Sendero laguna del Jaral

En febrero de este año hemos comprobado en persona lo que un mes después ha venido a corroborar la fotografía* que tomó el satélite Sentinel 2 del proyecto Copernicus en comparación con la publicada el pasado año: la sequía que sufre Doñana provoca que haya 20 veces menos anfibios que hace un año. Si en 2021 predominaba el verde, este año el paisaje se tiñe de rojo. Entre la falta de lluvias y la sobreexplotación ilegal del acuífero 27, en cuyo extremo meridional se encuentra Doñana, el paisaje de sequedad resulta desolador. Ejemplo de ello son las desecadas lagunas del Acebuche, de las Pajas y del Huerto o esta misma desaparecida Laguna del Jaral, trauma paisajístico y desastre ecológico del que queda constancia en las imágenes.
La Laguna peridunar de la Huerta del Jaral, nombre que le viene por la extensión de este arbusto en su cubeta, es una masa de agua ocasional que solo presenta agua temporalmente en años muy lluviosos, que es cuando se forma por la descarga del agua procedente del drenaje de las dunas arenosas del Asperillo, reapareciendo en un claro del bosque de replantación de pinos piñoneros, árboles que han terminado siendo la imagen del Parque Natural y Nacional de Doñana desde mediados del pasado S. XX. Dicha lámina de líquido espejando el cielo, debería ofrecer un contraste paisajístico de gran belleza, enmarcado, al tiempo, entre las arenas dunares. Calculando a ojo, la mancha de juncos, brezos y tojos que delata lo que fuera la superficie lacunar, diría que se debió extender por espacio de casi 4 hectáreas, lo que causaría un efecto sorprendente.
La progresión sobre arenas y dunas es bastante dificultosa, lo que es más notorio aquí cuando la mayoría de los senderos turísticos que hemos recorrido han sido debidamente acondicionados, tanto para preservar los hábitats como para ofrecer una alternativa a personas con movilidad reducida.
Este sendero se inicia superado el kilómetro 47 de la carretera entre Matalascañas y Mazagón (A-494) viniendo de la primera localidad. Un indicador lo señala 200 metros antes de llegar al aparcamiento donde una puerta da acceso al lugar.
La primera parte transcurre atravesando un pinar de repoblación con el que se pretendió -y se consiguió- frenar el avance de las dunas. Al poco de iniciarse el camino, a unos 200 ó 300 metros, ya se adivina el lugar que ocupaba la laguna. Se prosigue por la ribera hasta el término de la misma, donde el camino se bifurca ofreciendo la posibilidad de realizar una ruta circular. El sendero va cobrando desnivel alzándose sobre el claro del bosque, por lo que la marcha se hace más fatigosa. Seguimos por un carril rodeado de matorral capaz de soportar fuertes vientos cargados de arena y sal, como son las camarinas, matorrales de tomillo y romero, labiérnagos y sabinas que estabilizan el suelo dunar y animan el sendero, trazado en una zona boscosa, que no nos abandona hasta el final del trayecto, por el que llegamos al borde del Acantilado del Asperillo, declarado Monumento Natural a finales de 1999, y desde el que asistimos a la majestuosa ventana atlántica.