Circular corta al Aguallueve de Anento

Nos acercamos hasta el pueblo de Anento con los peques, para realizar la circular corta, a su formación más conocida, el Aguallueve. 

Para llegar a Anento, que cuenta con el galardón de ser, "uno de los pueblos más bonitos de España", tomamos la A-23 hasta la salida a Lechón. Sin entrar a dicha población, tomamos el desvío hacia Anento, al cual llegamos en cinco minutos, y dejamos la furgoneta en el aparcamiento, situado junto al campo de fútbol, que está a rebosar. 

Para hacer la ruta un poco más larga, antes de ir al Aguallueve, subiremos hasta el castillo, situado en lo alto del Tozal, sobre el que se asienta Anento, así que nos acercamos caminando hasta sus primeras casas, y callejeamos por sus calles, hasta alcanzar la plaza, muy coqueta, y con unas bonitas vistas, a pesar de que todavía queda algo de niebla. 

Desde la plaza, tomamos la calle en la que se ubica la ermita de Santa Bárbara, en la que nos detenemos un instante. Después, continuamos subiendo hasta enlazar con una larga escalinata, por la que remontamos el Tozal, en el que vemos varias cuevas. 

Rápidamente, llegamos a la parte alta del Tozal, una bonita zona de pinar, acondicionado, como zona recreativa, en la que se sitúan los restos del castillo, de mediados del S.XIII, del que solo se conserva el foso, y su pared oriental. 

Aprovechamos que se puede acceder a la zona alta de las murallas, para disfrutar de las vistas; después regresamos hasta el pinar, y tomamos un sendero perfectamente señalizado en su inicio, por el que descendemos, alternando tramos de escaleras, con otros de sendero, en el que podemos ver, multitud de recuencos, formados por el desprendimiento de la tierra, provocados por la lluvia, la nieve y el viento. 

Cerca del primer kilómetro, enlazamos con el camino que viene directo de Anento, por el cual continuamos, dejando a nuestra izquierda una fuente, y unos metros más adelante, alcanzamos una bifurcación de caminos, perfectamente señalizado, en el que tomamos el ramal de la izquierda, durante poco más de doscientos metros, hasta llegar a una nueva bifurcación. 

Todo recto, tenemos la opción de subir hasta el torreón celtíbero de San Cristóbal, y a la derecha, al Aguallueve de Anento, opción que tomamos ahora, y al que llegamos en apenas un minuto, tras descender unos metros, por una corta escalinata. 

A pesar de las últimas lluvias, el Aguallueve no lleva mucho agua, los niños aprovechan para introducirse en las cuevas, y después damos una pequeña vuelta alrededor de el. 

Tras la visita, regresamos hasta el último de los cruces, donde tomamos el camino que sale todo recto, hacia el torreón, que no tarda en convertirse en sendero, por el que vamos ganando desnivel. 

Los últimos metros, la pendiente se acentúa, pero al estar acondicionado con escalones, subimos fácilmente, y alcanzamos la parte superior de la loma, sobre la que se asienta el torreón Celtíbero de San Cristóbal, al que llegamos tras caminar, doscientos metros, por el borde de la cornisa. 

Aprovechamos que la niebla, va desapareciendo, para disfrutar de las vistas que tenemos de Anento, después, en vez de regresar por el mismo camino hasta el Aguallueve, continuamos bordeando la loma durante doscientos metros, hasta que llegamos al inicio de la senda de la Muela, donde giramos a la derecha, e iniciamos el descenso por una estrecha senda, por la que enlazamos con el camino que baja directo desde el Aguallueve, justo a la altura del Peirón Virgen del Pilar de Anento. 

Ya con vistas a Anento, caminamos por amplio camino de tierra, con el suelo cubierto de hojas, entre campos de cultivo, por el que llegamos al parque municipal, y unos metros más adelante, a la plaza de Anento, en la que se ubica la oficina de turismo, y una replica del Aguallueve. 

Desde aquí, callejeamos por Anento, visitamos la Iglesia de San Blas, cruzamos la carretera, y llegamos al aparcamiento, finalizando esta bonita ruta circular, por uno de los parajes más singulares de la provincia de Zaragoza.