Porcuna

Paseo por la localidad jienense de Porcuna, la antigua Ipolka, una de nuestras principales ciudades íberas (de origen túrdulo), como nos recuerda el cartel de la rotonda de entrada por la A-305 (viniendo desde la A-306) o los murales de una de las primeras calles por las que paso, tras aparcar en la calle Aviador Modesto Aguilera, junto al campo de fútbol; rodeando el estadio y luego por la calle dedicada al as de la aviación nacional (García Morato), llego a la mencionada calle. Desemboca en la del Padre Lara y por la de Higueruela de Calatrava me acerco hasta las ruinas del anfiteatro romano de Obvlco, en la zona llamada Hoyo Mendo, donde existen canteras históricas de donde se ha extraído la piedra local para la construcción y donde aún hoy los canteros siguen esculpiendo.

Por la calle Valenzuela vuelvo a Padre Lara, que ahora subo para, por una calle perpendicular, llegar hasta el Paseo de Jesús, atalaya hacia el mar de olivos (desde la balconada La Redonda) y donde se levanta la Iglesia de Nuestro Padre Jesús, que alberga un camarín barroco del siglo XVIII. A la salida del Paseo, está la original Casa de La Piedra, construida por un cantero local (”Gronzón”), a lo largo de unos treinta años, usando la dorada piedra arenisca del lugar.

Subo por la principal arteria de la localidad, la Carrera de Jesús, dividida a su mitad por una farola, que fue cruce de caminos extramuros de la fortificación romana y luego medieval y hoy la ocupan casas señoriales y modernistas, edificios de sociedades culturales ("casinos"), un pósito del siglo XVII (el Granero de Ceballos), junto a negocios de restauración y tiendas de regalos... y en su centro la Torre Nueva o de Boabdil. Se localizaba en uno de los extremos del Castillo de Porcuna, datando la fortaleza andalusí del siglo XI , cuando la localidad se llamaba Bulkuna, y siendo luego reformada por los calatravos, que levantan la torre octogonal gótica en el siglo XV. Porcuna fue encomienda de la Orden y, de los cinco prioratos que tenía en Andalucía en el XVI, dos estaban aquí, San Benito y Santa María. El castillo calatravo jamás fue conquistado y sirvió de cárcel durante varios meses al rey Boabdil, tras ser apresado por los cristianos en la Batalla de Lucena, en 1483. Declarada BIC en 1982, ahora alberga dos de las salas del Museo Arqueológico Municipal, con importantes colecciones de fósiles, de la prehistoria y de la cultura ibero-romana.

Rodeando la torre, con el Mercado de Abastos enfrente, sigo la calle José Moreno Torres y luego paso bajo el arco de la del fotógrafo César Cruz,
entrando en la Plaza de Andalucía, uno de los principales espacios monumentales de Porcuna. Destaca la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, sucesora de la calatrava parroquia gótica de Santa María la Mayor (que se derrumbó manteniéndose la sacristía, que había sido reformada en el siglo XVII); el templo actual se construyó en estilo neorrománico bizantino, entre el último tercio del siglo XIX y los primeros años del XX, y alberga en sus tres bóvedas pinturas murales de Julio Romero de Torres.

También en esta plaza se encuentran el Archivo Histórico (con su fachada inclinada debido al terremoto de Lisboa, sede de la Oficina de Información y Turismo), una escultura del Corazón de Jesús, el Arco de la Plaza (puerta de acceso a la fortaleza medieval, de medio punto, aunque el actual es de 1952, sustituyendo al gótico), junto al Ayuntamiento, antiguo Real Pósito (silo de finales del siglo XVIII -de época de Carlos IV-, que alberga también la tercera sala del Museo Arqueológico).

Dejo la plaza por uno de sus extremos, donde se hallaba la puerta medieval de los Remedios (acceso principal al Castillo), y donde hoy se alza el monumento a la Virgen de Alharilla, también realizado en piedra local, en cuya ermita tiene lugar una romería el segundo domingo de agosto. Aquí se abre una plaza (la de la Constitución), resultado del derribo de dos casas compradas por la alcaldía en 1895 para construir una plaza de abastos, en la que destaca el torreón con portada blasonada. Sigo por la estrecha calle Velarde (antigua callejuela del Techaíllo), desembocando en la plaza Cerrajeros (hoy Presidente Adolfo Suárez), que otrora era un espacio intramuros de la fortificación Romana y luego medieval, con una puerta de acceso (llamada de Montilla) en uno de sus flancos; restos de la muralla y los torreones se pueden encontrar en las casas que la rodean. A su fuente pública, de principios del siglo XX, subía el agua desde las fuentes y pozos del Comendador y el Vélez, gracias a una máquina de vapor.

Saliendo del Llano de los Cerrajeros por la calle de Emilio Sebastián, se llega al barrio de San Benito, donde hay sendas iglesias vecinas de las más antiguas de la provincia (fundadas en el siglo XIII): la de Santa Ana, en una esquina de la plaza, se está restaurando para uso cultural (durante más de un siglo se usó como horno); y la de San Benito (mezcla de estilos románico, gótico cisterciense, mudéjar, barroco y hasta neoclásico), que fue el principal priorato de la Orden de Calatrava en la ciudad (donde tiene su sepultura su maestre Rodrigo Téllez Girón). En su interior quedan restos del aljibe medieval, llamado también cueva de San Benito, donde, según la tradición, éste se apareció a los fieles aquí refugiados de una tormenta, allá por el siglo XVIII. También está catalogada como BIC.

Junto a esta iglesia se encuentra un yacimiento de la ciudad íbera-romana, donde se excavó a principios de los noventa una de las calles principales de Obvlco, con casas tipo pompeyano con entrada principal con patio porticado y callejuelas laterales. Bajo por el Camino de San Marcos, en el cerro amesetado de Alcores, origen del oppidum ibero de Ipolka (aunque ya en la Edad del Bronce existía aquí una de las fortificaciones más antiguas documentadas en el Alto Guadalquivir, con doble cerco amurallado rodeando cabañas circulares -había otro poblado similar en el cerro de Albalate), hacia la iglesia medieval bajo la advocación de San Marcos, muy querido en la población, situada por donde debía estar el acceso principal al oppidum; junto a la calle de la Calderona, se encuentra una de las más importantes cisternas romanas del país (en restauración).

Tras sobrepasar la iglesia, unos metros más adelante, dejo el camino subiendo las escalinatas de la calle Comedero. Luego sigo por el barrio de San Lorenzo, pasando junto a una pequeña iglesia reducida a su altar debido al derrumbe de su planta original, de camino nuevamente hacia el centro de la ciudad. Llego al Cine-Teatro Municipal “María Bellido”, que lleva el nombre de una porcunense que participó en la Batalla de Bailén llevando agua a los combatientes españoles durante la lucha, bajo un sol de justicia (ese 19 de julio de 1808 se alcanzaron los 45 grados). El edificio, de estilo racionalista construido también en piedra local a mediados del siglo pasado, ocupa la manzana donde estaba el Convento e Iglesia de las Monjas Dominicas (datado en el XVI, pero en ruina desde 1939), rodeado por terrazas ajardinadas y sobre la plataforma que ocupó el convento.

En la cercana plaza de San Juan, a la que llego por las calles Bailén y General Castaños (que, por cierto, se alojó aquí para planificar la batalla), se levanta la estatua en honor a la heroína local, con el cántaro que, según la leyenda, ofreció al general Reding: en el momento en que alzaba la vasija, una bala la rompió, y, sin inmutarse, María recogió el tiesto donde había quedado un poco de agua, ofreciéndosela al general; desde entonces, se fijó como símbolo de Bailén, y así aparece en su escudo, un cántaro agujereado vertiendo agua. En esta plaza, donde se encontraba la ermita de San Juan hasta finales de los años setenta, está la casa de la lonja, bajo la cual hay una fuente que se remonta a principios del siglo XX.

Salgo de esta plaza por la calle Alharilla, que me lleva a la avenida de Joaquín Costa para salir de Porcuna por la rotonda de la Cruz Blanca, con los dos grandes silos de fondo que recuerdan la importancia cerealística que en el pasado tuvo la población y hasta fechas recientes (hasta hace unos 25 años la mitad de los campos se cultivaban de cereal). Éste ha sido uno de los principales accesos históricos de la ciudad, cortada a pico sobre sus canteras. Aquí, desde un gran cartel de acero Corten, la cabeza del guerrero ibero de doble armadura, hallado en Cerrillo Blanco, me despide de Porcuna, ciudad milenaria.