Bosque de la Alhambra-Cuesta del Rey Chico-Fuente del Avellano-Silla del Moro (Granada)
near Alcaicería de Granada, Andalucía (España)
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Itinerary description
Subimos primero por la Cuesta de Gomérez, atravesando la monumental Puerta de las Granadas (antes puerta de Gomérez), llamada así por las tres grandes frutas; se levantó a modo de arco triunfal romano para conmemorar la visita del emperador tras su boda con Isabel de Portugal en Sevilla. Nos introducimos en el Bosque de la Alhambra, que en esta época otoñal luce sus mejores galas. Conocido también como bosque de San Pedro, es una cerrada arboleda situada en la ladera norte del recinto amurallado de la Alhambra, que ocupa una extensión total de 4.2 hectáreas, rodeada por una cerca y por la muralla norte de la Alhambra. Se creó para albergar un coto de caza para disfrute del sultán Muley Hazen (uso que perduraría al parecer hasta finales del siglo XVII). El bosque, con gran variedad arbórea (hasta 21 especies diferentes -con más de 1 000 árboles-, entre la que destaca el almez, que representa el 66% de la masa total), no sólo aporta una gran belleza al perímetro del monumento nazarí, sino que además, tras la instalación del sistema de riego por aspersión en 1969, constituye una franja húmeda que protege ante incendios y controla la erosión y deslizamientos de la ladera.
Además de la belleza natural (junto a almeces, paseamos entre aligustres, almendros, fresnos, olmos, laureles, cipreses o exóticos árboles del amor, entre otros árboles), encontramos monumentos como la Puerta de Bibrambla (Bab al-Ramla en árabe o del Arenal), así llamada por su situación original en un lienzo de la muralla de la medina, dando acceso a la plaza del mismo nombre (centro neurálgico de la Granada nazarí). También se la conocía como Puerta de las Orejas, de las Manos o de los Cuchillos (porque aquí quedaban expuestas de forma permanente tales partes amputadas a los malhechores, junto con las armas requisadas). Aunque fuera declarada Monumento Nacional, en el último cuarto del siglo XIX se desmontó pieza a pieza y fue guardada en el Museo Arqueológico de Granada, hasta que en 1933 el arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, la reconstruyó y emplazó en su lugar actual, en el paseo de las alamedas de la Alhambra, donde la "poética de las ruinas" nos hace evocar tiempos pasados.
El agua es otro de los elementos importantes de este bosque, cuyo rumor nos acompaña, corriendo por la acequia o desde los surtidores de las fuentes, como la dedicada al escritor granadino del siglo XIX Ángel Ganivet, autor del Idearium español, que además fue diplomático (se suicidó en Riga, por entonces perteneciente al imperio ruso, donde ejercía de cónsul de España, poco antes de cumplir los 33 años). La monumental fuente es obra del artista almeriense Juan Cristóbal y en su inauguración el 3 de octubre de 1921, se congregaron autoridades y personajes de la época, además de las sobrinas del escritor. Su elemento más espectacular -y controvertido- es el grupo escultórico del hombre atlético que sujeta a un macho cabrío, cuya boca es el surtidor, simbolizando el poder de la inteligencia sobre la irracionalidad.
Llegados al final de la Cuesta Gomérez, giramos a la izquierda hacia la Torre del Agua, de mayores dimensiones que las otras torres cercanas, pese a que fue destruida hasta sus cimientos (que sirvieron para su posterior reconstrucción) por las voladuras francesas en 1812 cuando abandonaron Granada; tenía además una terraza, que actualmente no existe, y varias plantas, hoy está hueca); su principal función era la vigilancia y defensa de la Acequia Real, que trae el agua desde el Darro para su distribución por toda la Alhambra.
Pasamos bajo el acueducto de la acequia para bajar por la Cuesta del Rey Chico, así llamada por la leyenda que cuenta como Aixa, madre de Boabdil, apodado "Rey Chico" ayudó a éste a huir del palacio para encabezar a los rebeldes contrarios a su padre Muley Hazen, atrincherados en el Albaicín, y así a la postre convertirse en el último rey nazarí. Este paseo de menos de 900 metros de longitud, cómodo si se hace en bajada (pues tiene un desnivel de unos 80 metros), es siempre recomendable pero especialmente en otoño, por el colorido de los árboles que se anteponen a la muralla o de los almeces que sujetan los taludes de las huertas del Generalife (al noreste del barranco) y por las vistas del Albayzín cerca de su tramo final. Antiguamente se conocía como Cuesta de los Molinos (por la proximidad de acequias y molinos de agua cerca del Darro), hasta que a primeros del siglo XIX recibió el nombre de Cuesta de los Muertos porque por ella subían los cortejos fúnebres camino del nuevo cementerio.
Sucesivamente vamos viendo por su parte externa diferentes torres de la Alhambra, situadas en el camino de ronda de la muralla: la Torre del Cabo de la Carrera, la de las Infantas, la de la Cautiva, la del Cadí y la de los Picos.
De la Torre del Cabo de la Carrera, llamada así por ser el límite de la calle Mayor de la Alhambra, y que habría sido construida o restaurada en 1502 por los Reyes Católicos (según una antigua inscripción no conservada), sólo nos quedan restos, ya que también fue destruida por las tropas napoleónicas en 1812.
La Torre de las Infantas es la mayor de las torres-calahorras de la Alhambra, siendo la última construida antes de la conquista cristiana, por mandato de
Muhammad VII. Su interior es una gran vivienda que da más la sensación de estar en otro palacio que en una torre de la muralla, con un patio cubierto para sobrellevar mejor los fríos inviernos y calurosos veranos granadinos.
La siguiente es también una torre-palacio, conocida en el siglo XVI como Torre de la Ladrona y de la Sultana, pero que se cambió por el sugerente nombre de la Cautiva al creerse que en ella vivió doña Isabel de Solís, convertida al Islam con el nombre de Zoraya, favorita del rey Muley Hazen. Luego fue vivienda de los alcaides cristianos y después de particulares.
Tras pasar junto a la Torre del Cadí (llamada del Preso en el siglo XVI y del paso de la Zorra en los siglos XVII y XVIII), situada frente al callejón que lleva a la entrada primitiva del Generalife,
encontramos la Torre de los Picos, de tres pisos, conocida así por sus almenas sobre unas ménsulas que sobresalen en la cara exterior de la planta alta y que servían como balcones volados para, desde arriba, controlar toda la vertical de la torre y de la planta situada en su base; terminan con pirámides de ladrillo (aunque data de fines del siglo XIII o comienzos del XIV, es de estilo gótico, sin saberse claramente el por qué). Defendía una entrada de la fortaleza que comunicaba con el Generalife; un pasadizo abovedado llevaba hasta la Puerta del Arrabal y de ahí a los cuarteles, caballerizas y a un baluarte de artillería; en la base de la Torre queda la Puerta de Hierro, mandada construir por el gobernador de la Alhambra, el Conde de Tendilla, en tiempos de los Reyes Católicos (sobre el arco de la portada aparecen sus emblemas: el yugo y las flechas).
Al final de la Cuesta de los Chinos, su nombre popular desde que a fines del siglo XIX se pavimentó su tramo inferior con cantos del río, tomamos el camino de la derecha, paralelo al Darro, que nos lleva en un bonito paseo de unos setecientos metros a la Fuente del Avellano, situada entre el Sacromonte (al que da vistas) y el Generalife. Sus aguas, de excelente calidad, muy puras y a las que se atribuyen propiedades curativa (ideales para hacer una buena digestión tras una copiosa comida), eran muy valoradas por los musulmanes (se piensa que esta fuente pudo ser la de las Lágrimas de los poetas árabes); en el siglo XIV estuvo cerca la rábita Lyam y también se excavaron en su proximidad cuevas habitacionales, muy dispersas entre ellas. Su naciente brota en la ladera de la Silla del Moro y su agua, junto con la de las fuentes de la Salud y la de la Agrilla (también en la ruta), la vendían los aguadores en las calles de Granada. En torno a la fuente han surgido cuentos y leyendas y sobre todo la Cofradía del Avellano, “una reunión de amigos sin domicilio ni reglamento, semejante a una academia helénica, sentados en torno a una fuente de agua fresca...”, presidida por Ganivet. En una cartela, realizada en azulejo de Fajalauza, copia de la colocada en 1940 (perdida en unas reformas a fines de los años 80 del pasado siglo y repuesta en 1992), podemos leer: “En recuerdo de Ángel Ganivet genial escritor granadino, fundador de la Cofradía del Avellano, que enalteció en su obra la belleza de este paraje”. Aquí se reunían también, entre otros, Falla y Lorca.
Desandando unos metros, tomamos una empinada senda en zigzag (la fuerte subida se compensa con magníficas vistas del Albayzín y del Sacromonte, sobre el Valle del Darro), que nos llevará primero hasta la Acequia Real, en el barranco de la Silla del Moro (un bonito rincón), y, tras ya un corto ascenso, al Castillo de Santa Elena (siglo XIII), más conocido como la Silla del Moro, desde donde las vistas son absolutamente espectaculares, auténticas postales de Granada.
Toca volver, ya en cómodo descenso por pista asfaltada hasta el Paseo de la Sabica. Volvemos al Bosque de la Alhambra, ahora por su margen izquierdo (según bajamos). Pasamos junto al Carmen de los Cármenes, famoso palacete decimonónico, que originalmente se conoció como Corral de los Cautivos (por los cristianos aquí presos de los musulmanes). Isabel la Católica mandó edificar luego en este solar la primera iglesia de Granada, una ermita en la parte más alta de la colina (en conmemoración de los cristianos que sufrieron martirio durante la dominación musulmana en estos lugares) que pasaría a convertirse en iglesia y convento de carmelitas descalzos; tras su venta y destrucción en el siglo XIX, estando a punto de desaparecer, se construyó una residencia de recreo, con un jardín romántico (mezcla de jardines franceses e ingleses), declarado Jardín Artístico. Su última propietaria, una religiosa jerónima, donó el Carmen de los Mártires al Ayuntamiento de Granada. Hoy se celebran aquí desde bodas a recepciones oficiales y pueden pasearse sus jardines (abiertos al público), cosa que hoy no hacemos por falta de tiempo, desde donde se aprecian también unas estupendas vistas de la ciudad, la Vega y Sierra Nevada.
Junto al Carmen de los Catalanes, seguimos por el camino de tierra junto al muro y luego a mano izquierda por el Paseo Antequeruela Alta hasta llegar a las Torres Bermejas. Bajamos por la calle Aire Alta, en el corazón de la judería granadina, pasando junto al aljibe de Rodrigo del Campo, y luego por la Cuesta Pañera hasta la calle Pavaneras. Desde aquí llegamos nuevamente a la Plaza de Isabel la Católica para finalizar otro bello paseo, uno más, por Granada.
Waypoints
Puerta de Bibrrambla
Fábrica principalmente de tapial, con ciertos elementos realizados en piedra
Fuente de Ángel Ganivet
Busto de Ángel Ganivet sobre un pedestal de piedra en el cual se puede leer bajo una granada “A Ganivet"; delante un hombre atlético agarra por los cuernos a un macho cabrío, de cuya boca emana un gran chorro de agua que cae sobre una pequeña alberca a los pies del monumento, elevada sobre una pequeña plataforma a la que se accede subiendo unos escalones
Torre de las Infantas
Gran vivienda palatina encajada en el adarve. Su interior se distribuye según el esquema tradicional de la vivienda nazarí, en dos plantas alrededor de un vestíbulo o patio cubierto, centrado por una pequeña fuente poligonal de mármol
Fuente del Avellano
Consta de un sencillo pilar, realizado en mármol de sierra Elvira, adosado al aljibe, de mampostería y semienterrado en la ladera. Su frontis tiene inscrita una leyenda, grabada sobre piedra del siglo XVII: “Reynando el Sr. Dn. Fernando septimo Q.D.G. siendo Capitán Gral. de esta Provincia el Exmo. Sr. Dn. José Ygnacio Albarez Campana y Corregidor de esta Cap. el Sr. Marques de Altamira, la Ciudad de Granada hizo esta Obra comisionando para ella a el veinte cuatro de su Ayuntamiento D. José Marin. Año de 1827”. Frente a la fuente sea abre una placeta con bancos de piedra
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