Los puentes de las Fragas del Eume: Santa Cristina - Forneilos - Cal Grande. Fragas del Eume con niños III

Ruta realizada desde el último puente, el de Santa Cristina, hasta el área recreativa y último punto donde se pueden dejar los coches y auto caravanas. Desde ese área recreativa solo se permite pasar al Parque Natural de las Fragas del Eume a pie, en bici o vehículos autorizados. Es un camino solo de ida (en este caso sería de vuelta ya que la ida la hicimos en el bus) pasando por los principales puentes tirantados de la zona, puentes colgantes sobre el río Eume que mola cruzarlos y ser un valiente, tanto los mayores como los pequeños.
Realmente los puentes no es la mayor atracción de la zona, pero le da un aliciente al precioso paseo por medio de un bosque verde a rabiar y profundo, solo atravesado por la carretera bien cuidada y por otros senderos que me gustaría recorrer y saber dónde conducen.

Fuimos con nuestros niños de 3 y 5 años y no se les hizo largo el paseo a pesar que no nos detuvimos apenas hasta llegar al área recreativa y merendero donde teníamos el coche. Son unos siete kilómetros y medio y nos llevaría unas 2 horas en total, parando para ver algún bicho, pisar los puentes y hacer un pis. Dado que amenazaba lluvia al final de la mañana, decidimos hacerlo todo del tirón y sin entretenernos demasiado. Íbamos equipados con chubasqueros y durante la ruta nos cayeron unas pocas gotas, aunque para mediodía daban chubascos fuertes por la zona y así fue finalmente, pero ya nos pilló en el coche camino de casa la gran tromba de agua que cayó, tremenda. Menos mal que no nos pillo en la ruta, aunque también hubiera sido una gran aventura para contar.

Como en otras ocasiones, debes parar en el centro de interpretación de parque de las Fragas donde te facilitarán tanto orientación como tickets para el autobús, que es gratuito. Hay algo de aparcamiento pero suele ser para aparcar brevemente el coche para entrar al punto de información. También al lado hay un pequeño puesto de bebidas y snaks. En este punto es donde está la primera parada del autobús que realiza el recorrido de ida y vuelta cada media hora. Más adelante está la segunda parada, en el área recreativa de A Alameda, donde dejamos el coche. Es muy grande con mucho aparcamiento y mesas para comer o almorzar. Está prohibida la pernocta. Aquí cogimos el bus que nos llevó hasta la última parada, un buen trecho íbamos pensando, dado que el autobús hace el recorrido despacito por los baches y cambios de rasante. Hay otra parada en el puente más grande el de do Cal Grande. La primera vez que vinimos, nos bajamos aquí y regresamos. Hoy queríamos hacer el recorrido completo.
Nos apeamos en el puente de Santa Cristina, de donde parte la ruta que va al monasterio de A Caaveiro, que también la realizamos hace un par de años. desde este punto realizamos el regreso por la misma pista asfaltada. Se anda bien, sin trabas y muy a gusto. Nada más empezar nos encontramos con una babosa inmensa, más grande que una mano. Nos cruzamos con poca gente, casi todos a partir del puente de Cal Grande, dado que es el más llamativo y pilla relativamente cerca de A Alameda, a unos 2,5 kilómetros. El bosque de hayas y eucalipto a ratos se cierne sobre todos como un túnel, mirando dentro del bosque no ves nada, solo logran atravesar los árboles breves sendas y caminos antiguos que se internan en él y cascadas de agua que bajan a reunirse con el Eume, siempre sonando corriendo rápido a nuestra derecha, con un gran volumen de agua. Pasamos un par de edificaciones recogidas en los mapas de la zona como refugio, pero se ve que nadie los utiliza desde hace tiempo. Uno de ellos con un antiguo jardín vallado y una gran mesa corrida de piedra que hace pensar en grandes festejos tradicionales hace muchos años.
Llegar al final nos dio una alegría inmensa, emocionados y contentos por haber podido andar de nuevo por estos bosques increíbles, inmensos y perpetuos si les dejamos estar.

Normal que las ricas tradiciones gallegas hablen de hadas y trasgos y aún permanezcan en sus memorias tales seres mitológicos de su tierra, dado que escondidos en los brezos y troncos, creímos ver a varios de ellos que nos acompañaron todo el camino y que hacían guiños a nuestros niños, que eran los que todo el rato les vieron.