Cuerda Larga. Un poco por encima de él nace el arroyo del Mediano.
Gran parte del valle está cubierto por un bosque de pino silvestre y, en menor medida, de pino laricio. En las zonas más bajas hay robledales y praderas que se usan como pasto para el ganado. Por encima de los 1900 metros de altitud, los árboles pasan a ser muy poco frecuentes ya que dejan paso a praderas de alta montaña y pedreras. Varios caminos y pistas forestales atraviesan el valle, por lo que está transitado por montañeros y vecinos de la zona, aunque no es una de las zonas más frecuentadas de la sierra.
La Pedriza es un conjunto granítico de gran envergadura y gran interés geológico y paisajístico situado al sureste del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, situado entre los 900 m y 2029 m de altitud.
Está dividida en 3 zonas, el Alcornocal, la zona más pequeña y pegada a Manzanares el Real, La Pedriza anterior, dominado por el Yelmo (1717 m) y el Risco de los fantasmas (1729 m), y La Pedriza posterior, con las Torres de la Pedriza (2.029 m) y el circo, que aunque no es de origen glaciar, recuerda a uno de ellos.
Los ricos, tollas y paredes rocosas tienen formas singulares como El Pájaro, el Cocodrilo, La Esfinge, El Camello, La Maza, El Tolmo, El Cancho de los Muertos o El Yelmo.
La importancia geológica y ambiental de este enclave es tal que, ya en 1930, se decidió proteger este espacio mediante su catalogación como Sitio Natural de Interés Nacional. Más tarde entra a formar parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y, en 1992, fue declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera. Actualmente es uno de los puntos emblemáticos del Parque Nacional.
La Pedriza constituye un relieve singular de montaña, único en la Península Ibérica. Situada en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama, su relieve se caracteriza por un conjunto de peñas y riscos de formas caprichosas. Se trata de un batolito granítico, de unas 3.200 has., originado en la era Paleozoica. Durante millones de años, la fracturación ocasionada en la roca, ha favorecido la acción del hielo, el agua, el viento, el contraste de temperaturas o la descomposición química del granito, y ha originado las formas de relieve actuales que son únicas en la península.
Esta curiosa morfología que adoptan los riscos ha dado lugar a nombres de formas comunes, como el Yelmo, el Pájaro, la Foca, el Camello, el Elefantito, Canto Cochino, etc. Toda esta multitud de domos graníticos, fisuras, paredes, desplomes, convierten a La Pedriza en una de las zonas de escalada en adherencia más importantes del mundo, con diferentes niveles de dificultad.
Los canchales graníticos son ecosistemas constituidos por roca desnuda que poseen unos rasgos muy interesantes y albergan unas comunidades animales y vegetales específicas. Entre las grietas de las rocas se encuentran distintas especies de helechos, ombligo de Venus (Umbilicus rupestris), uña de gato (Sedum sp). En las partes más bajas se desarrollan arbustos como la jara pringosa (Cistus ladanifer) y en las altas la jara estepa (Cistus laurifolius) que embellecen, en primavera, el paisaje con sus flores. También podemos encontrar en el roquedo árboles diseminados de manera natural, como enebros (Juniperus oxycedrus), acebos (Ilex aquifolium), madroños (Arbutus unedo), tejos (Taxus baccata) e incluso alguna sabina (Juniperus thurifera). Todos ellos se pueden encontrar diseminados de forma natural, acompañando a las repoblaciones de diferentes especies de pinos y cipreses realizadas a mediados del Siglo XX para proteger al terreno de la erosión, y como paso intermedio para conseguir la restauración de la vegetación originaria de roble melojo o encina.
La fauna es aquí igualmente rica y variada: anfibios como la rana patilarga (Rana iberica) o el tritón pigmeo (Triturus pygmaeus); aves como el buitre leonado (Gyps fulvus), el águila real (Aquila chrysaetos), el halcón peregrino (Falco peregrinus) o el búho real (bubo bubo); y la siempre impresionante cabra montés (Capra pyrenaica), cuya silueta sobresale entre las afiladas crestas de la sierra.
El río Manzanares y sus afluentes, con su vegetación de ribera de árboles caducifolios como sauces, chopos, fresnos y abedules entre otros, acompañados de una fauna asociada a ellos y su medio acuático, completan el escenario natural.