Campo de Cariñena / Paseo por el Convento de Santa Catalina
near Cariñena, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
En ocasiones, se llega a un monasterio o a las ruinas de uno, se da un paseo, se percibe lo que el entorno ofrece a los sentidos y se comprende perfectamente por qué los religiosos eligieron ese lugar para establecerse.
Sea la altura, sea la quietud, sea el paisaje, el rumor del agua, el tiempo que parece detenerse o todo junto a la vez, algo conecta en ellos a las personas con una dimensión puramente emocional y sensitiva, sobre todo de paz.
Así ocurre donde se encuentran los restos del antiguo convento de Santa Catalina, en Cariñena, un paraje de colinas redondeadas por la acción de los elementos y de la agricultura, de suaves pendientes que suben y bajan modelando un paisaje sensual en el que la tierra parece levantarse en olas a cuyos pies corren barrancos y regueros que solo dan lo mejor de sí cuando las escasas lluvias los ponen en estado de revista.
Pasear por lo que en Cariñena se conoce como La Val del Convento es un placer para la vista, especialmente en primavera y otoño, y para los sentidos todo el año. No hay bosques, no hay ríos ni cascadas, tampoco verdes praderas ni formaciones rocosas deslumbrantes. Hay agricultura por los cuatro costados y lo mejor de los paisajes agrarios, en este caso de vid y cereal, en unas impresionantes vistas 360º. Eso, sin dejar de lado que tras este entorno la línea del horizonte, al oeste, ofrece los riscos de la Sierra de Algairén con el caserío cariñenense a sus pies.
La luz del atardecer multiplica la serena belleza del entorno, pero cualquier hora es buena para dar el paseo que propone esta ruta, salvadas, claro está, las más inclementes del verano o el invierno.
Comienza en la puerta de la Bodega Tierra de Cubas, a unos cuatro kilómetros de Cariñena. Para alcanzarla hay que salir del pueblo por la carretera que lleva a Belchite, la A-220. Nada más tomarla divisaremos una larga recta que termina en una curva pronunciada a la derecha. Unos metros antes de llegar a esta, un cartel nos indicará el desvío, hacia la derecha, a la bodega, un atractivo conjunto de edificaciones integradas en el paisaje.
A partir de aquí seguimos a pie por el mismo camino asfaltado que nos ha traído hasta el punto de inicio. Unos cientos de metros más adelante llegaremos al primer cruce. Ignoraremos la invitación a tomar un camino de tierra a la izquierda y seguiremos por el asfalto deteriorado que nos conduce. Lo seguiremos, siempre a la derecha hasta llegar a un cruce en el que veremos la carcasa de un viejo furgón enfrente. Cruzaremos y pasaremos junto a ella, dejándola a nuestra izquierda. Este camino nos llevará en suave subida hasta las ruinas del convento, que con bastante antelación veremos en el horizonte sin posibilidad, pues, de perdernos.
Hace años, los críos de Cariñena jugaban entre sus muros derruidos, se aventuraban en los aljibes o neveras medio enterrados y recogían restos de cerámica en los campos de alrededor, en los que emergían después de cada labranza. Recientemente, el conjunto ha sido objeto de una restauración y la visita es más segura y atractiva. Se puede recorrer el contorno de lo que fue un gran recinto, adivinar la ubicación de estancias e instalaciones y saber más gracias a la cartelería explicativa que se ha instalado.
Satisfecha nuestra curiosidad y de vuelta al punto por el que hemos alcanzado la construcción, a mano izquierda un camino nos lleva en muy corto recorrido descendente a la ermita de San Bernardino, al parecer, fundador del cenobio. No podremos ver el edificio original, sino una reconstrucción amablemente adornada con pinos y bendecida por un escopetero que ha probado su puntería con el cartel de cerámica situado sobre la entrada.
Regresamos al convento por el mismo camino y seguimos de frente, dejándolo a la derecha, hasta el cruce que hay al final de la bajada, allí giramos a la derecha, bordeando lo que fue el recinto eclesial. Enseguida veremos una bifurcación; nuestro camino es el de la izquierda, que seguiremos ya durante un largo trecho en el que nos encontraremos una pequeña badina que bordearemos por la derecha. Enseguida veremos un desvío a la derecha que no tomaremos; en el siguiente cruce seguiremos también recto, por el mismo camino agrícola que llevamos, y en el que viene después, giraremos a la izquierda en descenso hacia la Paridera Baja y el Camino del Val, que tomaremos hacia la izquierda, en dirección norte, ya de regreso al punto de partida.
El camino discurre hermanado con el Barranco de la Val del Convento ofreciendo nuevas y bellas vistas de este paraje.
Sea la altura, sea la quietud, sea el paisaje, el rumor del agua, el tiempo que parece detenerse o todo junto a la vez, algo conecta en ellos a las personas con una dimensión puramente emocional y sensitiva, sobre todo de paz.
Así ocurre donde se encuentran los restos del antiguo convento de Santa Catalina, en Cariñena, un paraje de colinas redondeadas por la acción de los elementos y de la agricultura, de suaves pendientes que suben y bajan modelando un paisaje sensual en el que la tierra parece levantarse en olas a cuyos pies corren barrancos y regueros que solo dan lo mejor de sí cuando las escasas lluvias los ponen en estado de revista.
Pasear por lo que en Cariñena se conoce como La Val del Convento es un placer para la vista, especialmente en primavera y otoño, y para los sentidos todo el año. No hay bosques, no hay ríos ni cascadas, tampoco verdes praderas ni formaciones rocosas deslumbrantes. Hay agricultura por los cuatro costados y lo mejor de los paisajes agrarios, en este caso de vid y cereal, en unas impresionantes vistas 360º. Eso, sin dejar de lado que tras este entorno la línea del horizonte, al oeste, ofrece los riscos de la Sierra de Algairén con el caserío cariñenense a sus pies.
La luz del atardecer multiplica la serena belleza del entorno, pero cualquier hora es buena para dar el paseo que propone esta ruta, salvadas, claro está, las más inclementes del verano o el invierno.
Comienza en la puerta de la Bodega Tierra de Cubas, a unos cuatro kilómetros de Cariñena. Para alcanzarla hay que salir del pueblo por la carretera que lleva a Belchite, la A-220. Nada más tomarla divisaremos una larga recta que termina en una curva pronunciada a la derecha. Unos metros antes de llegar a esta, un cartel nos indicará el desvío, hacia la derecha, a la bodega, un atractivo conjunto de edificaciones integradas en el paisaje.
A partir de aquí seguimos a pie por el mismo camino asfaltado que nos ha traído hasta el punto de inicio. Unos cientos de metros más adelante llegaremos al primer cruce. Ignoraremos la invitación a tomar un camino de tierra a la izquierda y seguiremos por el asfalto deteriorado que nos conduce. Lo seguiremos, siempre a la derecha hasta llegar a un cruce en el que veremos la carcasa de un viejo furgón enfrente. Cruzaremos y pasaremos junto a ella, dejándola a nuestra izquierda. Este camino nos llevará en suave subida hasta las ruinas del convento, que con bastante antelación veremos en el horizonte sin posibilidad, pues, de perdernos.
Hace años, los críos de Cariñena jugaban entre sus muros derruidos, se aventuraban en los aljibes o neveras medio enterrados y recogían restos de cerámica en los campos de alrededor, en los que emergían después de cada labranza. Recientemente, el conjunto ha sido objeto de una restauración y la visita es más segura y atractiva. Se puede recorrer el contorno de lo que fue un gran recinto, adivinar la ubicación de estancias e instalaciones y saber más gracias a la cartelería explicativa que se ha instalado.
Satisfecha nuestra curiosidad y de vuelta al punto por el que hemos alcanzado la construcción, a mano izquierda un camino nos lleva en muy corto recorrido descendente a la ermita de San Bernardino, al parecer, fundador del cenobio. No podremos ver el edificio original, sino una reconstrucción amablemente adornada con pinos y bendecida por un escopetero que ha probado su puntería con el cartel de cerámica situado sobre la entrada.
Regresamos al convento por el mismo camino y seguimos de frente, dejándolo a la derecha, hasta el cruce que hay al final de la bajada, allí giramos a la derecha, bordeando lo que fue el recinto eclesial. Enseguida veremos una bifurcación; nuestro camino es el de la izquierda, que seguiremos ya durante un largo trecho en el que nos encontraremos una pequeña badina que bordearemos por la derecha. Enseguida veremos un desvío a la derecha que no tomaremos; en el siguiente cruce seguiremos también recto, por el mismo camino agrícola que llevamos, y en el que viene después, giraremos a la izquierda en descenso hacia la Paridera Baja y el Camino del Val, que tomaremos hacia la izquierda, en dirección norte, ya de regreso al punto de partida.
El camino discurre hermanado con el Barranco de la Val del Convento ofreciendo nuevas y bellas vistas de este paraje.
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