Hayedo de Tejera Negra en Cantalojas Guadalajara por la senda del robledal

Qué ganas tenía desde hacía tiempo de venir al Hayedo de Tejera Negra. Por si no había quedado claro en entradas anteriores, soy un apasionado de los Hayedos, y a este tenía especialmente ganas de venir ya que todo el mundo que lo ha visitado, me ha dicho que es espectacular y, la verdad, razones no les falta. Y no es solo el Hayedo, la ruta entera de 20 km. es una maravilla, merece la pena hacerla entera, te ahorras la entrada y, además no tienes que reservar ya que aparcas en el parking de la entrada del parque natural, por lo que puedes ir cuando quieras.
Pero empecemos por el comienzo. Mi mujer Vero, a la vez que compañera de fatigas, y yo, nos decidimos venir a verlo ya por fin, y aprovechar para pasar el fin de semana por la zona. Nos alojamos en Cantalojas, el pueblo más cercano al parque natural, y nos alojamos en una casa rural, que la verdad es que recomiendo encarecidamente, ya que es la típica casa rural, en la que han mantenido la decoración original y es muy acogedora, son tres habitaciones tipo hotelito, pero con su cocina cada una, además en la planta de abajo tiene una zona común donde dan los desayunos y tiene una chimenea que te da la vida cuando llegas de las rutas. La casa se llama Valdicimbrio, y además los dueños son encantadores, todo lo que necesites saber de la zona, te lo explican sin problema, así que, si me leen, les mando un saludo desde aquí a Joaquín y a su mujer.
El día de la ruta nos levantamos temprano porque había leído que se llena los fines de semana, así que sobre las 9 estábamos en la entrada, y cual fue nuestra sorpresa que éramos los primeros en llegar, vaya y eso que no madrugamos tanto como otras veces, no sé, será que el tiempo no acompaña. Es verdad que estaba nublado y había previsión de lluvia, pero a mí esas condiciones me encantan para estar en la naturaleza. Empezamos por la pista principal de asfalto, y enseguida nos desviamos a la izquierda por un caminito con mucha piedra en la que había que tener cuidado para no resbalar, después de cruzar un puente de pizarra precioso, típico de la, denominada “arquitectura negra” de la zona, empezamos a subir, por una zona de bosque muy bonita. Todo este camino hasta el Hayedo, son subidas y bajadas, en las que fuimos trotando muy tranquilamente para disfrutar de las maravillosas vistas. Hay una zona en la que hay una señal para desviarte a ver un roble centenario que merece la pena visitar.
Al final del camino, hay un desvío que te mete ya en el Hayedo, y, que decir, es impresionante, además, hacía ya tiempo que se había puesto a llover suavemente y para mí esas condiciones me parecieron maravillosas para contemplarlo en su máximo esplendor. Aunque se supone que no era ya la época buena para visitarlo, a mí, con esas condiciones me pareció una pasada. En este momento aproveché para hacerle a mi compañera de fatigas una confesión, no sin antes asegurarme de que le estaba gustando mucho la ruta, y es que el día anterior vi que había la posibilidad de reservar en el parking de dentro, supongo que alguien habría anulado la reserva, al ver la previsión de tiempo, porque todas la veces que lo había mirado en los días anteriores, estaba todo reservado. Me dijo que, como siempre, le hago el lío, y la verdad es que tiene razón, más paciencia que una santa tiene ya que no es la primera vez que le lío alguna con las rutas, pero en este caso me dijo que merecía la pena, uff menos mal. Cuando llegas al final, hay un mirador en el que se supone que hay muy buenas vistas, pero no pudimos ver nada ya que había mucha niebla, no se puede tener todo. De ahí ya vuelves hacia el parking del Hayedo, por otro camino que es todo bajada, aquí seguimos trotando suave, porque había que tener cuidado con el barro y las piedras mojadas que resbalaban bastante, de hecho, yo estuve a punto de hacer un “se va el chaval, se va por el barranquillo”, ya que en una zancada se me fue el pie del todo con el barro y, menos mal que en último momento pude enderezar la situación, si no, me voy pa´bajo al riachuelillo que iba por debajo del camino. Gajes del oficio, así que seguimos corriendo, ya por esta zona había más gente o, simplemente gente, ya que en el camino anterior al Hayedo, no nos cruzamos con nadie. Al final llegamos al parking en el que tienes que reservar. Tengo que decir que el Hayedo me había parecido espectacular, pero todavía el parque natural nos tenía reservada la última maravilla en forma de, lo que, a mí, me pareció un decorado de cuento. Todo el camino que quedaba hasta el final era por una zona de prado verde, con un arroyo que nos acompañaría hasta el final, y en la que no estaba delimitado el camino y podías andar o correr por donde querías. Aun yendo bastante cansados y con frío, que ya el agua había calado por todos lados, yo lo disfruté como un enano, además el día gris y lluvioso, y que no nos encontramos a nadie en todo el camino, ayudó a crear esa sensación de decorado de cuento, una pasada. También tengo que decir, que al no haber llovido mucho ese año, el riachuelo no llevaba mucha agua, pero si estuviese crecido, seguro que en algún tramo hubiese que vadearlo, ya que lo tuvimos que cruzar varias veces.
Antes de llegar al parking, hay que pasar un último tramo por el asfalto, que se nos hizo tedioso y además tiene una subida final, que con el cansancio que llevábamos se nos hizo dura, si llega a pasar un coche le paramos fijo, pero no pasó ninguno, mala suerte.
Ya como colofón estuvimos viendo el centro de interpretación, pero muy rápido ya que hacía mucho frío y estábamos helados, la chimenea nos esperaba….