Albarracín

Paseos de Ikandu
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Duración.- 2 horas y 59 minutos.
Desnivel acumulado.- 176 metros.


Situada en una de las colinas de los Montes Universales, al suroeste de la provincia de Teruel, nos encontramos con la ciudad de Alabarracín. Se trata de una población de edificaciones de color rojizo que se encuentra bajo el resguardo de una montaña en la cual se edificó, hace muchos siglos, una sólida muralla para poder hacer frente a los envites de las tropas enemigas.

El lugar invita a recorrer sus calles con calma ya que son muchos los lugares que deberemos de recorrer a pesar de que el principal monumento de Albarracín es la ciudad en sí misma. Pasear por su centro histórico significa caminar en un enjambre de callejuelas que suben y que bajan a lo largo de la ladera de la montaña sin ningún orden ni aparente sentido. Subiremos escalinatas, bajaremos por pasadizos y recorreremos las estrechas callejuelas de muros irregulares admirando la homogeneidad rojiza de sus edificios construidos en yeso y madera cuyos alerones casi se tocan unos con otros.

Cada detalle, cada rincón, cada edificio es objeto de admiración por sus estructuras irregulares de entramados de madera y tabiques de yeso que confieren un color rojizo característico que proviene del hierro de los yesos que se emplean en su construcción.

En definitiva, pasear por Albarracín supone un viaje al pasado en donde, a través de sus calles, contemplamos el legado de un buen puñado de civilizaciones que han elegido esta localidad para asentarse. De entre todas la más influyente ha sido, sin lugar a dudas, la islámica bereber de los Banu Racín.

Así pues podemos hacer nuestra una frase que acuño Azorín que decía así; "Visite una de las ciudades más bonitas de España, visite Albarracín".

Leyenda de Doña Blanca.

Hace muchos años una joven infanta llamada Doña Blanca era portadora de muchísimas virtudes que eran muy valoradas por los súbditos. Eran tantos los halagos que recibía que despertó la envidia de la futura reina de Aragón. Así pues un buen día la ciudad de Albarracín recibió la visita de la infanta que se hospedó en el palacio de los Azagra. Nunca más nadie la vio ya que, al parecer, murió de pena y tristeza en una torre que hoy en día es conocida como la Torre de Doña Blanca. Desde entonces en noches de luna llena estival su alma baja a las orillas del río Guadalaviar en donde se baña su espíritu.