La Guardia de Jaén: necrópolis visigoda y casco histórico
near La Guardia de Jaén, Andalucía (España)
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Itinerary description
Desde la A-44 (Autovía de Sierra Nevada-Costa Tropical), tomo la salida para La Guardia de Jaén, continuando por la JA-3202 y después a la izquierda por la avenida de Justo Montañez, aparcando al final de la misma, en una rotondita, junto al Ecoparque. Por la calle de la Sierra me dirijo a la Plaza de San Pedro, donde se encuentra el Ayuntamiento. Salgo de la plaza por la calle Nueva, para seguir inmediatamente por la del Concejo, que se continúa por la calle Alta hasta la calle Redonda; aquí salgo del pueblo por un camino de tierra que baja a la carretera; al otro lado, en el olivar, se encuentra la necrópolis visigoda de Cerro Salido, de la que se tuvieron las
primeras noticias oficiales con la excavación arqueológica de 1954, inspeccionándose 22 tumbas de las que tan solo 7 permanecían intactas. La zona en la que se asienta es al parecer muy extensa (rodearía todo el pueblo, lo que la convierte en una de las más importantes a nivel nacional), formada por rocas de sedimentación y calizas. La disposición de las tumbas no guarda en general una orientación determinada, sino que sus constructores parece que aprovecharon la mejor disposición del terreno (no obstante, siempre que fue posible, se orientaron hacia el Este y el Sur); su forma es ovoide y alargada, con una leve insinuación antropomorfa. Se encontraron restos humanos (sólo una tumba con restos pertenecientes a un único cadáver; en las restantes se encontraron siempre dos, uno a la cabeza y otro a los pies); ajuar sólo en una de las tumbas (unos aretes de oro con pedrería de tamaño considerable y también una hebilla, igualmente visigótica) y en otras una punta de flecha y una hoja de puñal (ambas de hierro), un anillo de cobre y una cuenta de vidrio.
Además de la necrópolis visigoda, ya en 1954 los arqueólogos dieron también noticia de otra situada a unos 30 metros, que adscribieron a la etapa musulmana.
Vuelvo al pueblo por la carretera, subiendo por la calle del Mesón y luego por la Coronada, para llegar a la ermita de la Virgen Coronada, donde se veneraba a esta Virgen, de gran devoción entre los fieles de esta villa. En la fachada, sobre la puerta de acceso, hay un escudo parcialmente roto que perteneció a don Antonio Gómez de la Torre y Jarabeitia, obispo de Jaén en el siglo XVIII, quizás el artífice de su restauración, realizada cuando el obispado nombró a la ermita como ayuda de la iglesia parroquial de La Guardia (también entonces se levantó el cementerio existente junto a ella).
Bajo ahora a la monumental Plaza de Isabel II, antigua plaza principal de la localidad, que posee un conjunto histórico-artístico sobre todo renacentista, ya que fue construido para ilustrar la grandeza del marquesado recién concedido por Felipe II (1566) a Gonzalo Messía Carrillo de Fonseca. El Renacimiento en La Guardia tuvo gran importancia, como en toda la provincia, al coincidir el siglo XVI con un período de prosperidad económica, debido al aumento demográfico, la extensión del cultivo de cereal y de la ganadería y una mayor actividad artesanal, correspondiéndose con un desarrollo cultural y artístico (favorecido por la actividad constructora del alto clero, la pequeña nobleza y los poderes públicos). Todo ello llevó a la renovación de la arquitectura de las villas y ciudades medievales de la provincia, con una nueva imagen renacentista de gran calidad; en el caso de La Guardia, los Messía y Fonseca construyeron pósitos, palacios, fuentes y edificios religiosos como manifestación de su poder económico y político.
Primeramente me encuentro en este espacio la Fuente de María Magdalena, rematada por una virgen sedente, que originariamente pertenecía al Convento de los Dominicos (trasladada a esta plaza al convertirse La Guardia en marquesado en 1566); en la actualidad es una réplica, ya que la original está en el patio de la Diputación Provincial de Jaén.
En el conjunto destaca la Fuente de los Cinco Caños (o de la Plaza de Isabel II), con sus cinco caños de bronce, también del siglo XVI. Tomaba el agua, para abastecimiento humano y animal, de un antiguo manantial de la localidad (mencionado por Plinio y autores árabes) y tenía la consideración de bien común y público.
Junto a ella, se encuentra la Casa Solariega de los Ochoa, más conocida localmente como La Casa de Piedra, también en su origen del siglo XVI al ser vivienda de los marqueses de La Guardia; posteriormente lo fue de la familia Ochoa-Casta a comienzos del siglo XIX, que le dieron su apariencia actual.
Sigo por la calle de las Escuelas, pasando junto al Lavadero Público de la Segunda República, donde se pueden observar los utensilios para el lavado que utilizaban los vecinos (más bien las vecinas) y donados por ellos (aunque ahora está cerrado por obras). Hay que decir que en La Guardia, como en el resto de localidades cercanas, dependiendo de la calidad del agua del manantial, ésta se destinaba para fuente o lavadero público (ya que una y otro solían surtirse de nacimientos distintos, debido a las ordenanzas que prohibían utilizar el agua de las fuentes públicas para el lavado de la ropa).
Algo más adelante nos encontramos una de las joyas renacentistas de la provincia jienense (aunque su construcción se inició en estilo gótico): la Iglesia Parroquial de la Asunción, Antiguo Convento Dominico (o de Santa María Magdalena) levantado en el siglo XVI bajo el patronazgo de Don Rodrigo Messía y Carrillo y de doña Mayor de Fonseca, señores de La Guardia, y en cuya construcción intervinieron Francisco del Castillo el Viejo y Andrés de Vandelvira. La iglesia es el edificio mejor conservado, estando el resto en avanzado estado de ruina u oculto por las reformas del siglo XIX, cuando tras la Desamortización fue transformado en una almazara; del Convento sólo se conserva una parte de la galería de arcos de medio punto moldurados sobre finas columnas de orden jónico.
El templo es de un clasicismo puro, estando catalogado como Monumento Histórico Artístico.
Desandando la calle Extramuros, subo por unas escaleras y luego por la Cuesta de Zumbajarros (con una parada en su pequeño mirador), para llegar al Castillo, uno de los más grandes y más antiguos de la Península Ibérica. Es de forma triangular irregular que se adapta a la meseta del cerro San Marcos en la que se ubica (muy probablemente sobre el solar de un oppidum ibero-romano). Ya existía una fortificación visigoda, una de las primeras conquistas de Tariq, tras la que fue levantada la mayor parte de su estructura, de lienzos de tapial, con perfil quebrado para facilitar su defensa (Qal’a Hazm o Hisn al-Qal’a). Con la conquista cristiana se sustituye el tapial por mampostería, se recrecen las torres y se construyen otras nuevas y más tarde la familia Messía lo modifica en los siglos XV y XVI para transformarlo en residencia palaciega, reutilizando la torre como iglesia (sobre la que se erige el campanario y que se convertirá en iglesia parroquial hasta mediados del siglo XIX), que queda integrada dentro de la fortificación. Durante la Guerra de la Independencia, en 1812, sufrió un incendio intencionado, y en la Guerra Civil sirvió de alojamiento para la tropa.
Rodeo la fortaleza por el paseo acondicionado en su entorno, admirando las torres del Alcázar, con la imponente Torre del Homenaje que me sirve de broche de oro para este paseo, corto pero cargado de Historia.
Waypoints
Necrópolis visigoda
Tumba antropomorfa, con escalones tallados en la roca
Ermita de la Virgen Coronada
De planta rectangular, de tipo salón, cubierta mediante una alargada bóveda apoyada sobre arcos de medio punto que descansan en pilastras toscanas. Un arco toral de medio punto separa la nave del presbiterio, cubierto por una cúpula semiesférica
Pilar-Fuente de los Cinco Caños
De sillería y traza apaisada. El lienzo se articula en dos cuerpos, el primero con cinco caños de bronce salientes, hornacinas aveneradas y una cartela central con la inscripción: “Esta obra mandó hacer el Ilmo. Sr. El marqués D. Gonzalo Mexia Carrillo, mi señor. Año 1566”; entablamento con columnas jónicas a cada lateral. El segundo presenta un escudo ovalado sostenido por perros, con frontón y remate de leones con la cruz de Santiago
Convento dominico de Santa María Magdalena de la Cruz
De planta de cruz latina de una sola nave, con crucero y capillas laterales, con crucero cubierto con bóveda baída nervada sostenida por cuatro grandes pilares con columnas corintias adosadas. En el centro la bóveda se interrumpe con una corona de casetones decorada con relieves de la vida de Cristo y rematada con una elegante lintera. Los brazos del crucero están cubiertos por sendas bóvedas de cañón con casetones y la nave con bóveda rebajada con casetones sobre pechinas. A los pies se encuentra el coro
Castillo de La Guardia
Torre-Campanario de la Iglesia de Santa María y torre de la muralla oriental (para defender la puerta de acceso)
Iglesia de Santa María
Portada palaciega tardogótica (siglo XVI), ornamentada con las armas de Mexía Carrillo, junto a los restos de la Torre-Campanario de la Iglesia de Santa María
Torre del Homenaje
De planta cuadrada con 35 metros de altura, dividida en tres cuerpos
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