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18.06.2023 El Arcedianu Amieva

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Author

Trail stats

Distance
8.49 mi
Elevation gain
2,165 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
2,336 ft
Max elevation
2,023 ft
TrailRank 
35 4.3
Min elevation
423 ft
Trail type
One Way
Time
3 hours 9 minutes
Coordinates
3097
Uploaded
June 19, 2023
Recorded
June 2023
  • Rating

  •   4.3 1 review
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near Sames, Asturias (España)

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Itinerary description

Mini-crónicas asturianas:

18.06.2023 TRAIL DEL ARCEDIANU AMIEVA.

“Asturias, una ciudad olvidada en la que hay mal tiempo, está lloviendo y solo hay vacas, cabras, ovejas y hierba con árboles” (Misha, el influencer de Barrio Sésamo).

Sábado 17. Solo los que estuvisteis sabéis lo que allí ocurrió…
El único apunte que se me ocurre es animar a too pichichi a pasar el finde entero en Sames. No digo más. DJ Kuenky, muchas gracias por mantenernos despiertos hasta más allá de la medianoche… o no.

Domingo 18, 7.00h. En el Hotel del Alto Sella está cayendo la del pulpo a feira con cachelos y albariño. Rezos matutinos a San Patrás patrón de los traileros y parece que, mientras estamos hincando el diente al desayuno continental, en compañía de Ana y Pedro que vienen al mismo infierno que nosotros, el tifón parece que va amainando por momentos.

Equipación de riguroso invierno. Coño, se nos han olvidado los biberones. Salimos pitando hacia Sames.

En aparcando nos pillan los gorgoritos de Demonión con la cuenta atrás de la salida de la larga. 22 kilómetros que se van a meter los campeones. Son las 9.00h. ha dejado de llover y ahora hace un calor de playa y daikiri. Toneladas de ropa fuera, pero ya.

Nervios. Muchos nervios. Hacía tiempo que, por una cosa u otra, Sandra y yo no hacíamos juntos una carrera. Y esta es especial pues el año pasado no la pude correr por lesión. Aún así, me lo pasé pipa haciendo fotos en la meta…

10.00h. Rubén baja el volumen de Thunderstruck y comienza la cuenta atrás. El Garmin buscando señal de gps… Salida.

Esta es de las carreras que a mí me encantan. Desde el inicio, a la cota 250, “too parriba”. Yo no soy corredor, como ya he comentado mil veces en estas chapas que os doy, y en las salidas en llano o hacia abajo me quedo más solo que la una en los primeros cien metros. Aquí, va a ser que no. Jeje…

Callejeamos por Sames entre los aplausos y ánimos de los vecinos (los vecinos van a tener un comentario aparte, ya veréis) saliendo de lo negro a la ya pista de tierra en escasos trescientos metros… y hacia arriba todo pindio.

(N. del A: Hoy, que escribo esto, es lunes y acabo de ver un video que me ha enviado mi amigo y compañero Navarro de la salida. Se me ve pasar tal llevase las rodillas soldadas y como gallina sin cabeza. La noche fue durita, Kuenky…).

Quinientos metros más adelante libramos el Collado Miranda, una campa de pradería con cabañas de pastor (bueno, algunas parecen el chalé de verano de la Preisler). Por aquí voy trotando, a ver si las patas se acaban de despertar, con Nuria, Jairo y Sara en amena conversación. De fuelle, todavía vamos bien. El gps se ha dignado a arrancar…

Sandra ya ha cogido la directa y no me queda más remedio que despedirme con pañuelo blanco y lágrimas en los ojos hasta que nos veamos, de nuevo, en meta. Cada cual ha de hacer su carrera. Es lo que hay. Mi meta siempre ha sido y será ponerme a su altura. Ay, mamina…

En breve, nos metemos en un tupido bosque de robles mientras la pista se vuelve horizontal primero y después en suave descenso hasta pasar por encima del río Remuelle.

Pido paso y, poco a poco, me voy alejando de mis compañeros.

Salimos al asfalto y apretamos el culo hacia arriba por la carretera que nos conduce a las casas de Vis. Los vecinos están echaos a la calle y no dejan de animar y ofrecernos agua o lo que necesitemos mientras que, en el centro del pueblo, hacemos un giro de ciento ochenta grados y volvemos a salir resiguiendo el G.R. 201 “Senda del Arcediano”, tramo de calzada romana que comunicaba Asturias con Castilla a través de la Cordillera Cantábrica, comenzando en el Puerto del Pontón y finalizando en Puente Dobra, de acusada pendiente y resbaladizo suelo de losa y piedra que nos adentra de nuevo en el bosque.

Apunte cultural:

El origen popular de este camino dice que una mujer de Oseja, pobre y viuda, manda servir a Castilla a uno de sus hijos, porque siendo tan pobre no puede alimentarlos a todos. Con gran pena le acompaña hasta el collado del Pontón, donde el niño, al despedirse, guarda las madreñas en el tronco de un viejo árbol.

Ya en Castilla, entra a servir en casa de un clérigo, trabajando de criado en las labores del campo y de la casa por el día, y aprovechando las noches para leer cuanto libro cae en sus manos a la luz de los cabos de vela sobrantes. Lo cual advierte el clérigo que, ante lo despierto del arrapiezo, decide pagarle la carrera eclesiástica al que, con el correr del tiempo, llegaría ser Arcediano de Villaviciosa.

Ya rico y revestido de tal dignidad, vuelve a Oseja a través del difícil camino de Beza. Su madre no le reconoce, pues a causa de la pena por la ausencia del hijo –del que no había vuelto a tener noticias– había perdido el juicio.

Pero el hijo lleva a la madre al collado del Pontón, y para convencerle le enseña las madreñas que allí había dejado, con lo cual la madre se convence de que aquel “señor” es su hijo y con tal alegría recobra el juicio.

Para poder ir a ver a su madre desde Villaviciosa con más facilidad, mandó el Arcediano arreglar el camino que desde Oseja iba hacia el norte, costeándolo de su propio bolsillo. Así, aquel camino pasaría a llamarse desde entonces Senda del Arcediano.

(Por la Senda del Arcediano, de Guillermo Mañana).

Fin del apunte cultural. Continuamos en carrera.

Recién pasado el kilómetro cuatro, la pista se hace más y más pindia hasta subirnos por unas zetas de las de cogerse con fuerza a las rodillas que nos suben hasta las casas del Posadoiro a la cota 500. Parada obligada a hacer una fotuca en el cuidado porche de una cabaña con un rótulo en el dintel de la puerta que reza “Corte del tíu Pepe de Melechor”.

Km 5.0 Avituallamiento. Parada obligatoria a reponer agua y algo de fruta ya que, como dije, se nos quedaron los biberones en casa y voy en plan “Rango, el camaleón, por el desierto”.

Me cuentan que, aquí al lado han salido los corredores de la larga de entre los matos, después de haber subido a fuego desde Boños y salvar un desnivel de 350 metros en kilómetro y medio de subida. J*der, me asomo al agujero y casi me mareo…

Seguimos, ya bastante “afogaos” ganando altura por la ladera Oeste de La Sierra de Vis y, en el cruce de caminos en el que dejamos a nuestra izquierda las Majadas del Carru, aparece Francisco “Primo” subido a la caja del Pickup, cuidando de que no nos confundamos de ruta. Parada obligatoria a charrar un ratín, bajo la sombra del Cantu la Cueva o Porru Bescoba, a nuestra izquierda.

Reconozco que, de no ser por Fran, a punto estoy de dejar ya la carrera en este punto. Las torponas piernas de madera del principio siguen dándome la sensación de pesarme un quintal. Entre insulto e insulto, cuando le cuento esto a Primo, me dice que ahora, salvo puntuales rampas, todo es virtualmente hacia abajo… Y que por sus c*j*n*s, él no me baja y me deja tirao aquí a merced de los lobos. Pos ná más ná… a seguir.

En este tramo, el G.R. se ha vuelto bastante llano, con lo que voy arrastrando mis penas con algo más de dignidad.

Salvado un corto repecho, salimos al cruce de La Viga del Carru y, doscientos metros más adelante, una simpática voluntaria me comenta que estoy entrando en El Parque Nacional de Picos de Europa y que no puedo pasar corriendo, sino caminando. Meca, meca… la mejor noticia del día.

Poco dura la alegría en casa del pobre. Un suspiro más allá, en el Collado de Sañín, otra no menos simpática voluntaria me dice que ya he salido del parque y que ya le puedo dar zapatilla. Zapatilla, decían…

Bueno. Al menos, a vista se aprecia que la pista se va deslizando en suave bajada entre El Cantu la Cueva, a la diestra y la Peña Castiello a la siniestra que nos tapa la aérea vista de Sames, hacia la ladera de Les Vegues.

Km 9.5 Avituallamiento. Agua y fruta pal cuerpo. De nuevo me comentan los voluntarios que, salvo algún repecho, ya todo es hacia abajo. Pero ojito, precaución en el tramo siguiente. Los corredores de la ruta larga se nos unen por la izquierda. En adelante, el calvario va a ser igual para todos hasta meta.

La enlosada calzada romana tiene ahora una pendiente negativa del copón y mis zapas, que acusan ya el desgaste de las carreras, no están para muchos trotes. Palillos por delante y máxima precaución. La culada puede ser de traca.

Con los cuádriceps ardiendo llego al cruce de La Colladina, saliendo del G.R. 201 por la derecha, desde donde ya se ve la subida que me espera hasta la coronación del Cuetu Mayo.

Quinientos metros de sendero a media ladera desbrozado entre el felechal para la ocasión. Pindio de narices e interminable, con una pendiente lateral que hace doler los tobillos. Giramos por toda la loma hasta alcanzar cumbre, entre risas y lágrimas (Juro que jamás volveré a pasar hambre) a la cota 670 y me encuentro a Cris haciéndonos fotos con un fondo de postal de la Sierra de Covadonga.

Paradina para platicar y recuperar los colores en lo alto del Cuetu mientras animamos a los corredores de la larga que pasan como aviones.

Aparecen por la ladera Rocío y Daniel primero y, un poco más abajo, Nuria, Jairo y Sara.
Iniciamos juntos la bajada hacia Valle Cuenga encarando Sames al fondo del valle y, a la derecha , la imponente mole de La Mota Cetín.

Aquí no hay sendero ni ná ni ná. Bajamos la ladera “a pincho” pisando sobre la hierba que, por suerte, a estas horas ya se ha secado de la tromba matutina. No me imagino como podría haber sido el descenso por aquí con el piso mojado. Culoesquí, lo mínimo. Sin dientes al final de la pradería, fijo.

Giramos a la derecha en Valle Cuenga y volvemos a las sombras del sendero del bosque. El terreno se vuelve, para descanso de nuestras patucas, de nuevo llano durante unos cien metros.

Saliendo de entre los árboles, caleyín hasta ver los tejados del pueblo de Carbes que atravesamos, una vez más, entre los aplausos de sus vecinos.

El regalito del día: por delante, un kilómetro de bajadón por un sendero entre aseves de fincas con mucha piedra suelta y barro para dar y tomar. “El secreto está en no tocar los frenos” que diría mi amigo Kiko. Si bajas intentando retener, palmas fijo.

Poco a poco voy dejando atrás a mis compañeros de fatigas e intento seguir el ritmo de alguno de los campeones que vienen de la larga. En cero, de nuevo los cuádriceps al rojo vivo me dicen: “Otro año, Luisín, o en otra vida…”

Saliendo de entre el matorral como “fieros jabalices”, fuerte giro a la derecha y encaramos la última subida de la ruta que nos lleva hasta el cementerio. Meca, dicho así, da miedo que te c*g*s…

Pasamos frente al Camposanto y salimos al asfalto ya en los últimos metros. Y no. Aquella de antes no era la última subida. Delante, quinientos metros por lo negro que, a estas alturas de la película, ya se me hacen infinito eternos.

Llegados por fin al alto, Sames y las voces de Demonión nos dan la bienvenida. Alegría…
Meta. De pronto tengo, en una mano, una botella de sidra y, en la otra y subida a mi cuello, a mi Sandry con una sonrisa de oreja a oreja.
(La botella de sidra me la puso en la mano Loli. Yo, a estas alturas, como títere sin cabeza).

Que en una población con un censo de ochenta personas la Organización del trail se haya visto arropada por setenta y un voluntarios con todos sus medios a disposición de la carrera y sus participantes, no dice mucho… Lo dice TODO!!!

Esta gente es diferente y encantadora. Aquí te sientes en todo momento como en casa. Muy difícil encontrar sensaciones parecidas en otra carrera, en otro lugar. Me siento verdaderamente honrado de tener ya buenos amigos en Sames y, como no, hacer aún más amigos en las próximas cien ediciones del Trail del Arcedianu.

14,6 Kms.
Sandry 2:40:00
Luisín 3:11:42
(No me queda ná que roer…)

©Luisín1965.

Comments  (1)

  • Photo of Kike L.
    Kike L. Dec 25, 2023

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    Ruta fácil, prestosa

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