Sendero Charco del Acebrón (Palacio del Acebrón-Cortijo de la Cañada)
near Cortijo de la Cañada, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
A unos 7 kilómetros del centro de visitantes La Rocina, próximo a la aldea del Rocío, por el denominado Carril del Acebrón (H-9023), un carreterín asfaltado que atraviesa lugares de enorme interés, como son las algaidas del Carrizal, del Meloncillo, el Tojal del Berraco, las algaidas de Bernabé, de Félix, Los Portales y la Algaida de La Cabrera, se llega a una explanada de aparcamiento, desde donde cabe realizar un cómodo paseo que, adentrándose en los jardines del Palacio del Acebrón y recorriendo la atípica construcción, que aloja la interesante exposición “Doñana y el hombre”, prosigue camino por el Sendero del Charco sorteando pasarelas, rebasando puentes, entreteniéndose en miradores y áreas de descanso que facilitan el disfrute tranquilo y sosegado de un sector del Parque Nacional de Doñana en el tramo medio-bajo del arroyo de la Rocina, que es el lugar donde se alza tan singular construcción entre arboledas, algaidas, turberas, tierras secas, arroyos y la pequeña laguna que aquí se llama “Charco”.
Siendo propiedad de Luis Pedro Espinosa Fontdevila, séptimo hijo y heredero de Julián Espinosa Escolar y Carmen Fontdevila Ruiz, que llegaron a enriquecerse merced a la propiedad de la afamada Bodega Espinosa y de la exportadora de los reputados vinos del Condado, la vendió en su totalidad a la Empresa Nacional de Celulosa a fin de hacer realidad su sueño de vivir en un palacio que le terminaría arruinando. Se empezó a construir en 1951 y se terminó en 1961. El proyecto del propietario fue rodearse de un gran jardín en el que reunió especies autóctonas y ornamentales, intercalando prados y fuentes, estanques de peces, interminables setos de rosales y sembrando pinos, yucas, árboles del paraíso, robles americanos en convivencia con alcornocales y zonas de bosques en galería, añadiendo más tarde plantaciones de eucaliptos con fines económicos que pusieron en peligro algaidas y flora local. Sea como fuere, aquello desapareció con la ruina y el fallecimiento en 1975 de este excéntrico y benefactor local. Por fortuna, la vetusta Celulosa de Huelva vendió en 1982 la finca al ICONA, que incluyó casa y finca en el Plan Nacional de Doñana, recuperando el palacio como centro de visitantes y reforestando el lugar con plantas autóctonas y destruyendo los eucaliptos que durante años habían esquilmado los recursos naturales de la finca.
El impulso definitivo para la consideración general de Doñana vino de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente, quien en marzo de 1979 dio a conocer el Parque al público en el programa “El hombre y la Tierra”. Un busto conmemorativo guarda memoria de nuestro naturalista de cabecera, de quien se tomó el nombre para referir una de las algaidas del lugar.
Siendo propiedad de Luis Pedro Espinosa Fontdevila, séptimo hijo y heredero de Julián Espinosa Escolar y Carmen Fontdevila Ruiz, que llegaron a enriquecerse merced a la propiedad de la afamada Bodega Espinosa y de la exportadora de los reputados vinos del Condado, la vendió en su totalidad a la Empresa Nacional de Celulosa a fin de hacer realidad su sueño de vivir en un palacio que le terminaría arruinando. Se empezó a construir en 1951 y se terminó en 1961. El proyecto del propietario fue rodearse de un gran jardín en el que reunió especies autóctonas y ornamentales, intercalando prados y fuentes, estanques de peces, interminables setos de rosales y sembrando pinos, yucas, árboles del paraíso, robles americanos en convivencia con alcornocales y zonas de bosques en galería, añadiendo más tarde plantaciones de eucaliptos con fines económicos que pusieron en peligro algaidas y flora local. Sea como fuere, aquello desapareció con la ruina y el fallecimiento en 1975 de este excéntrico y benefactor local. Por fortuna, la vetusta Celulosa de Huelva vendió en 1982 la finca al ICONA, que incluyó casa y finca en el Plan Nacional de Doñana, recuperando el palacio como centro de visitantes y reforestando el lugar con plantas autóctonas y destruyendo los eucaliptos que durante años habían esquilmado los recursos naturales de la finca.
El impulso definitivo para la consideración general de Doñana vino de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente, quien en marzo de 1979 dio a conocer el Parque al público en el programa “El hombre y la Tierra”. Un busto conmemorativo guarda memoria de nuestro naturalista de cabecera, de quien se tomó el nombre para referir una de las algaidas del lugar.
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