BCN. Raval-MACBA
near Sarrià-Sant Gervasi, Catalunya (España)
Viewed 93 times, downloaded 2 times
Trail photos
Itinerary description
Waypoints
Iglesia de Montealegre y Biblioteca
Biblioteca de la Facultad de Comunicación, Blanquerna
Jorge Oteiza. La Ola, 1998
Situada de forma permanente sobre el podio que se alza ante la fachada del MACBA, en la Plaça dels Àngels de Barcelona, La ola de Jorge Oteiza se ha convertido en un icono de este edificio construido por el arquitecto Richard Meier. Cuando en 1998, tres años después de su inauguración, Oteiza fue invitado a producir una obra para el Museo, decidió que quería ponerla en diálogo con el estilo arquitectónico de Meier, que él consideraba de un racionalismo cercano a Le Corbusier y con el que se sentía muy afín. En este contexto, decidió producir una gran ola de aluminio negro formada por poliedros y planos oblicuos y hacerla jugar con la alternancia de luz y sombra que crea sobre la obra la fachada del Museo. La ola, que fue producida en el taller del arquitecto y escultor Pere Casanovas de Mataró, parte de un modelo de bronce de 5 cm de altura realizado por Oteiza en 1957. En esos años, el escultor vasco experimentaba con formatos pequeños y con figuras como cubos y poliedros en los que practicaba incisiones cóncavas y convexas, como sugieren las formas de esta obra. Oteiza quiso recuperar esta maqueta de su taller, donde había quedado almacenada desde que abandonó la producción escultórica en 1959 para dedicarse de pleno a actividades teóricas. En la época en que el artista realizó esta maqueta, buena parte de su producción era de dimensiones muy reducidas; a veces consistía en simples maquetas de cartón o yeso que luego fundía con el mismo tamaño. Cuando, en 1998, decidió trasladar la pieza seleccionada a escala monumental, necesitó cinco maquetas más y una sexta de madera, de tamaño real, para materializar el proyecto. La ola condensa la visión de Oteiza de las olas del mar y su interpretación en clave geométrica. Mientras supervisaba la instalación de la obra, Oteiza insistió en que se trata de una pieza que «dialoga con la convexidad del Museo». Refiriéndose al juego de sombras que producía la posición del sol y del edificio sobre la obra, también aclaró: «En vasco, la sombra se llama itxal, que significa el poder del ser, no la falta de luz. La sombra es el poder de la luz: cuanta más sombra hay, más presencia luminosa tenemos.» Tanto en su obra escultórica experimental como en sus textos y manifiestos teóricos, Oteiza siempre entendió la escultura como un proceso de búsqueda metafísica y espiritual. «Todo está en la ocupación de los espacios. Puede suceder que la obra absorba el entorno, o viceversa. Yo pretendo ocupar un espacio con armonía.» De la página web del MACBA: https://www.macba.cat/es/arte-artistas/artistas/oteiza-jorge/ola
Chillida. Mural G-333, 1998
Chillida realizó el mural Barcelona, Mural G-333 en 1998, tres años después de la inauguración del edificio del MACBA y cuatro años antes de morir. En todas sus intervenciones públicas, el escultor daba mucha importancia a la ubicación. Cuando se desplazó a Barcelona para supervisar la instalación de la obra, explicó que al visitar el museo por primera vez, le había parecido que la zona que rodea el edificio blanco del arquitecto Richard Meier tenía un punto débil: la pared medianera situada en uno de los extremos laterales del recinto y que separa el museo del resto del barrio. Consideró que no integraba bien el museo con el conjunto del barrio. De ahí que, cuando se le pidió crear una obra para el exterior del edificio, optó por un mural cerámico para este muro de hormigón y decidió situarlo a tres metros de altura. Barcelona, Mural G-333 es el primer gran mural cerámico realizado por el artista en su dilatada carrera. La obra se llevó a cabo en el taller de Hans Spinner –ceramista alemán muy respetado por Chillida– en Grasse, en el sur de Francia, donde el escultor produjo la mayor parte de sus piezas cerámicas. Tras cocer a 1.300 grados las placas de hormigón refractario que forman el mural, Chillida las pintó con óxido de cobre y luego las volvió a cocer a 1.120 grados. En este proceso de doble cocción, el óxido adquirió un color negro característico y la obra adoptó una textura entre la escultura y el grabado. Y es que el uso que hace Chillida de tierras y materias sujetas a cocción no se corresponde en absoluto al concepto tradicional de cerámica, sino más bien al de ensayo arquitectónico. El mural de Chillida para el MACBA condensa el lenguaje propio del escultor y su concepto de abstracción. La simplicidad es uno de los aspectos cruciales de una forma de entender el arte que tiende a eliminar todo elemento superfluo o retórico de la imagen. En toda la obra de Chillida, como se observa también en el mural Barcelona, Mural G-333, destaca la modulación de espacios y el juego de relaciones entre lo lleno y lo vacío, un vacío que a veces se convierte en signo. En cuanto al dibujo del mural, mantiene la tipología de los últimos trabajos del artista, en los que el poder de un grafismo oscuro y las delimitaciones cromáticas negras reflejan una profunda investigación sobre el volumen y su ocupación del espacio. Octavio Paz, gran conocedor de la obra de Chillida, apuntaba que, tanto si el escultor trabajaba con tierra, hierro, madera, hormigón, alabastro u otros materiales, «todos dicen lo mismo: espacio». Texto de la página del MACBA: https://www.macba.cat/es/arte-artistas/artistas/chillida-eduardo/barcelona-mural-g-333
You can add a comment or review this trail
Comments