Huelma

Visita al pueblo de Huelma, la Walma musulmana (nombre quizás relacionado con el Guelma argelino o el Guelmes marroquí, poblaciones montañosas con abundancia de aguas de calidad como esta localidad jienense, que posiblemente fuese un asentamiento bereber con igual nombre que el lugar de origen de sus fundadores). Aunque la población de este territorio se remonta al menos a época íbera: en la pedanía de Cabritas de Huelma se encuentra el Santuario Heroico del Cerro del Pajarillo, oppidum del siglo IV a.C. ubicado en el valle del río Jandulilla, paso entre Murcia y el valle del Guadalquivir, y que era la puerta de entrada de un territorio controlado por un aristócrata íbero; estaba presidido este santuario por una torre central con un grupo escultórico que representa una escena de tipo heroico, en la que un guerrero se enfrenta a un lobo que parece haber raptado a un muchacho (el monumento se completaba con las figuras de dos grifos y de dos leones echados).

Llego a Huelma por la A-324, desde la A-44, entrando al pueblo por la JA-4204, hasta la calle Calesera, donde aparco. Desde aquí subo por las calles del Chorrillo y de la Umbría hasta la
Iglesia de la Inmaculada Concepción, uno de los ejemplos más notables de la arquitectura religiosa del siglo XVI de toda la provincia y con un interior de los más bellos y suntuosos de la diócesis de Jaén. La rodeo hasta llegar a su fachada sur, de carácter marcadamente civil, muy alejado de los modelos religiosos del Renacimiento. En su construcción participaron grandes artistas de la época que trabajaban por la zona, como Diego de Siloé, Vandelvira, Francisco del Castillo el Viejo y Francisco del Castillo el Joven.
Levantada sobre un templo anterior, en 1530 se inició su construcción en estilo gótico, pero posteriormente se incorporó el nuevo lenguaje clásico del Renacimiento (tanto en sus naves como en la fachada principal, de corte palaciego). Francisco del Castillo el Joven terminó las cubiertas diseñadas por Vandelvira, la del segundo tramo admirable por la variedad y complejidad de su iconografía y ornamentación (propia del conocimiento y habilidad del maestro como escultor).

Dejo la plaza por una escalinata y bajo por la calle del Convento hasta la Plaza de España; sigo por la calle de Santa Ana, dirigiéndome hacia la salida del pueblo por el sur, donde se encuentra una cruz de piedra (con el escudo de Huelma). Pasado el cementerio, por la carretera JA-4205 llego a la fuente de la Pililla, de donde procedía el agua del lavadero del Llano de San Marcos (o del Majuelo, como también se le conocía), en servicio hasta finales de los años sesenta. Luego sigo por un camino asfaltado, internándome en el olivar (principal cultivo de la localidad, destacando la variedad picual); atrochando entre olivos, llego a una chopera en una cañada, junto a la carretera JA-4204, donde se encuentra el Acueducto Fuente de la Peña, el tramo de mayor longitud del antiguo acueducto (de origen romano) que conducía hasta bien hace poco el agua de la Fuente de la Peña (que nace en la loma que queda por encima de la carretera) hasta las fuentes de Plaza Nueva y el Cañico. Antiguamente las mujeres del pueblo iban a lavar a una poza de agua junto al nacimiento.

Tras unos 700 metros por la carretera, vuelvo al olivar para tomar un camino que entra en Huelma por la calle de los Carriles. Tras subir la escalinata de la Cuesta del Calvario, llego a la ermita de San Sebastián o del Santo, un antiguo edificio del siglo XVI situado en el barrio de Plaza Nueva, limítrofe con la barriada de la Peralea. Sigo subiendo por la Carrera de Jesús hasta la calle Aben Zulema, de donde sale una calleja por la que se accede a unas terrazas en la base del Castillo de Huelma (o de Alburquerque) -un vallado impide el acceso al mismo. Fue construido probablemente por el Señor de la Villa, el Duque de Alburquerque, en la primera mitad del siglo XVI (en estilo renacentista), sobre un castillo musulmán (del que sólo quedan algunos lienzos de la muralla y un gran aljibe en el interior) que fue avanzadilla en la frontera norte del reino nazarí de Granada; tras varios cambios de manos, en 1438 la rindió Don Íñigo López de Mendoza, señor de Hita y de Buitrago, Capitán Mayor de la frontera y primer Marqués de Santillana. Nombrado alcaide perpetuo de Huelma, en 1465 cedió sus privilegios sobre la Villa a su yerno, Don Beltrán de la Cueva, favorito del rey Enrique IV (y padre de su hija Juana, la Beltraneja, según las malas lenguas y la versión de los Reyes Católicos). El castillo actual se construyó en este momento, convirtiéndose Huelma en uno de los centros desde los que los partidarios de Enrique IV y los aliados del Condestable Iranzo combatieron a la nobleza levantisca. Ya durante la invasión napoleónica, el castillo fue ocupado por el general Sebastiani, que luego lo incendió al abandonarlo.

Termino así este paseo por este bonito pueblo, declarado Conjunto Histórico Artístico.