Las Escaleretas del cañón del río Vero. HUESCA
near Lecina, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
💚🧡💛💜
Desde el parquing del río Vero, que no mirador, sale esta vertiginosa e impresionante ruta que hará las delicias de los amantes de las alturas y entendidos en pinturas rupestres.
Para ello sólo necesitaremos, un arnés, una eslinga, un casco y un par de huevarios. Si además complementamos con un bastón de trekking no estaría de más, ya que vadearemos el río en dos ocasiones y nos vendrá muy bien para mantener el equilibrio, aunque no es indispensable.
Echaremos a caminar cuesta abajo por un sendero bien marcado en dirección al río Vero, que cruzaremos por un puente y tomaremos el desvío hacia la izquierda.
Iremos en ligero ascenso por el borde del cañón, llevando el río a nuestra izquierda. En el siguiente desvío, volvemos a optar por la izquierda y esta vez, empezaremos a descender para adentrarnos en el cañón.
Enseguida nos damos de bruces con el molino de Lecina. Unas ruinas que impresionan por las paredes majestuosas que la abrazan. Disponía de dos pisos de altura y aunque el techo está derruido, conserva tres de sus grandes piedras de moler en la entrada y las acequias por las que se abastecía de agua.
Justo en frente de éste, se puede observar también las ruinas de la casa del molinero, pegado a una de las paredes del cañón.
Proseguimos nuestro camino por el sendero siguiendo el sentido de las aguas hasta ver cómo se pierde dentro de éstas. Aquí nos descalzamos para cruzar.
El nivel del agua no nos llega ni a las rodillas, por eso es bastante sencillo cruzarlo, tampoco baja el agua con fuerza. Una vez llegados a la otra orilla, no os molestéis en secaros los pies y calzaros, seguid descalzos unos pocos metros más por el sendero porque vamos a tener que vadear el río de nuevo en menos de un minuto.
Este tramo del río sí que tiene algo más de profundidad y un poquito más de fuerza pero también tenemos rocas más grandes para ir saltando de unas a otras. No tiene mayor dificultad.
Ahora sí, nos podemos calzar, no tenemos más vadeos.
El barranco empieza a abrirse, ya no nos sentiremos tan encajonados.
Pasaremos por delante de una cueva gigante, tan grande que al entrar bajo su techo sentiremos que han encendido el aire acondicionado. En épocas de lluvias intensas y caudal alto debe caer por el fondo una cascada, ya que ha esculpido en la roca una especie de tobogán.
En breve llegaremos a las primeras escaleretas. Aconsejo aprovechar este lugar para ponernos todo el equipo necesario, ya que más adelante, si hay más gente, no tendremos mucho espacio y estaremos obstaculizando el paso pero se puede poner todo más arriba, un cartel nos informará hasta dónde podemos llegar sin equipación.
Lo siguiente que veremos será Abrigos de Gallinero. Para acceder aquí, tendremos que subir por unas escaleras más empinadas que la cuesta de Enero. En este lugar veremos pinturas rupestres, protegidas de los manoseos pero no de los vouyeros.
Al marcharnos de aquí, tendremos que poner especial cuidado al bajar las escaleras, ya que la inclinación que tiene puede darnos algún susto.
A partir de aquí ya sí que tenemos que hacer uso de nuestro arnés, eslinga, casco y adrenalina. Aunque se va cogiendo bastante altura, el hecho de ir pisando en la mayor parte del recorrido sobre pasarelas de madera, hace que no tengamos la sensación de vértigo constante pero a veces los tablones se cambian por escalones sueltos de metal, simples apoyos que ahí sí nos puede dar algo más de vértigo, pero son los menos.
Las pasarelas y grapas, se van intercalando con escalones y trozos de senderos que por arte de magia van apareciendo en este increíble trayecto y que nos va salpicando con trozos de historia con los restos de pinturas rupestres que seguimos observando en nuestro avance.
Pasaremos por el abrigo de Lecina Superior y después de él, ya podemos quitarnos toda la parafernalia.
Dependiendo del tiempo que tengamos, podemos girar a la izquierda en el siguiente desvío para acercarnos a los Abrigos de Barfaluy.
Este lugar nos enseña cómo se recolectaba la miel antiguamente, y cómo el hombre hacía las colmenas para poder recolectar la miel y la cera que las abejas producían. También existe en este lugar pinturas rupestres.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el anterior desvío. Seguimos recto ( por la derecha fue por donde vinimos), pasaremos por las Carboneras donde veremos lo que queda de una de ellas y seguiremos descendiendo por un sendero hasta dar con el cauce seco del barranco de Baserder.
Avanzamos unos metros por el cauce seco hacia la derecha y nos saldremos de él más adelante subiendo por un sendero que nos llevará a ganar altura bordeando todo el barranco hasta ver de nuevo desde las alturas el molino de Lecina. Proseguiremos por el sendero hasta llegar al cruce de señales que horas antes nos bajó hasta el molino pero ahora nos bajará hasta el puente por el que cruzamos el Vero y de aquí arribar al parquing y el día se pasó volado.
Desde el parquing del río Vero, que no mirador, sale esta vertiginosa e impresionante ruta que hará las delicias de los amantes de las alturas y entendidos en pinturas rupestres.
Para ello sólo necesitaremos, un arnés, una eslinga, un casco y un par de huevarios. Si además complementamos con un bastón de trekking no estaría de más, ya que vadearemos el río en dos ocasiones y nos vendrá muy bien para mantener el equilibrio, aunque no es indispensable.
Echaremos a caminar cuesta abajo por un sendero bien marcado en dirección al río Vero, que cruzaremos por un puente y tomaremos el desvío hacia la izquierda.
Iremos en ligero ascenso por el borde del cañón, llevando el río a nuestra izquierda. En el siguiente desvío, volvemos a optar por la izquierda y esta vez, empezaremos a descender para adentrarnos en el cañón.
Enseguida nos damos de bruces con el molino de Lecina. Unas ruinas que impresionan por las paredes majestuosas que la abrazan. Disponía de dos pisos de altura y aunque el techo está derruido, conserva tres de sus grandes piedras de moler en la entrada y las acequias por las que se abastecía de agua.
Justo en frente de éste, se puede observar también las ruinas de la casa del molinero, pegado a una de las paredes del cañón.
Proseguimos nuestro camino por el sendero siguiendo el sentido de las aguas hasta ver cómo se pierde dentro de éstas. Aquí nos descalzamos para cruzar.
El nivel del agua no nos llega ni a las rodillas, por eso es bastante sencillo cruzarlo, tampoco baja el agua con fuerza. Una vez llegados a la otra orilla, no os molestéis en secaros los pies y calzaros, seguid descalzos unos pocos metros más por el sendero porque vamos a tener que vadear el río de nuevo en menos de un minuto.
Este tramo del río sí que tiene algo más de profundidad y un poquito más de fuerza pero también tenemos rocas más grandes para ir saltando de unas a otras. No tiene mayor dificultad.
Ahora sí, nos podemos calzar, no tenemos más vadeos.
El barranco empieza a abrirse, ya no nos sentiremos tan encajonados.
Pasaremos por delante de una cueva gigante, tan grande que al entrar bajo su techo sentiremos que han encendido el aire acondicionado. En épocas de lluvias intensas y caudal alto debe caer por el fondo una cascada, ya que ha esculpido en la roca una especie de tobogán.
En breve llegaremos a las primeras escaleretas. Aconsejo aprovechar este lugar para ponernos todo el equipo necesario, ya que más adelante, si hay más gente, no tendremos mucho espacio y estaremos obstaculizando el paso pero se puede poner todo más arriba, un cartel nos informará hasta dónde podemos llegar sin equipación.
Lo siguiente que veremos será Abrigos de Gallinero. Para acceder aquí, tendremos que subir por unas escaleras más empinadas que la cuesta de Enero. En este lugar veremos pinturas rupestres, protegidas de los manoseos pero no de los vouyeros.
Al marcharnos de aquí, tendremos que poner especial cuidado al bajar las escaleras, ya que la inclinación que tiene puede darnos algún susto.
A partir de aquí ya sí que tenemos que hacer uso de nuestro arnés, eslinga, casco y adrenalina. Aunque se va cogiendo bastante altura, el hecho de ir pisando en la mayor parte del recorrido sobre pasarelas de madera, hace que no tengamos la sensación de vértigo constante pero a veces los tablones se cambian por escalones sueltos de metal, simples apoyos que ahí sí nos puede dar algo más de vértigo, pero son los menos.
Las pasarelas y grapas, se van intercalando con escalones y trozos de senderos que por arte de magia van apareciendo en este increíble trayecto y que nos va salpicando con trozos de historia con los restos de pinturas rupestres que seguimos observando en nuestro avance.
Pasaremos por el abrigo de Lecina Superior y después de él, ya podemos quitarnos toda la parafernalia.
Dependiendo del tiempo que tengamos, podemos girar a la izquierda en el siguiente desvío para acercarnos a los Abrigos de Barfaluy.
Este lugar nos enseña cómo se recolectaba la miel antiguamente, y cómo el hombre hacía las colmenas para poder recolectar la miel y la cera que las abejas producían. También existe en este lugar pinturas rupestres.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el anterior desvío. Seguimos recto ( por la derecha fue por donde vinimos), pasaremos por las Carboneras donde veremos lo que queda de una de ellas y seguiremos descendiendo por un sendero hasta dar con el cauce seco del barranco de Baserder.
Avanzamos unos metros por el cauce seco hacia la derecha y nos saldremos de él más adelante subiendo por un sendero que nos llevará a ganar altura bordeando todo el barranco hasta ver de nuevo desde las alturas el molino de Lecina. Proseguiremos por el sendero hasta llegar al cruce de señales que horas antes nos bajó hasta el molino pero ahora nos bajará hasta el puente por el que cruzamos el Vero y de aquí arribar al parquing y el día se pasó volado.
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