As Quintas a A Brea
near Burres, Galicia (España)
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Itinerary description
* Décima etapa del Camino: de As Quintas a A Brea. Unos 11 kmts.
Hemos dormido de maravilla pero ya toca levantarse.
Preparamos las mochilas y emprendemos camino.
Paramos en A Calzada a desayunar y nos alcanza Monique. Desayuna con nosotros, pero nosotros marchamos antes.
Llegamos a Outiro (A Calle), donde nos entretenemos comprando unos regalitos y de nuevo nos alcanza Monique, que ya nos acompañará hasta el final de nuestra etapa.
Continuamos por Boavista hasta Salceda, donde paramos a sellar las credenciales. El camino a veces a cielo abierto, a veces entre enormes bosques de oloroso eucalipto, se hace muy ameno gracias a la conversación con Monique.
Seguimos dirección Xen y en As Ras nos encontramos el primer peregrino a caballo.
Observamos también una placa conmemorativa de un peregrino que falleció a una jornada de alcanzar Santiago.
Llegamos a As Breas y, con algo de pena, nos despedimos de Monique con un "ojalá nos encontremos de nuevo", el deseo mutuo de un buen camino y un abrazo muy fuerte de su parte a Iratxe . Ella seguirá hasta Santa Irene. Buscamos nuestro albergue "El Chalet". De nuevo, nos despistamos un poco con el GPS, pero rápido encontramos el camino.
Antes de llegar a él, paramos en un mesón a tomar algo y ver el menú, ya que nos informó el día de antes el dueño del albergue que ellos no servían comida.
Llegamos al albergue y nos reciben, muy cariñosamente, tres cachorros de perro. Tras un rato de mimos, abrazos y caricias, sale el dueño y nos dice que tienen pulgas. La cara de Unai cambia y se "baña" en repelente. A partir de ahí, nuestro empeño se centra en intentar evitarlos. Tarea difícil porque nos persiguen continuamente para jugar.
Dejamos las mochilas en el albergue; una casa particular reconvertida en albergue, muy chulo por cierto, y subimos de nuevo al mesón a comer. Riquísima la comida.
Un paseo por la pedanía y regresamos al albergue a darnos una merecida y calentita ducha.
Compartimos habitación con dos alemanes, un italiano y un cordobés.
Lavamos y tendemos al sol nuestras ropas y mientras reposamos en el jardín, Iratxe juega con Roberta, la hija de los dueños.
Ya vamos teniendo un poco de hambre, por lo que decidimos pedir a un restaurante cercano la cena. La sirven a domicilio. Cosa que agrademos ya que no nos apetece nada subir de nuevo al mesón.
Mientras esperamos, recogemos la ropa tendida.
Cena impresionante y riquísima. Compartimos mesa con Roberta y su padre. Un poco de charla y a dormir. Estendemos los sacos, apagamos luces y a soñar...
Hemos dormido de maravilla pero ya toca levantarse.
Preparamos las mochilas y emprendemos camino.
Paramos en A Calzada a desayunar y nos alcanza Monique. Desayuna con nosotros, pero nosotros marchamos antes.
Llegamos a Outiro (A Calle), donde nos entretenemos comprando unos regalitos y de nuevo nos alcanza Monique, que ya nos acompañará hasta el final de nuestra etapa.
Continuamos por Boavista hasta Salceda, donde paramos a sellar las credenciales. El camino a veces a cielo abierto, a veces entre enormes bosques de oloroso eucalipto, se hace muy ameno gracias a la conversación con Monique.
Seguimos dirección Xen y en As Ras nos encontramos el primer peregrino a caballo.
Observamos también una placa conmemorativa de un peregrino que falleció a una jornada de alcanzar Santiago.
Llegamos a As Breas y, con algo de pena, nos despedimos de Monique con un "ojalá nos encontremos de nuevo", el deseo mutuo de un buen camino y un abrazo muy fuerte de su parte a Iratxe . Ella seguirá hasta Santa Irene. Buscamos nuestro albergue "El Chalet". De nuevo, nos despistamos un poco con el GPS, pero rápido encontramos el camino.
Antes de llegar a él, paramos en un mesón a tomar algo y ver el menú, ya que nos informó el día de antes el dueño del albergue que ellos no servían comida.
Llegamos al albergue y nos reciben, muy cariñosamente, tres cachorros de perro. Tras un rato de mimos, abrazos y caricias, sale el dueño y nos dice que tienen pulgas. La cara de Unai cambia y se "baña" en repelente. A partir de ahí, nuestro empeño se centra en intentar evitarlos. Tarea difícil porque nos persiguen continuamente para jugar.
Dejamos las mochilas en el albergue; una casa particular reconvertida en albergue, muy chulo por cierto, y subimos de nuevo al mesón a comer. Riquísima la comida.
Un paseo por la pedanía y regresamos al albergue a darnos una merecida y calentita ducha.
Compartimos habitación con dos alemanes, un italiano y un cordobés.
Lavamos y tendemos al sol nuestras ropas y mientras reposamos en el jardín, Iratxe juega con Roberta, la hija de los dueños.
Ya vamos teniendo un poco de hambre, por lo que decidimos pedir a un restaurante cercano la cena. La sirven a domicilio. Cosa que agrademos ya que no nos apetece nada subir de nuevo al mesón.
Mientras esperamos, recogemos la ropa tendida.
Cena impresionante y riquísima. Compartimos mesa con Roberta y su padre. Un poco de charla y a dormir. Estendemos los sacos, apagamos luces y a soñar...
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