Peñalta desde Benatae
near Benatae, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Una excursión fácil y bonita de ida y vuelta (solo 10 km para hacer con la familia). Aunque la ida es por senderos algo empinados, pero practicables, la vuelta es por la pista forestal, y está pensada para ver los paisajes de pinos y olivos.
Salí de Benatae antes de amanecer. Por la rambla subí a la Fuente de San Miguel, y desde allí por el carril de la izquierda, torciendo luego por el primero que sale a la derecha. Tras un kilómetro por el nuevo carril, a la izquierda sale un camino (bien indicado) serpenteante que nos llevará, sin dejarlo, directamente a la cima. Cinco kilómetros y, sin correr, una hora y cuarto de camino.
Esta subida puede hacerse también un día caluroso del verano, por la mañana temprano, porque todo el camino de subida discurre al la sombra, puesto que recorre la cara oeste de Peñalta y además va entre pinos. Así que la caminata no es pesada.
Peñalta es el pico más alto del término de Benatae (1.420 m aunque mi gps marca algunos más esta mañana). Algunos dicen "Peñorta", que probablemente es una deformación fonética; aunque deformado y todo el término es muy descriptivo: la peña por donde sale el sol.
Arriba, los pinos dejan paso a peñas peladas. Se puede llegar hasta la caseta de los guardias que vigilan y avisan de los incendios (los "fogueros"). Esa mañana no había nadie, seguramente porque la estación del calor ha terminado. En su lugar me saludaron algunas cabras montesas, que debían estar buscando el desayuno.
Me entretuve un rato en la cima, en el puesto de los guardias, viendo las sierras de alrededor: el pico Bucentaina, la Piedra del Agujero, Navalperal y las alturas de la sierra de Segura, El Yelmo, Sierra Oruña, el Cambrón, el Puntal de Siles... Había cierta calima pero el espectáculo era, aún así, fascinante cuando el sol comienza a bajar, poco a poco, de los picos y a tomar los valles.
El descenso lo hice por el mismo camino en los primeros cientos de metros, pero luego seguí la pista hasta que llega al puerto, luego tomé a la derecha la pista que me llevaría casi hasta el pueblo. En la confluencia de las pistas hay una vista memorable de Segura de la Sierra, con su casar que remata el castillo, y del Yelmo por encima. En días claros se puede ver, a la derecha del Yelmo, la cola del embalse de El Tranco, ya en la Sierra de Cazorla.
La bajada es suave y los pinos permiten ver primero el valle del Guadalimar, a la izquierda, una sinfonía siempre verde de olivos y pinos, con pequeños caseríos en la falda de la montaña, y luego por la otra vertiente se puede adivinar el pueblo: la Cruz, Vizcable, la subida al puerto de Puente Honda y la red de pistas forestales que rodean Benatae.
En el km 8 se abandona la pista y se toma un camino que llevará directamente al pueblo. Aunque es algo más pendiente que la pista, tiene más sombra en verano y el piso está alfombrado por agujas de los pinos y las piñas. Además andando los viejos caminos se consigue que no se pierdan, porque muchos caminantes prefieren la seguridad de las pistas, y abandonan los senderos que siempre resultan más entretenidos.
Bueno, resumiendo, yo a las 10 de la mañana, con algo más de dos horas de camino en el cuerpo, estaba ya en el pueblo dispuesto a tomarme un pequeño almuerzo. Entretanto había visto al sol salir y pintar con su luz todos y cada uno de los árboles, algunos ya rojos y vestidos de otoño. Y además un espectáculo enorme de picos y sierras, allá en la cumbre, que cualquier día de estos amanecerá ya nevada anunciando que el otoño va a dar paso al invierno.
Salí de Benatae antes de amanecer. Por la rambla subí a la Fuente de San Miguel, y desde allí por el carril de la izquierda, torciendo luego por el primero que sale a la derecha. Tras un kilómetro por el nuevo carril, a la izquierda sale un camino (bien indicado) serpenteante que nos llevará, sin dejarlo, directamente a la cima. Cinco kilómetros y, sin correr, una hora y cuarto de camino.
Esta subida puede hacerse también un día caluroso del verano, por la mañana temprano, porque todo el camino de subida discurre al la sombra, puesto que recorre la cara oeste de Peñalta y además va entre pinos. Así que la caminata no es pesada.
Peñalta es el pico más alto del término de Benatae (1.420 m aunque mi gps marca algunos más esta mañana). Algunos dicen "Peñorta", que probablemente es una deformación fonética; aunque deformado y todo el término es muy descriptivo: la peña por donde sale el sol.
Arriba, los pinos dejan paso a peñas peladas. Se puede llegar hasta la caseta de los guardias que vigilan y avisan de los incendios (los "fogueros"). Esa mañana no había nadie, seguramente porque la estación del calor ha terminado. En su lugar me saludaron algunas cabras montesas, que debían estar buscando el desayuno.
Me entretuve un rato en la cima, en el puesto de los guardias, viendo las sierras de alrededor: el pico Bucentaina, la Piedra del Agujero, Navalperal y las alturas de la sierra de Segura, El Yelmo, Sierra Oruña, el Cambrón, el Puntal de Siles... Había cierta calima pero el espectáculo era, aún así, fascinante cuando el sol comienza a bajar, poco a poco, de los picos y a tomar los valles.
El descenso lo hice por el mismo camino en los primeros cientos de metros, pero luego seguí la pista hasta que llega al puerto, luego tomé a la derecha la pista que me llevaría casi hasta el pueblo. En la confluencia de las pistas hay una vista memorable de Segura de la Sierra, con su casar que remata el castillo, y del Yelmo por encima. En días claros se puede ver, a la derecha del Yelmo, la cola del embalse de El Tranco, ya en la Sierra de Cazorla.
La bajada es suave y los pinos permiten ver primero el valle del Guadalimar, a la izquierda, una sinfonía siempre verde de olivos y pinos, con pequeños caseríos en la falda de la montaña, y luego por la otra vertiente se puede adivinar el pueblo: la Cruz, Vizcable, la subida al puerto de Puente Honda y la red de pistas forestales que rodean Benatae.
En el km 8 se abandona la pista y se toma un camino que llevará directamente al pueblo. Aunque es algo más pendiente que la pista, tiene más sombra en verano y el piso está alfombrado por agujas de los pinos y las piñas. Además andando los viejos caminos se consigue que no se pierdan, porque muchos caminantes prefieren la seguridad de las pistas, y abandonan los senderos que siempre resultan más entretenidos.
Bueno, resumiendo, yo a las 10 de la mañana, con algo más de dos horas de camino en el cuerpo, estaba ya en el pueblo dispuesto a tomarme un pequeño almuerzo. Entretanto había visto al sol salir y pintar con su luz todos y cada uno de los árboles, algunos ya rojos y vestidos de otoño. Y además un espectáculo enorme de picos y sierras, allá en la cumbre, que cualquier día de estos amanecerá ya nevada anunciando que el otoño va a dar paso al invierno.
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