Monasterio de Santa María la Real de Obona. Anthercas

Accesos desde la AS-350 a Obona
Del Monasterio de Santa María la Real se dispone de amplia documentación relacionada con su existencia en el siglo XI, bajo la autoridad de los benedictinos como monasterio dúplice (de monjes y monjas), aunque un solo documento fechaba su construcción, por el príncipe Adelgaster, en el año 780, se considera improbable tal antigüedad al ser una copia.

Alfonso IX, tras visitar el monasterio, le otorgó el privilegio de paso obligatorio de los peregrinos hacia Santiago, lo que aumentó su poder económico y cultural sobre la zona, de gran relevancia dentro de la ruta jacobea interior, esta costumbre se conserva intacta más de ochocientos años más tarde, los peregrinos que salían temprano de San Francisco en Tineo, llegaban a Obona para el descanso del mediodía y el refrigerio conventual, aquí se encuentra la referencia más antigua sobre la sidra de Asturias, refiriéndose a la comida y bebida dada a los siervos que trabajaban en el Monasterio los días acordados: “en el día que fueren llamados a prestar servicio, tengan ración de comida y bebida, a saber: Libra y cuarta de pan de mijo o de otro y porción de habas o de otro comestible, y sidra pudiendo ser” (et sicere si potest ese, 38-44).

La iglesia es un templo románico del siglo XIII que se conserva con escasas modificaciones, aúna la arquitectura benedictina con la estética cisterciense, basada en la carencia de decoración y en la austeridad mural.
Tiene tres naves, el claustro y dependencias de los monjes, hoy en día en ruinas, son del siglo XVIII aunque no llegaron a finalizarse.

Salgo desde un recinto de ocio al final del pueblo de Obona en dirección a Tineo, junto a una casa con panera a modo de tejado, voy descendiendo por pista rodeada de vallas, que protegen los recintos agrícolas y las plantaciones de maíz, con la vista del Monasterio de Santa María la Real.

Me introduzco entre el cementerio anexo y la zona externa del ábside para hacer fotos, caigo en la trampa de las ortigas, solo un roce basta.

Picado por la curiosidad y las ortigas hago la entrada al claustro, bajo dos arcos sobre la fachada de la casa del Abad, que exhibe una hornacina con la imagen de San Benito y el escudo heráldico con las armas de Castilla y León, con distribución anormal de los castillos y leones, estos últimos representados en el primer y cuarto cuartel, reflejo de la lucha por mantener la preponderancia de León, sobre una Castilla de vocación imperialista que acabó vencedora.

El recinto del claustro tomado por los hierbajos y las trepadoras, presenta un estado de ruina y abandono impropios de un lugar tan venerable, cargado de historia y catalogado Monumento Nacional el 14 de mayo de 1982.

Me muevo rodeando este entorno imaginando la vida monacal, presidida por un Abad con poderes plenipotenciarios en todo el Valle y, según algunos historiadores, “disponía de derecho de pernada”, unos monjes que aplicaban técnicas innovadoras en la explotación agrícola y ganadera, además de impartir clases de filosofía, latín y teología.
Todos se mantenían informados con infinidad de nuevas noticias, que a diario traían los peregrinos a su paso.

El nombre de Obona, procede de Aubona (Aqua Bona=agua buena), Fray Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro se prendó de la calidad de las aguas del lugar, (falleció con 87 años), especialmente de la que manaba de la Fuente del Matoxo, a la entrada del Campillo, a la derecha del crucero si miramos de frente al templo, canalizada por los monjes a un pozo en el centro del claustro y que hoy se encuentra bajo las zarzas.

Vuelvo por la pista pasando delante de un crucero, me giro por la izquierda en el segundo cruce (el primero sin salida) al pueblo y la salida.

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