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Travesía Islas Cies - Praia do Vao

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Trail stats

Distance
6.05 mi
Elevation gain
3 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
3 ft
Max elevation
0 ft
TrailRank 
27
Min elevation
0 ft
Trail type
One Way
Coordinates
56
Uploaded
October 6, 2015
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2 comments
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near Hio, Galicia (España)

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Itinerary description

Mar sesgo, viento largo, mañana clara. Verano. Golpe a golpe, brazada a brazada.

Último domingo de agosto, 2015, ocho y cuarto, nubes; un barco con ciento treinta y seis nadadores zarpa del Club Naútico camino de las Ciés. Bromas mientras navegamos la Ría que se convierten en tensión según llegamos a la isla norte. Estamos en la playa de Rodas ahora solitaria y hay una mar llana, en calma; nos enfundamos el neopreno, nos despedimos de los compañeros de otros grupos que desean suerte y estiramos; algunos, con experiencia, se plantan en el agua y dan las primeras brazadas, foto de salida y ánimos mutuos mientras la organización da las últimas instrucciones para la travesía.

El gorro rosa contrasta con el negro de los neoprenos, lejos, desperezándose, la isla de Toralla; más allá, la playa de O Vao, la meta. Hay que cruzar la Ría, poco, comparado con los veintisiete kilómetros de la travesía Cíes-Isla de San Simón, que este mes de julio, entre la épica y el drama, ganó Marc Tost, un catalán del L'Ametlla, aunque fueron todos valientes.

Matthew Webb, nació en Dawley (Inglaterra) a orillas del rio Severn. A los veintiocho años, el 25 de agosto de 1875, siendo capitán de la marina mercante, nadando a braza y untado en aceite de marsopa cruzaba el Canal de La Mancha desde Dover hasta Calais, treinta y tres kilómetros; fueron 21 horas y 45 minutos, comenzaba, sin que nadie lo supiera, “la aventura de las aguas abiertas”; desde septiembre de 2012, el record es de un tal Trent Grimsey, australiano de Brisbane, 6 horas y 55 minutos.

Es el día. La Ría, siempre mágica, se muestra distinta. Respiras profundo, si dudas estás perdido, no hay que perder el estilo ni la orientación, hay que ir plano, muy plano e intentar imprimir a cada brazada -a cada brazada larga- la cadencia y la fuerza necesaria. Esa es la técnica, la realidad es otra.

Allá vamos. Brazada a brazada, los nadadores buenos del grupo malo, a manotazos, se pierden de vista en cuestión de minutos; otros, los más, curtidos en travesías a lo largo del verano, nadan en manada dispersa a la espera de un empuje final que les permita mejorar el tiempo de otros años; algunos, los menos, intentamos llegar para contarlo.

En poco más de una hora nadas en solitario, el compañero de entrenamientos que va a mi izquierda, el hipster cómplice del codo a codo de otras travesías y que ves cuando levantas por la izquierda, nada cerca, “te sigo”, le digo; unos cientos de metros, y no está, ha desaparecido, se ha ido. Nadie delante, vacía la derecha y despejada la izquierda; enfrente, la torre de Toralla es una lejana mancha gris, casi de niquel; intentas distinguir los paddles que trazan la línea recta hacia la meta, sabes que están ahí pero cuesta verlos, sigues; casi cuatro horas después te encuentras en el último avituallamiento, “faltan 1.500 metros” te dicen, piensas que en treinta minutos alcanzarás la arena.

Cinco de enero de 2010, año santo, invierno, apertura del Xacobeo. David Meca, evocando la ruta de los restos del apóstol en su entrada en Galicia, nada entre Vilagarcía de Arousa y Pontecesures, un Camino de Santiago peculiar. Comenzó en el puerto, continuó por la Ría entre la Isla de Cortegada y Carril y remontó el Ulla. Fueron veinte kilómetros en solitario y más de seis horas a contracorriente con el agua a siete grados. Llegó anocheciendo, resistió calambres, hipotermia y agotamiento, ya en tierra, alcanzado el destino, se desvaneció. Grandeza rota, pero grandeza, Meca fue profundo en el alma y claro en la idea. Orgullo y coraje, aromas de leyenda.

La playa de O Vao ya se descubre aunque parece no llegar nunca, “venga, venga”, te repites mientras el corazón se agranda. Aquí no hay lógica, ni estrategia, ni suerte, ni nada, solo brazadas, técnica y metros, entrenamiento. Doblas Toralla y enfilas la arena blanca y amable de O Vao, recuerdas que quedan setecientos metros, no ves a ningún nadador, quizás seas el último, no importa, se trata de llegar, de clavar el pie en la playa y abrazar a los compañeros que, ya en tierra, con paciencia, bajo un sol furioso, esperan para un tercer tiempo.

Termina el verano.

Comments  (2)

  • Photo of Josiño
    Josiño Oct 7, 2015

    Noraboa pola travesia. E noraboa polo comentario.......

  • lorencal Mar 5, 2016

    preciosa crónica enamorado de tu tierra.

    Saludos

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