Miranda do Douro-Vamos de visita
near Miranda do Douro, Bragança (Portugal)
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Trail photos
Itinerary description
Ahítos de belleza y deslumbrados por su encanto, terminado el crucero,
Crucero Ambiental por Arribes del Duero
llegamos a Miranda Do Douro, aparcando cerca del castilllo, con la idea preconcebida de saborear un delicioso Bacalao a Brás. Con desencanto, al cruzamos con compañeros de crucero, nos informan de que los dos sitios especializados están cerrados hoy. ¿Como es ello posible, cerrados un espléndido y soleado domingo?No nos lo podemos creer. Abocados a lo inevitable, buscamos acomodo en la zona nueva, pero cercana a la parte histórica. Como ya tardea, no podemos ser exigentes y entramos a preguntar en el primer restaurante que encontramos. Nos acojen rápidamente y aunque no sirven el Bacalao a Brás, ofrecen un menú a precio razonable con numerosos y variados platos, incluidos los de bacalao. Para colmo sus postres son muy apetitosos, variados e irresistibles. Desandamos nuestros pasos hasta el castillo, digiriendo el ágape por el camino, y competimos con otros visitantes por obtener las mejores vistas y las consiguientes fotografías. Aunque apenas quedan dos paredes en pie, parece que fue arrasado tiempo atrás en tiempos de conquistas, nos llama la atención un curioso pozo de cierta profundidad, al que se bajaba por una escalera de caracol para recoger el agua. Recorremos los rincones con parsimonia, intentando imaginar como sería su vida diaria, ocupada por bailes y banquetes en tiempo de paz, y sus temores y sobresaltos al ver llegar a sus enemigos en época de guerra. Seguimos callejeando y nos detenemos en la Capilla de la Santa Cruz, que abierta para nuestro deleite, nos permite curiosear y admirar su interior. Un poco mas adelante al llegar a una amplía plaza, nos quedamos con las ganas de admirar el Museo de la Tierra, en obras, debiendo conformarnos con hacer el tonto, posando en uno de esos atriles en que, sobre un cuerpo dibujado, tu pones una mueca y el rostro (no busqueis en esta página la prueba gráfica, ya que la hemos guardado bajo secreto de sumario). Desatados, posamos también entre las esculturas que rinden homenaje a la capa, y con algo mas de solemnidad, frente al ayuntamiento (Câmara Municipal). Seguimos hacia el Convento Biblioteca, el Parque de Miranda, y haciendo un quiebro, sin salir por la Puerta de la Ciudad, nos detenemos entre las ruinas del Palacio Episcopal, y admiramos las murallas. Nuestro aventurero y ágil colega no se puede resistir, y se encarama hasta lo alto para hacer el recorrido, cual centinela, a lo largo de ellas. Volvemos a caer en trance, cuando llegamos al Mirador del Duero. Los recuerdos, las bellas imágenes y las maravillosas sensaciones vividas, se agolpan en nuestra mente, y nos quedamos un momento , que se hace eterno, en respetuoso silencio, ante semejante maravilla. Sencilla, en cierto modo, pero imponente recortada contra el cielo, la Concatedral nos seduce en ese silencio, y volviendo nuestras miradas hacia ella, no dudamos en entrar con reverencial respeto. Todo nos atrajo, pero citando por citar, nos quedamos con su dorado coro. Frente a la Iglésia de la Misericórdia, el calor nos puede, y sentados a la sombra degustamos un excelente café con leche, acompañado de una chocolateada trufa. Explicando la foto que encontrareis aquí, debemos aclarar, que la encorvada y respetable anciana apoyada en dos bastones, recorrió, frente a nuestros ojos, el trecho que la separaba de la residencia para la tercera edad (unos cuarenta o cincuenta metros), como si fueran las estaciones de un via crucis. Aprovechando para descansar todo lo que, sobresaliendo en alguna medida, podía acoger sus menguadas posaderas. Terminado el descanso, observamos un amenazador nubarrón, y temiendo que se acaba el hechizo de la "flor" de nuestro hacedor de rutas, partimos con premura hacia Ciudad Rodrigo. En efecto, aunque ya en el coche, un intenso aguacero pone el contrapunto a esta inolvidable jornada y obliga a nuestro infatigable conductor, a poner en juego sus dotes para la conducción, en condiciones tan desfavorables. En justicia debemos aclarar que llegamos, sanos y a salvo.
En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base
Crucero Ambiental por Arribes del Duero
llegamos a Miranda Do Douro, aparcando cerca del castilllo, con la idea preconcebida de saborear un delicioso Bacalao a Brás. Con desencanto, al cruzamos con compañeros de crucero, nos informan de que los dos sitios especializados están cerrados hoy. ¿Como es ello posible, cerrados un espléndido y soleado domingo?No nos lo podemos creer. Abocados a lo inevitable, buscamos acomodo en la zona nueva, pero cercana a la parte histórica. Como ya tardea, no podemos ser exigentes y entramos a preguntar en el primer restaurante que encontramos. Nos acojen rápidamente y aunque no sirven el Bacalao a Brás, ofrecen un menú a precio razonable con numerosos y variados platos, incluidos los de bacalao. Para colmo sus postres son muy apetitosos, variados e irresistibles. Desandamos nuestros pasos hasta el castillo, digiriendo el ágape por el camino, y competimos con otros visitantes por obtener las mejores vistas y las consiguientes fotografías. Aunque apenas quedan dos paredes en pie, parece que fue arrasado tiempo atrás en tiempos de conquistas, nos llama la atención un curioso pozo de cierta profundidad, al que se bajaba por una escalera de caracol para recoger el agua. Recorremos los rincones con parsimonia, intentando imaginar como sería su vida diaria, ocupada por bailes y banquetes en tiempo de paz, y sus temores y sobresaltos al ver llegar a sus enemigos en época de guerra. Seguimos callejeando y nos detenemos en la Capilla de la Santa Cruz, que abierta para nuestro deleite, nos permite curiosear y admirar su interior. Un poco mas adelante al llegar a una amplía plaza, nos quedamos con las ganas de admirar el Museo de la Tierra, en obras, debiendo conformarnos con hacer el tonto, posando en uno de esos atriles en que, sobre un cuerpo dibujado, tu pones una mueca y el rostro (no busqueis en esta página la prueba gráfica, ya que la hemos guardado bajo secreto de sumario). Desatados, posamos también entre las esculturas que rinden homenaje a la capa, y con algo mas de solemnidad, frente al ayuntamiento (Câmara Municipal). Seguimos hacia el Convento Biblioteca, el Parque de Miranda, y haciendo un quiebro, sin salir por la Puerta de la Ciudad, nos detenemos entre las ruinas del Palacio Episcopal, y admiramos las murallas. Nuestro aventurero y ágil colega no se puede resistir, y se encarama hasta lo alto para hacer el recorrido, cual centinela, a lo largo de ellas. Volvemos a caer en trance, cuando llegamos al Mirador del Duero. Los recuerdos, las bellas imágenes y las maravillosas sensaciones vividas, se agolpan en nuestra mente, y nos quedamos un momento , que se hace eterno, en respetuoso silencio, ante semejante maravilla. Sencilla, en cierto modo, pero imponente recortada contra el cielo, la Concatedral nos seduce en ese silencio, y volviendo nuestras miradas hacia ella, no dudamos en entrar con reverencial respeto. Todo nos atrajo, pero citando por citar, nos quedamos con su dorado coro. Frente a la Iglésia de la Misericórdia, el calor nos puede, y sentados a la sombra degustamos un excelente café con leche, acompañado de una chocolateada trufa. Explicando la foto que encontrareis aquí, debemos aclarar, que la encorvada y respetable anciana apoyada en dos bastones, recorrió, frente a nuestros ojos, el trecho que la separaba de la residencia para la tercera edad (unos cuarenta o cincuenta metros), como si fueran las estaciones de un via crucis. Aprovechando para descansar todo lo que, sobresaliendo en alguna medida, podía acoger sus menguadas posaderas. Terminado el descanso, observamos un amenazador nubarrón, y temiendo que se acaba el hechizo de la "flor" de nuestro hacedor de rutas, partimos con premura hacia Ciudad Rodrigo. En efecto, aunque ya en el coche, un intenso aguacero pone el contrapunto a esta inolvidable jornada y obliga a nuestro infatigable conductor, a poner en juego sus dotes para la conducción, en condiciones tan desfavorables. En justicia debemos aclarar que llegamos, sanos y a salvo.
En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base
Waypoints
Comments (2)
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Una ciudad muy agradable para visitar
Atractiva visita