Carlos - 2018/11/9 - Laguna de los pajaros

9.00 de la mañana. El aparcamiento de Cotos está casi vacío, es una auténtica placa de hielo y Carlos e Iñaki aprovecha para patinar un poco sobre hielo, tienen ganas de pasárselo bien no les importa el frio.

El camino de madera que sale del aparcamiento hacia el centro de interpretación está cerrado por el hielo y nos tenemos que dirigir a la carretera que accede al camino de la laguna. Es un calvario con el hielo parece que esta primera rampa invita a no seguir, pero en cuanto dejamos el asfalto y llegamos a la tierra, el hielo se transforma en nieve y comienza la diversión.
Foto de rigor en el Mirador de la Gitana y nos encontramos a otros despistados de la nieve con los que aprovechamos a hacernos las fotos mutuamente y poder salir todos juntos. Ellos se dirigen a Peñalara, nosotros cogemos el sendero que sale del Cobertizo del Depósito en dirección a la laguna de Peñalara.

En el camino nos encontramos a un montañero con cámara y trípode en mano. El camino está tan bonito que no se sabe si es mejor caminar o detenerse a hacer fotos.

Pasamos junto al acebo del camino del agua. Nunca lo había visto tan bonito: con frutos y helado.

Antes de la caseta de vigilancia, cruzamos el Arrollo de la Laguna por el puente de madera que parece la entrada a Narnia para acometer la rampa que nos llevará al mirador de Javier.

Es nuestra prueba de fuego. Hay que adivinar el sendero, el frio arrecia y la visibilidad es casi nula; además tengo que guardarme las gafas por que se me empañan. Se me están congelando hasta las cejas.

Llegamos al mirador de Javier fuertes, lastima la nula visibilidad, pero tenemos ganas y ni la niebla ni el frio nos quita la sonrisa.

El camino hasta el alto de Lagunillas nos da un respiro después del breve pero intenso ascenso.

Ahora empieza la ruta de navegación. Con la visibilidad tan escasa, desaparecen las referencias y el casi medio metro de nieve bajo nuestros oculta el sendero. Nuestra salvación es que siempre hay alguien más madrugador (“gracias”) y nos ha abierto el camino, por lo que nos ponemos en marcha siguiendo sus huellas.

Hasta ahora hemos podido hacer la ruta sin calzarnos las raquetas pero llegó el momento. A partir de ahora las raquetas nos permitirán avanzar con más comodidad y sin hundirnos en la nieve.

La niebla no se levanta y recorremos los llano de Peñalara sin saber si vamos sobre el camino o directamente sobre las lagunas cubiertas de nieve. Aquí tenemos algún momento de crisis al perder las huellas de nuestro amigo madrugador, pero enseguida las retomamos. Creo que sin esa ayuda, no habríamos podido llegar al final.

Paramos una, dos, tres vece,…., el paisaje es tan apabullador que no podemos dejar de parar a observarlo. Y eso que la niebla no nos permite llegar lejos con nuestra mirada.

En más de una ocasión momento nos hundimos en la nieve con las raquetas puestas
Pasamos las Cinco Lagunas, la Laguna de Claveles y antes de llegar a la Laguna de los Pájaros, nos cruzamos con nuestro amigo madrugador. Le damos las gracias e intercambiamos algunas palabras.

La Laguna de Claveles estaba entre granizada y helada, no se veía el agua. La Laguna de los Pájaros, si que estaba completamente helada, lo que aprovecha Iñaki para pasear sobre ella. Es una autentica plataforma de hielo. Solo el comienzo de la laguna, donde el arroyo la alimenta se ve el agua.
Son las 12.30, tres horas y media hemos empleado, pero ojo, hemos parado muchas, muchas, muchas veces. Hemos disfrutado del camino sin prisas y con pausas. No era un día para prisas, era un día para disfrutar.

La vuelta nos permite cruzarnos con algunos otros grupos y el tiempo nos dará un respiro. Poco a poco irá levantando la niebla y nos permitirá disfrutar de unas maravillosas vistas valle abajo, sin embargo en ningún momento podremos disfrutar de la majestuosidad de la gran Peñalara.

Gracias a Carlos e Iñaki por acompañarme en tan gran ruta llena de aventuras, cariño y risas.

Fernando