Monte Hozarco por la Senda mitologica hasta el Mirador de Santa Catalina

Desde que partió su viaje por el bosque, Ariadna comenzó a sospechar que, aquello no era una excusión normal. Avanzaba su ascenso con un paso ralentizado y tranquilo intentando no despertar la sospecha de ningún OJÁNCANO, pues ello podría encarnarle todo lo más negativo y salvaje en su corto y pronunciado recorrido. El buen tiempo acompañaba la aventurita de nuestra intrépida Ariadna. Eso haría aliarnos con MUSGOSO y pensar que ninguna tormenta nos privaría de una hermosa mañana primaveral. Tanto nosotros como los pastores, podríamos estar tranquilos y divisar un cielo celeste. No obstante y tan intenso calor, podría provocar el calentamiento de nuestro cuerpo, y por consiguiente debíamos intentar no despertar el ímpetu de GUAJONA, para que, de esta forma, no chupara y relamiese nuestra sabrosa sangre.

La senda, muy bien marcada y definida, no ofrecía ningún tipo de confusión a su encuentro, pese a que TENTIRUJO, posado en la rama de un árbol, trató de engañar y pervertir a Ariadna con sus conjuros. Cuando la pendiente parecía ser más intensa, un ENANUCO BIGARISTA hizo que nuestro paso no cesase y fuese más alegre al sonido de su bígaro. Cada vez el paisaje iba impregnándonos de su belleza. Tal vez por la protección generosa que ANJANA nos ofrecía, se podía contemplar la belleza de animales, plantas y arroyos.

El cansancio iba haciendo mella en la pequeña Ariadna. Por momentos había perdido la esperanza de llegar hasta la cima. En aquel momento, pensamos que ARQUETU podría aparecer, pero solo había perdido la esperanza y no el dinero de ninguna partida o juego, porque nos hubiese dado una buena reprimenda por ello. No sabíamos como animarla para poder llegar a nuestro objetivo de llegar hasta lo más alto. En ese momento nos vino a nuestra memoria la figura de la OSA DE ANDARA. Ariadna pensó en ella, con sus manos grandes y llenas de pelo y forzuda como ninguna. Debo ser como ella pensó. De esta manera, prosiguió con firmeza su en empeño.
Ni siquiera los silbidos de CULEBRE, mitad culebra mitad dragón, hicieron recaer a la pequeña de su intento, que fue capaz de llegar hasta el final de su propósito con una sonrisa en su boca y tarareando alegremente una vieja canción.. ..."Pecu, Pecu, Pecu, colita de escoba. ¿Cuántos años quedan para mi boda?" El pequeño PECU, mitad niño mitad pájaro, observaba y escuchaba perplejo las retahílas de Ariadna, pensando para sí, cuantas primaveras le quedarían para un futuro casamiento.
Tan solo le quedaban flanquear las últimas escaleras para encontrarse cara cara con una panorámica de incomparable belleza .Era momento de extender la mirada hacia el infinito y contemplar un sin fin de fenómenos naturales a nuestro alrededor. El mirador permanecía ya a nuestros pies, victima de haber sido conquistada por una nueva gran montañera, Ariadna.
Después de inmortalizar en el mirador de Santa Catalina unos inolvidables momentos, Ariadna procedió a bajar, pero no lo hizo por la senda mitológica de que había realizado. Decidió seguir el extenso hayedo siguiendo la ruta de la carretera, no sin tomar todo tipo de precauciones, pensando que en cada paso que daba, un VIEJO ROBLE, pudiera atrapar a la niña Ariadna. No consiguió su objetivo el viejo roble de atraparnos en su interior, pero si que logró impregnarnos de su belleza y del encanto de una de las mejores rutas mitológicas de este país.